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Opinión

Pedro Aznar alerta sobre el peligro de votar a Milei: "Defenderemos la democracia en las urnas... y si no alcanzase, en las calles"

bercovich pedro aznar

Alejandro Bercovich abrió su editorial haciendo alusión a la carta que escribió Pedro Aznar: "La relación entre los artistas y la política es problemática ya que si se embandera con un determinado partido o candidato se gana el odio de la otra mitad. Incluso hay gente que deja de consumirlo porque no le gusta lo que piensa esa persona".

"Eso hace que muchos artistas esquiven la definición sobre qué quieren del país. En algunos casos incluso se esconden, refugiándose en esa situación incómoda de que una parte del público no los quiera más. En cambio, hay otros artistas que en momentos de definiciones dicen ‘¿Saben qué? A mí eso no me importa’", añadió el conducto de Pasaron Cosas

Sobre esto, Bercovich confesó: "Por lo general, los artistas que toman esta decisión son grosos, son consagrados, son tipos que vale la pena escuchar. Ayer me impresionó muchísimo lo que escribió Pedro Aznar. Me sorprendió porque lo suscribo de principio a fin. Todas las palabras que van a escuchar podrían ser mías".

Qué dice la carta de Pedro Aznar

Desde este Cabildo que visité en mi infancia gracias a la escuela pública y gratuita, y cuando la vida ya me ha dado las canas de muchos de aquellos que forjaron, desde este vientre, el avance de la libertad contra el oprobio colonial. Desde esta esquina de la plaza que vio más tarde la caída de las instituciones y la implantación de un régimen de terror, hago esta preocupada reflexión llamando a la cordura a muchos que parecen haber perdido la memoria.

La democracia que recuperamos es preciosa, frágil y se apoya en los hombros de cada una y cada uno de nosotros. Ese nosotros que se levantó malherido de las ruinas en el '83 y le dijo a la cara al horror un resonante Nunca más.

Mientras el capitalismo implosiona y crea en su seno un océano de parias, la democracia es traicionada y secuestrada por las elites del mundo, por su retorcida especulación y su astuta manipulación de la opinión pública. Estamos, sí, cansados de no ver el mundo que anhelamos. Uno en el que la igualdad de oportunidades y el derecho a una vida hermosa y justa se haga realidad. Pero salir corriendo hacia las fauces de la bestia que engendra la hecatombe no es la estrategia más inteligente ni el modo de alcanzar la utopía.

La libertad ilimitada del mercado para hacer su capricho atropella la vida, cercena las oportunidades del que menos tiene, se come vorazmente las entrañas de la tierra. Hace cuarenta y siete años tuvieron que implantar su triste reino con balas, torturas y vuelos de la muerte.

Hoy, a cuatro exactas décadas de haber creído terminada para siempre aquella pesadilla de plomo, la vemos asomar su repugnante cabeza en forma de promesas falsas, ideas a medio cocinar, falacias mal vestidas de tecnicismos y un aberrante negacionismo de las monstruosidades cometidas. Este es el momento en que la ciudadanía deberá mostrar su temple y su coraje, el material del que está hecha, la fibra de su altura moral o la caída estrepitosa al precipicio del individualismo autoritario.

Defenderemos la democracia (y los derechos que ella garantiza) en las urnas. Si eso no alcanzase, la defenderemos en las plazas, en los foros, en las calles. La poesía también saldrá a abrazarla. La verdadera libertad no es la del dinero para esclavizar a las personas, la verdadera libertad canta en la defensa de la dignidad del otro. La verdadera libertad no retrocederá.

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