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Columnistas

Martín Kohan y Ricardo Cohen, la pasión por Boca puesta en palabras: "No se puede comprar perder la final de Madrid...¡con irse a la B!"

Los hinchas de Boca lo saben. Y los buenos lectores también. Martín Kohan es un gran escritor. Y, además, es fana de Boca.

Allí están, para comprobarlo, novelas como Ciencias Morales o ensayos como El país de la guerra o La vanguardia permanente. Allí están, también, sus múltiples declaraciones dando cuenta de su pasión por Boquita.

Lo que le faltaba a Kohan, cómo no, era un libro sobre Boca. Pensar a Boca. Pensar esa pasión. Y acá está, Desde la Boca, se llama, y está firmado en coautoría con Ricardo Cohen, dedicado desde hace años a la consultoría, el marketing y la creación de contenidos. Con los años suficientes como para recordar como si fuera hoy la noche del 14 de septiembre de 1977, cuando Hugo Gatti le tapó aquel penal a Vanderley, dándole a Boca su primera Copa Libertadores, hay demasiadas vivencias y sensaciones que, en el libro y acá, tratan de poner en palabras...

-¿Cómo se conocen?

RC: Martín dice algo muy lindo: somos hinchas de Boca, nos conocemos de toda la vida.

MK: Heredás un pasado en común. Surge el tema Boca y te ponés a hablar del penal de Roma, de la noche del regreso de Palermo o del caño de Riquelme a Yepes. Y no necesitás explicar mucho más, ¿no? El vínculo es inmediato; en otras áreas necesitas veinte años para fabricar un pasado compartido. Pero, eso sí, la idea del libro es de Ricardo

RC: Y te voy a explicar por qué. Yo tengo una productora de contenidos y una consultora, y ahí, en los trabajos de investigación de mercado, descubro para mi alegría que los hinchas de Boca somos distintos.

-¿Por?

RC: Pensamos distinto, sentimos distinto, tenemos otros valores. La idea fue poder plasmar eso. Y a la vez me entero de que una vez Martín canceló una de sus charlas literarias… ¿por qué?

-¿Por qué?

RC: Porque coincidía con un partido de Boca. Entonces pensé: es el mejor escritor, es hincha de Boca y está loco. Es él.

MK: En mi caso, el desafío fue no pasarlo por mi propia biografía. En todo lo que yo escribo -ficción o no- no hay una clave autobiográfica. El desafío era que la pasión que siento por Boca no pasara por mí, que la escritura no pasara por el yo. El libro tiene dos ejes: una, la elaboración conceptual de lo que significa Boca. La otra, casos, mini historias que van armando un fresco sobre lo que es ser de Boca. Y ambas cosas se articulan.

-De ahí que en las historias del libro no sabemos los nombres de los protagonistas, sólo sus iniciales…

MK: -Exacto, no personalizar, porque nos puede pasar a todos. Todas las historias que entran en el libro me interpelan, más allá de haberlas vivido en primera persona o no.

-Leí por ahí que lo primero que aclaran cuando hablan de su pasión boquense es desmentir el mote de “fanáticos de Boca”. Desarrollen…

RC: Es que suele usarse para desacreditarnos. “Ese es un fanático”, dicen. ¡Y no! ¡Los hinchas de Boca no nos consideramos fanáticos! Los hinchas de Boca somos así de apasionados. Lejos de encontrar un costado vergonzante en eso, valorizamos esa pasión.

MK: Lo popular vs. el intelectualismo. Hay una oscilación ahí entre el gesto anti intelectual de no querer pensar el fútbol o bien el gesto de desprecio popular donde no hay nada que pensar. Cómo escapar de esas dos franjas…

-Es estar entre dos orillas…

MK: -Dos orillas y en las dos te ahogás, porque en las dos hay una trampa.

-A ver…

MK: Me lleva a pensar en un seminario sobre las pasiones que en su momento dictó Beatriz Sarlo. Uno de los puntos era romper con la dicotomía razón/pasión, que supone que el que piensa no se apasiona y que la pasión no puede ser pensada; me parece que son los bordes de una cierta subestimación de los popular: suponer que los hinchas no piensan, que es justamente lo que tratamos de hacer en el libro.

-Pensar, por ejemplo, en cómo conviven el negocio del fútbol con la pasión popular del hincha boquense...

MK: En Boca, esa pulseada está y se ve en dos cosas: una respecto de la actual gestión del club y la decisión de recuperar el carácter de tribuna popular de la tercera bandeja de Casa Amarilla que el macrismo convirtió en platea. Ahí tenés publico parado, no tenés que tener abono, basta con estar el día con la cuota social. Esa pulseada está en el mundo entero. El modo en que el carácter popular resiste a la tendencia mundial de sólo abonados es muy identitario de Boca.

-Hablabas de “dos cosas”…

MK: La otra son los palcos. Lo cual nos lleva a Maradona, claro. O sea, allí donde la conducta imperante no era la de la popu, Maradona impone una conducta propia de la popular.

-Es curioso, lo mencionás y la imagen de Diego alentando desde el palco de la Bombobonera -medio cuerpo afuera, el brazo arengando, así en el palco como en la popu- surge al toque…

MK: Claro, o sea, la idea que el tenor de lo popular en Boca hace que en todos los sectores de la cancha todos funcionemos como si estuviésemos en la popular. Pero para que se entienda, no es que no estamos enterados de que no hay negocios en el fútbol. Una cosa es que no haya negocios y otra es que la lógica de los negocios regule toda la dinámica.

RC: Es la lógica del mercado contra la idea de que el fútbol es un fenómeno social popular.

MK: Ir a la cancha de Boca es una experiencia en sí mismo, y responde a determinadas características… Y el modo en que la cancha de Boca resiste a esa tendencia/negocio, me parece muy propias de su identidad...

RC: Hablando de la identidad, pienso que ningún otro equipo que no sea Boca pudo haber sacado un Riquelme, o tener a Maradona, que no por nada, además de consagrarse en Boca, luego se va a consagrar a Italia no con uno de los grandes sino con un equipo bien popular y de los márgenes como el Nápoli.

-Nobleza obliga, y habiendo confesado de entrada que soy de River, dejé para el final lo que supongo un momento doloroso, que no sé hasta que punto es una herida abierta o bien cicatrizada: la derrota contra River en Madrid por la Libertadores…

RC: No te equivoques, nunca tuvo que cicatrizar…

MK: Pelear una final, no un descenso, una final…

-Ah, viene con chicanas la respuesta…

MK: No es chicana, es en serio: pelear una final con dos jugadores menos; meter un tiro en el palo faltando dos minutos -o sea, pelear hasta el final-, eso explica que -después- ninguno haya entrado a la cancha a cachetear jugadores de River; no prendimos fuego nuestro estadio; no prendimos fuego nuestro barrio. Una derrota. Tenemos muchas victorias, podemos absorber una derrota porque perdiste una final, no la categoría.

RC: Ese triunfo de River sobre Boca está absolutamente sobredimensionado por los hinchas de River, pero para nosotros no significa una tragedia; es que en el medio hay una trampa…

-¿Trampa…?

RC: Sí, la verdadera herida que se quiere tratar de igualar…

-…

RC: ¡La verdadera herida es el descenso de River! El hincha de River pretende igualar las dos heridas. Perder una final en Madrid no significa más que un mal día, una mala semana, un mal mes. Y ahí se terminó. Perder la categoría significa penar tres años allá abajo mientras tu rival sale campeón de primera.

MK: Mirá, para tercerizar la respuesta, preguntale hoy a un hincha de Huracán si prefiere estar donde está o yendo a una final de la Libertadores con San Lorenzo. Preguntale a un hincha de Independiente si prefiere estar donde está o ir a una final de la Libertadores con Racing, a riesgo de perderla. O sea, objetivamente, comparar irse a la B con la final de Madrid no resiste la más mínima consideración. Por otra parte, la derrota que a mí más me dolió como hincha de Boca no es esa.

-¿Cuál es?

MK: Me niego a confesarlo públicamente.