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Un desaparecido más: el silencio del rey de Marruecos frente a la tragedia del terremoto

Mientras Marruecos sufre por el terremoto y la falta de ayuda en sus zonas más alejadas, el rey, Mohammed VI, sigue con su vida de lujos en Francia, donde vive la mayor parte del tiempo. Se especula con la posibilidad de que renuncie por razones de salud, ya que tendría una mal auto inmune debilitante.

Mohammed VI estaba en una visita privada a Francia el viernes pasado, cuando se produjo el tremendo terremoto que dejó, en su país natal, más de 2.600 muertos. Recién se pronunció sobre la tragedia luego de volar a Rabat el sábado a la tarde. Por ahora, no se dirigió a los habitantes de su país, visitado a las víctimas, ni los pueblos destruidos por el sismo. Al mismo tiempo, su inmovilidad paraliza a todo el gobierno: sin su autorización, no pueden acudir ni el primer ministro, ni el heredero del trono ni el hermano del rey a los lugares del desastre.

En Rabat, el rey participó de una reunión de trabajo, donde también estuvieron el príncipe heredero, Moulay El-Hassan, el primer ministro, los generales del ejército, los funcionarios del área de salud y los responsables de los servicios de inteligencia. No se sabe qué decisiones se tomaron allí. En cambio, solo se comunicó que "su Majestad, el Rey, ha dado instrucciones para continuar a toda la velocidad las labores de socorro sobre el terreno".

Mientras tanto, pese a la movilización del ejército para prestar ayuda humanitaria, los soldados no pueden llegar a los pueblos montañosos afectados en camiones, y tienen que caminar entre las ruinas. No hay rutas. Y los helicópteros Chinook, encargados de distribuir la ayuda, terminan destruyendo las casas que quedaron en pie pero con los cimientos débiles.

El llamativo silencio del monarca marroquí puso de relieve la vida de lujo que se da en Francia, la vieja potencia colonial que supo dominar su país. El marroquí es dueño de una mansión en París y un castillo a unos 50 kilómetros de esa capital, donde tiene un establo de caballos purasangre árabes. En Marruecos, es dueño de 10 palacios, pero pasa la mayor parte de su tiempo fuera del país.

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