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Columnistas

Por qué el fútbol y otros deportes de contacto generan enfermedades degenerativas

“Ok Mike, necesito tu ayuda. Estamos juntos en esto. Por favor dejame averiguar qué pasó con
vos
”. Así era como el doctor Benett Omalu comenzaba su trabajo ante de analizar los
cadáveres que llegaban a la morgue de Allegheny en Pennsylvania, Estados Unidos.

Ese diálogo puntual se ve en Concussion, la película donde Will Smith interpreta a Omalu. Mike es
Michael Webster, cuatro veces campeón del Super Bowl de NFL y que murió a los 50 años. El trabajo de Omalu sobre el cerebro de Webster fue el primer indicio que los deportes de
contacto pueden aumentar la chance de tener enfermedades degenerativas como la demencia,
el Alzheimer o Parkinson.

El título se refiere a las conmociones cerebrales que padecen los futbolistas americanos
producto de la brutalidad de su deporte, aunque no son los únicos
. El rugby, el fútbol, el hockey
y, sobre todo, el boxeo son otros donde los impactos pueden alterar la salud de los atletas de
manera irreversible.

Webster murió en 2002, pero cinco años antes presentó una solicitud de discapacidad ante la
Junta de Retiro de la NFL donde alegó que padecía demencia por de los golpes recibidos y que
no lo cuidaron. En 1999 lo indemnizaron con dos millones de dólares de manera privada. Iron
Mike vivía en una camioneta en condiciones lindantes con la indigencia y hasta se aplicaba
descargas eléctricas para estar la mayor parte del día inconsciente
. Cuando Omalu analizó su cerebro, descubrió que el deterioro era importante e impropio de una persona de su edad. La mala noticia era, y es, que la única manera de estudiar el tema es con personas muertas.

Omalu avanzó es sus estudios y descubrió lo que se conoce como encefalopatía traumática
crónica (CTE en inglés)
, una degeneración cerebral provocada por traumas craneales
reiterados. Recién en 2009 la NFL aceptó lo que pasaba.

Dos años después Dave Dueson se suicidó de un tiro en el pecho y dejó una nota pidiendo que estudiaran su cerebro. La autopsia reveló que tenía CTE. En 2017 el New York Times publicó un estudio de la Universidad de Boston que decía que sobre 111 casos de ex jugadores estudiados, 110 tenían esta condición.

El quiebre se produjo en 2016 cuando Jeff Miller, vicepresidente de la liga para la salud y la
seguridad, aceptó ante la Cámara de Representantes la relación entre los golpes y la CTE. Se
lo comparó con lo que sucedió cuando la industria del tabaco reconoció que fumar provocaba
cáncer y enfermedades del corazón. La citación al Congreso también fue porque unos 5000 ex jugadores habían demandado a la NFL. Desde ese año se implementó un protocolo para
conmociones cerebrales
donde, si un futbolista recibe un golpe que lo deja mareado, debe salir
diez minutos, se hace un cambio temporario y le realizan una batería de tests para decodificar
si puede volver a la cancha. Si está apto vuelve, de lo contrario debe seguir un procedimiento
posterior para determinar cuándo podrá hacerlo.

En 2013 la liga había pagado 765 millones de dólares a ex jugadores con enfermedades
neurodegenerativas, aunque sin reconocer explícitamente la responsabilidad del deporte
.
Esta semana se conoció que un grupo de rugbiers de elite demandarán a World Rugby y a la
Rugby Football Union inglesa por los daños que padecieron. En 2020 habían enviado una carta
para reclamar, pero no obtuvieron respuesta favorable.

Entre los nombres se destacan el ex capitán de Gales Ryan Jones de 41 años. “Siento que mi
mundo se está desmoronando. Tengo mucho miedo porque tengo tres hijos y tres hijastros y
quiero ser un padre fantástico. Viví 15 años de mi vida como un superhéroe y no lo soy.”
reconoció al Sunday Times.

Tengo mucho miedo porque tengo tres hijos y tres hijastros y quiero ser un padre fantástico. Viví 15 años de mi vida como un superhéroe y no lo soy.

Gales Ryan

Steve Thompson, 43 años, fue campeón mundial con Inglaterra, tiene demencia y no recuerda
haber ganado la final de 2003, ni ninguno de los partidos
, y pidió que tras su muerte su cerebro
sea donado para el estudio del CTE.

En el Mundial del 2011, el 53% de los jugadores evaluados y que recibieron el alta para seguir
jugaron con conmoción cerebral, cosa detectada después. En 2015, protocolos mediante, ese
porcentaje bajó hasta 1%. Ahí Guido Petti dejó la cancha contra Nueva Zelanda por conmoción
y recién volvió a jugar catorce días después. Para la Copa del Mundo de 2019 se implementó la
Evaluación de Lesiones de Cabeza (HIA, en inglés), una evaluación de tres partes
. El año
pasado World Rugby anunció la capacitación con dos empresas especializadas en seguimiento
ocular para utilizar el movimiento de los ojos para detectar si un jugador puede seguir o no.

De muchos boxeadores se especuló que habrían sufrido padecimientos neurológicos por los
golpes. El caso más paradigmático fue el de Muhammad Alí a quien en 1984, a sus 42 años, le
confirmaron que tenía Parkinson
. Su médico Martin Ecker dijo que podía ser fruto de los golpes
y otro médico, Ferdie Pacheco detectó los primeros síntomas en 1977 y le propuso que se retire,
cosa que hizo en 1981. Alí murió en 2016, a los 74 años.

La FIFA anunció la inclusión de un cambio extra en caso de conmoción cerebral para la Copa
del Mundo de Qatar, cosa que ya hizo para el Mundial de Clubes de 2021
. Desde hace algunos
años, principalmente en Inglaterra, comenzaron a alertar de los riesgos de los golpes. El
seleccionado campeón del mundo en 1966 es un caso paradigmático donde los hermanos
Jackie y Bobby Charlton junto a Nobby Stiles padecieron demencia o Martin Peters y Peter
Bonetti que tuvieron Alzheimer.

En 2019 el doctor Willie Stewart, miembro del laboratorio de neuropatología de la Universidad
de Glasgow, publicó el estudio “Mortalidad por enfermedades neurodegenerativas en
exfutbolistas profesionales
”. Fueron 7676 futbolistas escoceses nacidos entre 1900 y 1976 y
23.028 hombres de un contexto similar, pero que no habían practicado deportes de contacto. El
resultado fue brutal: con menos de un tercio de personas, los ex futbolistas tenían el triple de
posibilidades de morir de una enfermedad degenerativa
. La violencia de los golpes, la falta de
protocolos estrictos, los cabezazos y el peso de la pelota son algunos de los factores que
influyen
. Actualmente una pelota profesional no supera los 450 gramos y es de material
sintético que no gana volumen con el agua como antes. De todos modos hay medidas como la
que tomó la asociación inglesa de suspender el uso de la cabeza en los partidos para menores
de 12 años para evitar riesgos.

Los ex futbolistas tenían el triple de posibilidades de morir de una enfermedad degenerativa.

La publicación del diario Olé sobre que Daniel Passarella tenía una enfermedad mental, luego
desmentido por su familia, volvió a poner el tema en agenda. Se habló que padecía Esclerosis
Lateral Amiotrófica
, enfermedad que tuvieron alrededor de 40 futbolistas italianos que jugaron
entre los años ́60 y ́80. Dada la singularidad del recorte temporal, las teorías fueron múltiples:
pesticidas, golpes, la combinación de ambos, exceso de antiinflamatorios o abuso de
sustancias dopantes.

Según un informe de la OMS de 2020, entre un 5% y un 8% de los mayores de 60 años en el
mundo tienen demencia, por eso es importante activar medidas en el deporte donde aparecen
casos pasados los 40 años. La clave pasa por prevenir, cuidar y activar. De lo contrario, seguirán creciendo.

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