Durante siglos, el continente africano fue objeto de distintas violaciones por parte de las naciones poderosas. La captura de personas de tez morena en sus costas, abasteció de esclavos al continente americano recién descubierto y ocupado por españoles y portugueses.
Asimismo, su tierra rica en innumerables minerales atrajo la avaricia de conquistadores que, en nombre de distintas coronas europeas, vaciaron al suelo africano de oro, plata, cobalto, coltán, tántalo y diamantes, entre otros.
En el año 1884 se llevó a cabo en la Conferencia de Berlín donde 14 estados, casi todos europeos (pero ninguno africano), se dividieron las naciones entre los deseos coloniales de Francia, Gran Bretaña, Alemania, Portugal, España, Italia y Bélgica. Eso explica los límites rectilíneos entre países, propios de acuerdos convencionales y no a razones geográficas. Para ilustrar digamos que, en 1880 el 90% del continente estaba gobernado por africanos, pero en 1900, sólo veinte años después, salvo Etiopía (único país del continente que nunca fue colonizado), el resto se encontraba ocupado y gobernado por europeos.
Hoy, con muchos países independizados, el continente africano presenta la menor esperanza de vida, el menor PBI per cápita, el menor índice de desarrollo humano y los porcentajes más altos de pobreza y analfabetismo.
En ese contexto histórico, Agbogbloshie, un barrio de la ciudad de Acra, capital de Ghana, se convirtió en el basurero más grande del mundo donde se vierte chatarra electrónica procedente del primer mundo. Allí habitan unas 40.000 personas que sufren duras condiciones de vida y gran nivel de criminalidad. Según el Banco Mundial, la cuarta parte de los 35 millones de ghaneses viven por debajo del umbral de la pobreza.
Los niños de Agbogbloshie hurgan entre la basura buscando metales que puedan ser reciclados, como el cobre, aluminio, acero y latón. El cobre se extrae de los cables, que son quemados sin control en hogueras que derriten el recubrimiento de plástico.
De allí se desprenden sustancias químicas que dañan la salud y el medio ambiente. Algunos afectan a la reproducción, mientras que otros pueden causar cáncer o trastornos en el cerebro. Además, por si fuera poco, por allí corre un río que lleva toda esa tragedia, aguas abajo.
Se considera a Agbogbloshie como el lugar más contaminado del continente africano, principalmente por metales tan peligrosos como son el plomo, berilio, cadmio o mercurio. En Ghana no hay leyes que prohíban la importación de basura electrónica, por eso, el país es tan popular como última parada para aparatos electrónicos que llegan como donación o declarada como producto usado para su reventa en el país. Mentira, esos aparatos están rotos, obsoletos y van a desguace.
¿Cuánto más tendrá que soportar la analfabeta África de parte de los intelectuales de Occidente? Durante siglos explotamos sus riquezas, traficamos a sus habitantes como mercancías para esclavizarlas, los colonizamos para apoderarnos de sus naciones, decidimos por ellos y ahora, los llenamos de chatarra contaminante y toxica en enormes basureros que fomentan el trabajo infantil y la criminalidad.
Algún día el mundo deberá respetar el aire, el agua, los suelos, a los animales y a la gente de África.
*Extraído de la columna Lado B del programa Fuerza Natural
