Una catarata de renuncias sacudió hoy las aguas, ya intranquilas, del gobierno de Alberto Fernández. Desde que se conocieron los resultados de las elecciones del domingo pasado, la crisis del gobierno no parece tener frenos. Finalmente, medio gabinete presentó su renuncia por escrito y de forma pública. Son todos ministros del ala más cercana a Cristina y Máximo Kirchner, y muchos analistas ven una jugada de la vicepresidenta o su hijo en las intempestivas renuncias.

Si esto fuera así, y la expresidenta Kirchner es quien está detrás de la maniobra, sería la concreción de una serie de advertencias y admoniciones que ella ya supo dirigir contra su compañero de formula. La primera de ellas llegó tempranito, allá por diciembre del 2019. En ese momento, la flamante vicepresidenta le planteó que "no se preocupe por las tapas del diario". El presidente, en cambio, debía trabajar en "llegar al corazón de los argentinos", ya que "ellos siempre van a estar con usted".

En este marco de derrumbe macrista más pandemia, quienes idearon, impulsaron y apoyaron aquellas políticas, hoy maltratan un presidente que, más allá de funcionarios que no funcionan, y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los defectos que me atribuían".

El 26 de octubre del 2020, un día antes del décimo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, la vicepresidenta apuntó directamente contra el gabinete elegido por Fernández. En un discurso en que también le pegó a la oposición, Kirchner apuntó: "En este marco de derrumbe macrista más pandemia, quienes idearon, impulsaron y apoyaron aquellas políticas, hoy maltratan un presidente que, más allá de funcionarios que no funcionan, y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los defectos que me atribuían". El día siguiente, la expresidenta decidió no asistir al acto en honor a quien fuera su marido, al igual que Máximo Kirchner.

Unos meses después, en diciembre de ese año, la vicepresidenta volvió a atacar al gabinete de Alberto Fernández. En esa ocasión, en un acto en el Estadio Único de La Plata, Kirchner trató de cobardes a algunos funcionarios. "Todos aquellos que tengan miedo o que no se animan -dijo la dirigente del Frente de Todos- por favor, hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen para defender definitivamente los intereses del pueblo". En ese discurso, la expresidenta se había referido al "lawfare", la posibilidad de una reforma de la justicia y la persecución contra su persona.

Todos aquellos que tengan miedo o que no se animan -dijo la dirigente del Frente de Todos- por favor, hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo".

A estas situaciones se sumaron desplantes, críticas veladas y algunos conflictos de alto voltaje. Uno de ellos ocurrió frente a la desaparición de la niña M, quien finalmente apareció gracias al trabajo de las diversas fuerzas de seguridad. En esa ocasión, el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni,  tomó del cuello a Eduardo Villalba, viceministro de Seguridad de la Nación, y le gritó: "¡Vos y tu ministra son unos cagones! ¡Unos inoperantes!". Se refería a la ministra Sabina Frederic, una ministra del riñón del presidente.

¡Vos y tu ministra son unos cagones! ¡Unos inoperantes!"

No se puede pasar por alto, al recordar los conflictos entre las cabezas del gobierno, la situación del Ministerio de Justicia. Marcela Losardo es una vieja amiga de Alberto Fernández, y fue su primera elección para ocupar esa cartera. Sin embargo, el entorno de la vicepresidenta consideraba que ella no era suficientemente agresiva en su tratamiento de las causas contra Kirchner. Terminó teniendo que irse, y asumió Martín Soria como ministro.

En otro momento, el conflicto giró alrededor de la cartera de Economía, dirigida por Martín Guzmán. El ministro, autor de diversos pactos con el FMI que le dieron aire a la Argentina para pagar la deuda, quería echar a Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica. Aparentemente, Guzmán le había pedido a su ministro una serie de informes, con el objetivo de intentar deshacerse de una parte de los subsidios a la energía que van a sectores más o menos privilegiados de la población. Ante la negativa de Basualdo de realizarlos, el ministro, quien en los papeles era su jefe, intentó echarlo. No pudo: el kirchnerismo cerró filas para proteger su lugar.

Finalmente, hoy, pareciera que el conflicto explotó. Aún no se sabe cuál será la resolución de este último desafío para el gobierno de Alberto Fernández.