El papa Francisco pidió hoy que se prohíba la maternidad subrogada, a la que calificó como una práctica “deplorable”. En el marco de su discurso de inicio de año al Cuerpo Diplomático acreditado ante el Vaticano, que incluye a representantes de 184 estados, el sumo pontífice hizo un llamado “para que la Comunidad Internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica”.
El jefe de la iglesia católica apuntó contra esta forma de maternidad- que es legal en Rusia y en varios estados de Estados Unidos- en consonancia con la iniciativa del gobierno italiano que presentó un proyecto para transformarla en un delito.
“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial”, dijo.
El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial
En ese sentido, consideró como “deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre", ante representantes de los 184 Estados que mantienen relaciones con el Vaticano.
Para Jorge Bergoglio, "un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato".
Apuntó contra la “teoría de género”
En otro momento de su discurso, Francisco aseguró que en las últimas décadas se ha intentado introducir nuevos derechos, “no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables", y que muchas veces dieron lugar a “colonizaciones ideológicas”.
A modo de ejemplo, incluyó: “Ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos". A su vez afirmó que estas “provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz".
“En cada momento de su existencia, la vida humana debe ser preservada y tutelada, aunque constató, con pesar, especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos", planteó el sumo pontífice.