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Deportes

La noche en que Videla y Kissinger entraron al vestuario de Perú antes del polémico 6 a 0

Kissinger

A partir de la muerte de Henry Kissinger, se reflotó una turbia historia que envuelve el polémico partido en el que la Selección Argentina venció a Perú por 6 a 0 en Rosario, en la antesala de la final de la Copa del Mundo de 1978 que luego se ganaría frente a Holanda, y que significaría el primer título mundial para nuestro país.

El equipo conducido por César Luis Menotti no había tenido muchos inconvenientes en la fase de grupos, salvo la derrota ante Italia que lo dejó en el segundo lugar de la zona. Cabe recordar que en ese tiempo, el Mundial tenía otro formato, por lo cual en lugar de series de eliminación directa, había una segunda fase de igual formato que una fase de grupos.

Al salir segunda, Argentina tuvo que mudarse de Buenos Aires a Rosario, donde derrotó a Polonia y empató con Brasil, que en la última fecha ganó su partido y obligaba a los locales a vencer a Perú por una diferencia de al menos cuatro goles para poder clasificar a la final. A partir de ahí, se originan las suspicacias alrededor del encuentro que terminó 6 a 0, con insólitos errores de los peruanos.

A pesar de que algunos de esos errores ya se habían visto en el equipo incaico, sumado a que ya estaban eliminados y no jugaban por nada, uno de los protagonistas de ese encuentro, José Velásquez, denunciaría tiempo después un accionar polémico: “Videla entró al vestuario con el secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, supuestamente a desearnos suerte. ¿Qué tenían que hacer ahí? Fue una manera de presionarnos y ver a los que se habían vendido”.

La presencia del presidente de facto Jorge Rafael Videla era habitual. Había estado en la inauguración, viajó a Rosario para el partido con Perú y estuvo en la premiación después de la final en el Monumental. La Copa del Mundo fue utilizada por la Dictadura para intentar lavar su cara en medio de las atrocidades de los crímenes de lesa humanidad. Por este motivo, la presencia de Kissinger, creador del Plan Cóndor, tenía una razón de ser.

"La presencia suya fue terrible. Algunos, acaso intimidados, dejaron de cambiarse para escucharlo. Yo, con más experiencia, seguí en lo mío, detrás de una pared, apenas lo oía hablar. No quería que nada interrumpiera mi concentración", reveló tiempo después Juan Carlos Oblitas, otro de los futbolistas peruanos.

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