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Sociedad

Analía Kalinec, la contracara de Victoria Villarruel: "Terrorismo fue el del Estado, de personas como mi papá"

Analía Kalinec es hija de un genocida, pero no sigue el mandato familiar, sino que lo enfrenta. Fundó el colectivo Historias Desobedientes, que agrupa a otras personas en su misma situación. Cuenta su historia y da su opinión sobre la aparición de Victoria Villarruel en la escena política.

Villarruel

El acto organizado por Victoria Villarruel en la Legislatura porteña abrió un debate que parecía estar saldado. A 40 años de la recuperación de la democracia, la compañera de fórmula de Javier Milei volvió a poner sobre la mesa una teoría que avala los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la última dictadura cívico militar: los llamados “dos demonios”.

Si bien el acto estuvo caratulado como un homenaje a las víctimas de los atentados que hicieron las organizaciones guerrilleras antes del 24 de marzo de 1976, la historia de Villarruel y sus vínculos con la casta militar que tomó el poder por las armas e instaló el terror como método de disciplinamiento develan las intenciones reales de la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza.

Su padre fue Eduardo Villarruel, integrante del Ejército que participó del “Operativo Independencia” llevado a cabo en Tucumán en 1975, y donde se asentó el primer centro clandestino de detención del país. Su tío, Ernesto, fue capitán del Regimiento III de La Tablada, y está acusado de delitos perpetrados en otro reconocido centro clandestino, “El Vesubio”.

Villarruel creció en ese contexto y se formó para defender la versión de los hechos de su familia. Básicamente plantea que lo que ocurrió entre 1976 y 1983 estuvo bien, que era necesario actuar de esa manera y que existe un estigma sobre los militares que no es justo. Obviamente, creen que los procesos penales en su contra son una farsa y que “no se contemplan sus derechos”.

Dos caras de una misma moneda

La contracara de Villarruel es Analía Kalinec, docente y licenciada en Psicología, que tiene algo en común con la vice de Milei: su padre, Eduardo Kalinec, ex comisario de la Policía Federal, también fue partícipe de esos años de terror, y se dedicó a perseguir, secuestrar, torturar y matar quienes hubieran sido parte de las organizaciones armadas, en lugar de llevarlos a la justicia. Además de que en la volada la ligaron miles de personas que no tenían nada que ver, pero eran sospechosos. Y por las dudas, al río.

El camino que eligen ellos es el de la negación, el de reivindicar los crímenes, el de intentar justificarlos. Nosotros lo que decimos es que no es por ahí, y como familiares de genocidas venimos a interpelar esto”, aseguró Analía a Diario Con Vos. Cuando dice “nosotros”, se refiere a los miembros del colectivo Historias Desobedientes, organización inédita en el mundo del cual es cofundadora, que agrupa a hijos y familiares de represores que se oponen a lo realizado por sus padres.

Resulta bastante irónico estar discutiendo esto cuando hace poco más de dos meses el candidato del oficialismo iba a ser un hijo de desaparecidos, como lo es Wado de Pedro. Ahora, en cambio, la virtual vicepresidenta reivindica el accionar de las fuerzas armadas en el período más oscuro de nuestra historia.

El acto organizado y llevado adelante por Victoria Villarruel el lunes pasado.

"La democracia es tan frágil que incluso aloja dentro de ella misma la posibilidad de su propia destrucción. Hay que tener cuidado en esto del respeto por el otro, hay cosas que no se pueden respetar. El odio, la tortura, el discurso que están tratando de volver a instalar, esta idea de que hay que eliminar al que piensa diferente, no se pueden respetar", reflexionó Kalinec.

El acto realizado en la legislatura le parece una pantalla: “Nadie niega el dolor de las familias que perdieron a alguien por parte de las organizaciones armadas. Me parece que lo que hace Victoria Villarruel es bastante cínico, porque utiliza el dolor de esas personas para tratar de reavivar esta idea de la teoría de los dos demonios, tratando de decir ‘estos guerrilleros cometieron terrorismo’. No, pará, terrorismo fue el del Estado, de personas como mi papá: un policía que tiene que salir a cuidar a la gente, que tiene el monopolio de la fuerza, que tiene todo el aparato estatal organizado, y en lugar de garantizar el cuidado de las personas, las secuestraba, las torturaba, las desaparecía y se robaba a los hijos”.

Lo que hace Villarruel es bastante cínico, porque utiliza el dolor de esas personas para tratar de reavivar esta idea de la teoría de los dos demonios.

En este sentido, Kalinec advirtió que “crímenes de lesa humanidad son los que comete el propio Estado contra la sociedad civil”, y que si bien el reconocimiento a las víctimas de organizaciones armadas puede ser un debate absolutamente merecedor de darse, lo que hace Villarruel es parte de “un discurso negacionista que tiene que ver con la mentira deliberada, la tergiversación de los hechos, la negación y la justificación de lo injustificable: un combo de estrategias negacionistas que las pone otra vez a trabajar socialmente”.

Al invitarla a imaginar una Argentina con personajes como Villarruel en el poder -quien además estaría al frente las áreas de Seguridad y Defensa-, la “hija desobediente” aseguró que está todo bastante a la vista: “Me imagino un gobierno de derecha que sale a reprimir los reclamos, que no tolera la disidencia y que eliminaría los organismos de derechos humanos. Apelo a la conciencia social que sabemos que existe, a que se entienda que nos estamos metiendo en un terreno bastante pantanoso”.

Si bien confía en que todavía existe un piso social de conciencia elevado y que Argentina está a la vanguardia de la lucha por los derechos humanos, ve con preocupación cómo puede penetrar este tipo de discursos en los más jóvenes, sobre todo en un contexto en el que parece avanzar un modo de vida donde prima el individualismo y la fragmentación de los lazos sociales.

“Son cosas mínimas que van sucediendo. La construcción colectiva es colectiva, y en la medida que se van cortando los espacios de disfrute, de esparcimiento, de encuentro, de reflexión, proliferan después discursos con estrategias que vemos en los medios, en TikTok. Son cosas que van construyendo subjetividad, sentidos, van instalándose ideas, lógicas de pensamiento que son importante poder pensarlas y estudiarlas”, afirmó Kalinec.

La oveja negra de la familia

El colectivo Historias Desobedientes nació en 2017, cuando la Corte Suprema declaró aplicable la ley del 2x1, la cual beneficiaba a muchos criminales condenados por delitos de lesa humanidad. En principio eran seis personas, pero hoy ya son cientos, e incluso se expandieron a países como Uruguay, Paraguay, Chile, Brasil y más recientemente, España. Además, empezaron a tener contactos con descendientes de nazis en Europa que buscan hacer un trabajo similar.

Según Analía, la condición de familiar de genocidas no debería eximir el repudio a los crímenes realizados en el marco del terrorismo de Estado. Esto le generó, tanto a ella como a todos los miembros, muchísimas dificultades personales, incluso a nivel de salud mental. Si a cualquiera le cuesta oponerse a los mandatos familiares, cuando ese mandato tiene tanto peso, la situación se torna realmente difícil.

"Generalmente somos las ovejas negras", afirmó. En su familia, de sus tres hermanas, dos están del lado de su papá, mientras que la otra intenta mantenerse lo más "neutral" posible. De hecho, acaba de ganar un juicio que le iniciaron su padre y esas dos hijas aliadas para declararla "indigna", una figura legal que buscaba, básicamente, desheredarla. Según sus palabras, "eliminarla de la familia".

Estamos adentro, es nuestra historia, y desde este lado nos paramos de cara al genocida, a estas familias, para repudiar los crímenes.

Analía, sobre su decisión de no cambiarse el apellido.

Si bien no sabe en qué momento empezó a darle la espalda al mandato familiar, cree que su educación en la UBA tuvo algo que ver: "Se me abrió un mundo desconocido. Literalmente me di cuenta que había gente que no era católica cuando entré al CBC, porque hasta ese momento mi mundo era tan cerrado que ni siquiera me lo había planteado". Sus hermanas, en cambio, estudiaron en la Universidad de la Policía Federal y siguieron el oficio paterno.

Paréntesis para una observación personal: resulta al menos curiosa la relación entre este dato sobre su educación, pública, con la discusión que se generó tras el triunfo de Milei en las PASO y lo que podría hacer en caso de llegar a la presidencia en esta materia, ¿no?

Más allá de esta situación, decidió no cambiarse el apellido. Según su visión, hacerlo sería escapar a la situación que le tocó vivir, y ella elige hacerle frente: "Nosotros estamos adentro, esta es nuestra historia, y desde este lado nosotros nos paramos de cara a la genocida, de cara a estas familias, para repudiar los crímenes".

"Llevaré su nombre", libro escrito por Analía.

La pregunta final es si todavía queda algo del cariño que supo sentir los primeros 25 años de su vida o si su papá ya es un absoluto extraño: "El recuerdo está, y la añoranza también. Tengo el anhelo de que pueda arrepentirse, hacer conciencia y aportar información que yo sé que él tiene acerca de los detenidos desaparecidos y los bebés nacidos en cautiverio".

"No tengo ningún indicador objetivo de que eso pase, al contrario. Sin embargo, creo que hay algo muy íntimo que quedó ahí configurado en ese vínculo primario de mucho cariño con este papá que hace que yo siga anhelando esta posibilidad. Es algo que de alguna manera me acercaría a él, porque el distanciamiento tiene que ver con su falta de arrepentimiento también".

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