Se vendió el predio que linda con el histórico monasterio de Santa Catalina en el casco histórico del microcentro porteño y las organizaciones vecinales expresaron su preocupación por la justa conservación de las edificaciones, de cara a una nueva obra inmobiliaria, "es muy raro que durante 40 años no aprobaron ninguna construcción y ahora en tres meses sale todo con mucha rapidez", sostuvieron.
La preocupación de la comunidad vecina a la iglesia Santa Catalina prendió las alarmas el fin de semana pasado tras las obras para desmantelar el estacionamiento que funcionaba sobre el predio situado en la manzana delimitada por la avenida Córdoba y las calles Reconquista, Viamonte y San Martín.
En principio, el lugar fue vendido a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para la construcción de un nuevo templo en la ciudad de Buenos Aires, que está planeado que se sume al que ya tienen en Ciudad Evita, sobre la autopista Ricchieri.
El reclamo por la conservación urbana se preocupa por los daños que podría ocasionar una megaobra emplazada en ese sitio: El terreno elegido para la nueva sede de la Iglesia mormona forma parte de un Área de Protección Histórica del microcentro porteño, al igual que las dos construcciones vecinas -el monasterio y la iglesia de Santa Catalina- que datan de 1745 y que fueron declaradas como Monumento Histórico Nacional.
No es la primera vez que la organización ciudadana critica las obras a cargo del Gobierno de la Ciudad. Vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, junto a la organización "Amparo Ambiental Chacarita", la semana pasada se congregó en el Jardín Botánico para protestar por los daños medioambientales del show de luces. Sus reclamos están centrados en la conservación del tejido urbano y la búsqueda de condiciones de vida agradables para los habitantes del centro porteño.
Qué pasa con el predio vecino a la iglesia Santa Catalina
El lote es foco de atención tanto del grupo vecinal del convento, así como también de organizaciones dedicadas a la preservación, como Basta de Demoler, por su "reconocido valor patrimonial" vinculado a la época colonial, pero también por la existencia de informes que aseguran que allí hay restos arqueológicos que deben protegerse.
De hecho, estuvo vigente durante años una medida judicial motorizada por las organizaciones que impidió la realización de un emprendimiento inmobiliario para levantar una torre de 20 pisos y, en 2022, fue frenado un convenio urbanístico entre el Gobierno local y la empresa propietaria del sitio hasta julio que contemplaba un edificio de oficinas.
"Queremos ver qué es lo que van a hacer ahí porque resulta una locura sin consideración ya que está al lado del monasterio y ahí hubo un cementerio", señaló Carina Conti, una vecina del Santa Catalina, y agregó que mantuvieron contacto con los representantes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días pero que no lograron obtener detalles del proyecto que prevén ejecutar.
Alfredo Salas, representante de la Iglesia momona, informó que están "en proceso de adquisición del terreno, cumplimentando todo" y adelantó que pronto podrán "anunciar formalmente la compra", informó Télam.
Desde la Comisión Nacional de Monumentos indicaron que pedirán a los propietarios "información para ver qué se va a hacer de modo que su proyecto no sea dañino o perjudicial" para la iglesia y el monasterio.
Por su parte, Basta de Demoler difundió un comunicado ante "el inminente cambio de destino del predio contiguo al convento y la iglesia Santa Catalina", en el cual reafirmó "la permanente actividad en defensa del patrimonio histórico y arquitectónico" y adelantó que "procederá, por las vías legales correspondientes, en caso de que la tutela de tal patrimonio se halle en peligro en el futuro". Desde la organización, presentaron un proyecto de ley para la creación de una plaza en ese espacio.
Historia del monasterio de la orden de las Catalinas
La iglesia y el monasterio alojó a la orden de las Catalinas, conformada por mujeres religiosas, desde mediados del siglo XVIII hasta la década de 1970, cuando la congregación se trasladó a San Justo, en la provincia de Buenos Aires.
De acuerdo a un informe arqueológico elaborado hace unos años por la investigadora del Conicet Ana Igareta y solicitado por el rector del monasterio y la iglesia, presbítero Gustavo Antico, en el terreno lindante "se ubicaron inicialmente su cementerio, el huerto y sucesivas construcciones erigidas y demolidas a través de los siglos".
Según la cronología, entre 1750 y 1898 fueron solicitadas licencias para el entierro de 43 religiosas, lo que implica "que fueron inhumadas entre los siglos XVIII y XX en la manzana que nos ocupa y solo hay registro de la exhumación y traslado de una de ellas, la madre fundadora del Monasterio".
"El resto de los esqueletos y de su cristiana sepultura permanecen conservados en su subsuelo, en un sector que no ha sido identificado aún", sostiene y advierte sobre la importancia de la protección de los materiales arqueológicos que podrían permanecer en el lote.