Era un viral, y atrás del viral había una canción, y atrás de la canción venía otra canción que por algún motivo hablaba de “los terroristas” y de la que -de verdad- no se acordaba ni su propio autor, que en ese momento llevaba cinco años retirado de la música y dedicado a predicar la palabra de Dios. Era un viral, y como la mayoría de los virales empezó a correr en Estados Unidos por iniciativa de un youtuber japonés que se grabó bailando con amigos el single debut de un DJ de 23 años que, a su vez, sampleó a un reggaetonero puertorriqueño. Era un viral en el que entraron los programas con panelistas de la TV argentina, el ejército noruego y Los Simpson.
No tenía sentido, objetivo ni mensaje: no buscaba concientizar a nadie en nada, como el baldazo de agua fría de la ELA. Había que quedarse más o menos quieto con cara de aburrido hasta que cayera el bajo del tema y entonces todo el mundo pasaba a moverse espásticamente hasta que alguien dejara de grabar. En 2013 “Harlem Shake” -la canción de Baauer- pasaba el mes de marzo completo como número uno del ranking de singles de Billboard, lo cual significa que hace exactamente diez años era el hit más grande de este planeta. Todo gracias al Harlem Shake, el viral en cuestión, que así como llegó se fue y hoy, con la perspectiva que da el paso de una década, es recordado por todos los que lo hicieron, no con vergüenza, pero tampoco con mucho orgullo.
El 2 de marzo de 2013 Billboard oficializó “Harlem Shake” como la canción más popular del mundo en ese momento ubicándola en el puesto número uno de su chart, y ahí se quedó todo el mes. Desplazó a “Thrift Shop” de Macklemore y Ryan Lewis (feat. Wanz), que se cobró venganza y volvió a la posición de privilegio en abril. “Harlem Shake”, a esa altura, ya tenía casi un año: la explicación para su éxito con demora fue el video viral de marras.
Justo un mes antes (2 de febrero de 2013) un creador de contenido para YouTube llamado George Miller -nipón, de ascendencia australiana, residente en Estados Unidos- había subido a la plataforma de streaming un clip en el que él y tres amigos bailaban (más bien se retorcían) al ritmo del tema. Estaban disfrazados de samurai, alien, Power Ranger rojo y (pongámosle) Pantera Rosa, y entraban en trance cuando caía el bajo del tema. A la comunidad le pareció un plato, y unos chicos en Australia -con el nombre colectivo de TheSunnyCoastSkate- decidieron copiarlo y también subirlo. El mundo se copó. Un mes más tarde se hacía en el Obelisco.
Para que el meme existiera primero tuvo que existir la canción, la criatura de un muchachito de Philadelphia que se llamaba Harry Bauer Rodrigues pero firmaba como Baauer. El 22 de mayo de 2012 “Harlem Shake” se oficializó como el primer single de la carrera del artista, pero ya circulaba en Internet desde hacía unos meses: Baauer la grabó en su cuarto, con su computadora, y la subió de onda a un Soundcloud, y después un sello la descubrió y se la editó. Gran decisión, teniendo en cuenta que terminó siendo Doble Platino (dos millones de copias vendidas) sólo en Norteamérica.
Para hacer la canción Baauer echó mano a un compilado de loops y samples que había publicado un dúo de DJs de su terruño. Le divirtió especialmente uno de estos clips en los que aparecía la voz de lo que él pensaba que era una mujer, y lo usó como motivo principal de su tema. “Es de Philadelphyinz Moombahton Loops and Samples, comienza en el minuto 7:10 y ella está diciendo ‘¡con los terroristas!’”, dijo el DJ en una entrevista que le hicieron en aquel momento en Reddit. Los usuarios lo corrigieron: no era una chica, era Héctor el Father.
Héctor Luis Delgado Román estuvo muy arriba. Su disco como parte del dúo Héctor & Tito A la reconquista (2002) es considerado uno de los más importantes de la historia del reggaeton, a la altura de Barrio Fino de Daddy Yankee y The Last Don de Don Omar (músico que precisamente empezó como protegido de Héctor). Como solista firmó para Roc-A-Fella Records, el sello de Jay-Z, con quien incluso colaboró en el tema “Here We Go Yo”. En 2008 lo acusaron de haber iniciado un tiroteo cuando una fan le pidió un autógrafo, su entorno se lo negó y el esposo de la chica se puso nervioso. “Tírale que se puso guapito”, dicen que dijo, y lo detuvieron por eso pero finalmente lo liberaron. Para El Father todo eso fue demasiado: de un día, en lo mejor de su carrera, para otro anunció su retiro de la música para dedicarse a seguir a Jesús.
Salto temporal a 2013. Ya muy poco quedaba de los ingresos reggaetoneros de Héctor, que soñaba con construir un templo y una radio para potenciar su tarea evangelizadora pero no tenía con qué. En eso recibió una llamada de su manager, Javier “Cholo” Gómez. La relató en una entrevista.
-Héctor, ¿tú grabaste una canción de los terroristas?
-Qué terroristas, Cholo, si yo estoy predicando al Señor.
-Héctor, si tú tienes una canción de los terroristas…
-Cholo, yo no sé nada de terroristas.
-A ver, escúchala.
-Ese no soy yo.
-¿Estás seguro, Héctor?
-Que ese no soy yo.
Héctor llevaba casi cinco años sin cantar ni escuchar ninguno de sus temas, por lo que no tenía el más mínimo registro de que para un remix de su canción “Maldades” de 2006 había grabado una línea que decía “el terror… ¡con los terroristas!”. Se lo señaló su hijo: “Papi, que ese eres tú”, le dijo. Y sí, el del hit y el del viral era él.
El ex reggaetonero, ahora pastor, terminó de tomar consciencia de que la cosa iba en serio cuando recibió un llamado del New York Times al día siguiente, preguntándole cómo pensaba proceder. Sus abogados querían hacer lo que hacen los abogados: demandar por varios millones de dólares. Pero Héctor se negó: “Eso no fue lo que Jesús me dijo”, declaró. Y se limitó a aceptar su destino: “Que Dios me dé lo que me quiera dar”. Lo que el jefe le dio fue una cantidad no determinada que le alcanzó para construir Maranatha, su templo y su radio.
El epílogo, a diez años de esta historia de enredos, dice que El Father volvió a la música en 2018 y editó algunos singles, siempre en plan devocional. Baauer, en tanto, jura que no vio un dólar con su creación, gracias a los samples no acreditados: “No los autoricé porque estaba en mi fucking cuarto en Grand Street. No iba a pensar en llamar a Delgado. Ni sabía quién había hecho ese tema”. No repitió ese nivel de éxito pero mal no le fue: trabajó con Tom Morello de Rage Against the Machine, con Pusha T, con unos cuantos más. El viral, finalmente, pasó a mejor vida en cuestión de días: lo hicieron algunos, después lo hicieron todos, acto seguido no lo hizo nadie y por último hoy, una década después, tiene su tibio rescate en TikTok por parte de gente que se niega a dejar morir una gansada simpática que supo hacerla feliz en su juventud. No descartemos un regreso a caballito de la nostalgia en unos años.