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Columnistas

Sonría, la vida está editada

De todos los gestos posibles, sonreír para la foto es el más automático y hegemónico. Preferimos que nuestros recuerdos sean alegres. O que parezcan (en esta época es lo mismo). Y entonces es eso lo que se registra.

Pero no fue siempre así. Hubo un tiempo en el que las personas les sonreían a otras cosas que no eran cámaras. Y durante los primeros cincuenta años de la fotografía, la gente que se sacaba fotos no sonreía.

Preferimos que nuestros recuerdos sean alegres. O que parezcan (en esta época es lo mismo).

Es cierto que la salud dental no era de lo más fotogénica, pero no era ese el principal motivo del gesto serio frente a una cámara. Sacarse una foto era una ceremonia extraordinaria que tenía su etiqueta y un protocolo con limitaciones técnicas. Había que ir a un lugar específico, vestirse para la ocasión y contar con el dinero suficiente para pagar la toma. Pero sobre todo, era indispensable quedarse quieto. El tiempo de exposición era largo y cualquier mínimo movimiento hacía que la foto saliera movida.

Kodak 1, la primera cámara de fotos portátil.

Nadie tiene la sonrisa firme. El gesto adusto de las fotos antiguas explica esa tensión de quietud forzada, más cercana a la experiencia de hacerse una radiografía de tórax que a la de sacarse una foto. Quieto. Quieto. No respire.

Todo cambió en 1888 cuando alguien sonrió para la foto por primera vez. Fue frente a una Kodak 1, la primera cámara amateur que, por su tamaño reducido, simpleza de manejo y bajo costo, popularizó la fotografía e instaló la sonrisa como acto reflejo frente al click.

La selfie de Ellen DeGeneres durante la gala de los Oscar en 2014 dio la vuelta al mundo

Pasó el tiempo y todavía seguimos sonriendo. Cuando en el futuro algún arqueólogo del siglo XXX encuentre los restos de Instagram -¿dónde podría encontrarlos?-, tendrá la certeza de que en el siglo XXI toda la gente era feliz, sonreía siempre, comía manjares decorativos y la pasaba genial. El registro de la vida puede no coincidir con el original, podría ser un aviso legal sobre el que los abogados de Instagram tendrían que ir trabajando.

Cuando en el futuro algún arqueólogo del siglo XXX encuentre los restos de Instagram, tendrá la certeza de que en el siglo XXI toda la gente era feliz, sonreía siempre, comía manjares decorativos y la pasaba genial.

A la pose sonriente para la foto se le sumó el beboteo y la chance profesional del Photoshop (que tiene su equivalente amateur en los filtros de Instagram). Pero en los casi 200 años de historia de la fotografía nunca se había pensado que el objetivo más atractivo para hacer una foto podía ser el mismo fotógrafo. Las selfies lograron el milagro de hacer coincidir los dos lados del mostrador. Posar para la foto es ahora lo mismo que sacarla.

La cara de selfie también sonríe. Pero hay algo extraño en esa sonrisa: la boca no coincide con los ojos, está disociada. Tras la búsqueda de la sonrisa perfecta sobreviene un gesto duro, cargado de la rigidez de los esfuerzos. Y la mirada de selfie queda siempre estrábica. Lo autopercibido no sale en la foto.

Es sabido que los gestos repetidos van moldeando el rostro. Se trata de una erosión facial que hace que después de los treinta años las personas ya tengan la cara que se merecen. Y así, de selfie en selfie, es de temer que en un futuro cercano veamos por la calle a personas con un gesto cristalizado. Los reconoceremos por su andar torcido, su cuello ladeado y esa mirada de cabra asustada que igual sonríe.

El fenómeno tiene una explicación: quien se saca una selfie está tan preocupado por salir bien que no mira al lente de la cámara sino a la pantalla del celular. Mientras la mitad de la cara está posando para la foto, la otra mitad está sacándola. Y ese es el momento de tensión que queda registrado. Un gesto que lo une al de sus ancestros que posaban serios y solemnes para que las fotos no salieran movidas. Antes y ahora, los esfuerzos para editar la vida siempre encuentran una forma novedosa de hacerlo. Todavía nadie puso una placa de tórax en un portarretrato.

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