En los últimos días, volvió a las redes "el fantasma de la burundanga" a través de testimonios de personas que, presuntamente, fueron drogadas por tocar papeles en la vía pública. ¿Cuánto de esto es cierto y cuánto es producto de la sugestión?
Las historias suelen ser siempre similares: personas que experimentan malestares -mareos, sensación de pérdida de conocimiento, incapacidad de coordinar movimientos- tras haber, presuntamente, entrado en contacto con "un papelito" que contendría esta droga.
Sin embargo, la escopolamina, masificada como leyenda urbana bajo el término "burundanga", puede ser inhalada, bebida o inyectada, pero no actúa a través de la piel por un contacto casual y al pasar. Si bien es una droga real que causa los efectos que describen, la piel no la absorbe fácilmente, y si lo hace debe ser mediante parches con grandes dosis y en contacto prolongado.
¿Por qué aparecen los mismos síntomas?
Aunque haya pruebas de que no hay forma de ser drogado a través de un contacto tan efímero, no son pocas las personas que reportan síntomas similares a la intoxicación con escopolamina tras haber vivido una situación inusual en la vía pública.
Es altamente probable que esta sensación se deba al llamado "efecto nocebo". ¿Qué significa esto? Es la situación en la que un paciente presenta los posibles efectos secundarios o síntomas que produce un medicamento o tratamiento solo porque el paciente cree que pueden ocurrir.
La paranoia y la somatización juegan un papel clave en estas situaciones. No sería extraño que la persona crea que fue drogada al escuchar historias sobre secuestros con esta sustancia.
Estos días circuló otra vez en redes el fantasma de la burundanga. Es un mito urbano que se replica por oleadas cada vez que aparece algo en los medios, y que en Rosario le arruinó la vida a Javier Messina, alias Dios Punk, un inocente que fue escrachado por error.
ABRO HILO 🧵 pic.twitter.com/4tcppj6FmQ— Nicolás Maggi (@nicolasmaggi87) February 4, 2022