Cecilia Gentili, actriz y activista trans argentina, murió hace dos semanas a los 52 años y su velatorio se hizo en la catedral de San Patricio, en la Quinta Avenida de Nueva York. Allí, sus seres queridos y admiradores se juntaron para despedirla, pero a la Iglesia Católica no le gustó nada. La Archidiócesis local definió el funeral como una ceremonia "sacrílega y engañosa".
"La madre de todas las putas", así definieron sus seres queridos y admiradores a Cecilia Gentilli en su funeral. La ceremonia juntó a más de mil personas el jueves pasado que se congregaron para darle el último adiós en la catedral de San Patricio. El reverendo Enrique Salvo, rector del establecimiento religioso, emitió un comunicado diciento que su oficina no sabía que su "bienvenida y oración serían degradadas de una manera tan sacrílega y engañosa". Según este texto, la catedral sólo sabía que la familia y amigos de la activista habían pedido "una misa funeraria para una persona católica".
La mayoría de los asistentes a la ceremonia pertenecen a la comunidad LGBTIQ+ y asistieron con ropa extravagante, aprovechando el evento para pedir por la protección de la salud sexual y los derechos del colectivo. Durante el funeral, además, se refirieron a la difunta como "la santa Cecilia, la madre de todas las putas", cosa que molestó en el mundo eclesiástico, que interpretó este acto como "una parodia de la fe cristiana".
Por su parte, la familia de Cecilia Gentili acusó mediante el New York Times a esta archidiócesis de hipócrita y de odiar a las personas trans. "El único engaño presente en la catedral de San Patricio es que afirma ser un lugar que acoge a todo el mundo", dijeron.
Y agregaron: "Trajimos vida preciosa y alegría extrema a la Catedral en un desafío histórico a la hipocresía y el odio antitrans de la Iglesia. El funeral de Cecilia Gentili, que llenó los bancos de una manera que la Catedral sólo puede hacerlo durante el servicio de Pascua y los funerales de la Policía de Nueva York, fue un reflejo de el amor que tenía por su comunidad y un testimonio del impacto de su incansable defensa". Para cerrar, dijeron que "el 'regreso a casa' de Gentili quedará en la historia como un acto radical de amor y el funeral de una santa revolucionaria en nuestra comunidad".
Cecilia era reconocida por defender los derechos de trabajadores sexuales y personas con VIH. Incluso llevó adelante una obra de teatro que relataba su relación complicada con la religión y la iglesia, ya que se autodenominaba como atea. Durante una entrevista, había explicado que se sintió rechazada por todos los grupos cristianos por ser trans y eso la llevó a abandonar su fe.