El Sumo Pontífice realizó la típica ceremonia previa al Domingo de Resurrección y habló de la "corrupción", "la guerra" y "la indiferencia del mundo". La misa se realizó en la Basílica de San Pedro completando el útimo día de triduo pascual, donde los fieles lloran y lamentan la muerte de Cristo previo a su resurrección.

"Otras veces, nos hemos sentido impotentes y desalentados ante el poder del mal, ante los conflictos que dañan las relaciones, ante las lógicas del cálculo y de la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, ante el cáncer de la corrupción, ante la propagación de la injusticia, ante los vientos gélidos de la guerra", declaró el Papa en este sábado de Semana Santa.

Enumeró también las razones que niegan la esperanza como el "no hay nada más que hacer", "las cosas no cambiarán nunca" y el "mejor vivir al día" dado que "no hay certeza del mañana". Y en ese sentido celebró la "alegría del encuentro con Jésus", como forma confrontar la desilusión.

Denunció también la "indiferencia de un mundo donde parece que siempre prevalecen las leyes del más astuto y del más fuerte".

Finalmenmte, reivindicó "la fuerza de las Pascua" como forma de "quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza", cerrando así una de las ceremonias más importantes de la Iglesia Católica.