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Cultura & Espectáculos

Adidas, Messi, y el uncanny valley: ¿por qué te pone incómodo la publicidad de la marca de ropa?

Lo último que recordás es irte a dormir, arropado por tus sabanas, en una noche de verano. Ahora no sabés muy bien donde estás, aunque el pasillo por el que vas caminando tiene un llamativo parecido al de tu casa. Tenés miedo, aunque no sabés por qué, hasta que aparece del otro lado del pasillo una figura. Es tu mamá, y te produce alivio que ella también esté en ese extraño lugar.

Sin embargo, cuando la mirás con atención, te das cuenta que no puede ser tu mamá. El tamaño de su cuerpo y la forma de su cara están bien, pero le falta algo, un no sé qué, para ser realmente tu madre. Buscás en su cara, en el interior de sus ojos, en la textura de su piel, qué es lo que no tiene, o lo que le sobra, para parecerse de verdad a tu madre, y te empezás a poner nervioso. Seguís caminando hacia ella, buscando su humanidad, hasta que quedás a apenas un palmo de su cara. Te sonríe, y la sonrisa es todavía menos humana. Se sigue abriendo esa sonrisa, ocupa toda su rostro, muestra sus dientes afilados, su lengua bífida, hasta que la cara le cambia de repente, y el reptil inmemorial que ocupaba la figura de tu madre se lanza contra vos. Te despertás, sudado, en tu cama. Era solo un sueño.

Ese efecto particular, que le causaba esta madre ensoñada al protagonista de esa pesadilla antes de ser devorado, es muy similar a lo que produce la extraña publicidad que hizo Adidas para el Mundial Qatar 2020, en la que aparecen no uno, no dos, sino cinco Messis distintos jugando a la pelota al ritmo de Live is Life, rememorando ese fantástico precalentamiento de el Diego. Sin embargo, ninguno de los Messis, hechos aparentemente con CGI sobre una cancha, parece realmente humano: todos están incómodamente al borde, como un alien, o un reptil inmemorial, que busca parecerse a un ser humano al que amás para que te acerques, con tu tierna carne bajo tu piel salada. Como el lobo disfrazado de abuela, esperando a Caperucita Roja.

Eso que se siente al ver la publicidad se llama Uncanny Valley (o valle inquietante), y es un concepto nacido de la estética, sobre todo relacionado a la robótica y la producción de figuras humanas con animación 3D. Lo inventó el profesor de robótica japonés Masahiro Moria, y sugiere que los objetos humanoides, que representan de forma ligeramente imperfecta a verdaderos seres humanos, provocan una sensación inquietante y de rechazo en sus observadores. La idea del "valle" busca mostrar cómo cae la afinidad del observador humano por la réplica a medida que esta se parece cada vez más a otro humano.

El gráfico muestra cómo funciona el valle inquietante, y como la respuesta negativa aumenta cuanto más se parece la réplica al ser humano.

Un ejemplo obvio es la diferencia entre las muñecas de trapo, con apenas una cara dibujada y pelo de hilo, cosido al sencillo juguete, comparadas con esas muñecas de plástico, con ojos que te siguen por la habitación y se cierran cuando las cambiás de posición. Mientras las primeras prácticamente no tienen detractores, las segundas le generan verdadera incomodidad a muchísimas personas. También está la película El expreso polar, de Warner Brothers, que es imposible de ver para mucha gente por el incómodo diseño de sus personajes (un crítico de la CNN, por ejemplo, afirmó que "esos personajes humanos en la película son completamente...bueno, perturbadores". Agregó: "El expreso polar es desconcertante y un tanto horrible").

Uno de los personajes "perturbadores" de El expreso polar.

Hay muchas hipótesis con respecto a las posibles causas de esa incomodidad, que van desde la biología (hay quienes dicen que el aspecto casi humano de algunas figuras es similar al de algunos enfermos, o a un cadaver, y nuestro cuerpo nos pide que nos alejemos), hasta la religión, por la aparente falta de alma de esos robots o animaciones, o hablan del miedo a la muerte, ya que esa figura casi humana nos confrontaría con nuestra propia mortalidad. Más allá de la explicación, los animadores de Adidas harían bien en tenerlo en cuenta para la próxima, porque es muy raro eso de poner, bajo una canción que habla de la vida, a esos humanoides sin brillo en los ojos, permanentemente al borde de abrir sus mandíbulas para mostrar sus dientes afilados y sus lenguas bífidas.

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