Los cuatro perros - "hijitos de cuatro patas", como suele referirse a ellos- de Javier Milei se llaman Milton, Robert, Lucas y Murray. Son hijos de Conan, su mastín inglés. Cada uno de ellos obtuvo su nombre de uno de los economistas que bguían las ideas del dirigente libertario: Milton Friedman, Robert Lucas y Murray Rothbard.
Rothbard es el autor de algunas obras seminales para la filosofía y economía libertarias, como Hombre, Economía y Estado, Por una nueva libertad: manifiesto libertario o La ética de la libertad. En este último libro, el pensador estadounidense plantea algunas ideas realmente particulares, que podrían ayudar a entender de dónde vienen los planteos más extraños de Milei, como la venta de órganos o el derecho a morir de hambre.
Un padre no tiene el derecho de agredir a sus hijos, pero tampoco debería tener ninguna obligación legal de alimentarlos, vestirlos ni educarlos.
Murray Rothbard
La ética de la libertad se publicó en 1982, mientras Rothbard enseñaba economía en la Universidad de Nevada, Las Vegas. Ya se había peleado, para ese momento, con buena parte de los intelectuales libertarios más importantes de su época, como Friedman o la escritora Ayn Rand. Basándose en la idea de los "derechos naturales", aquellos derechos que provienen del mismísimo Dios o la naturaleza, el economista aplicó su ética libertaria a una multitud de problemas, como la Justicia, la niñez, el aborto, los sobornos o los derechos de los animales.
Para Rothbard, los seres humanos tienen un derecho de propiedad radical sobre su propio cuerpo y sus propiedades. Al mismo tiempo, no tienen derecho a nada que no puedan proveerse a sí mismos. Los niños, al no ser aún capaces de proveerse a sí mismos, al no ser aún adultos, "pertenecen" a sus padres. "La madre -dice Rothbard- es la dueña natural y legítima dueña del bebé, y cualquier intento de quitarle el bebé por la fuerza es una invasión a su derecho de propiedad".
Debemos enfrentar el hecho de que una sociedad libre va a tener un floreciente mercado de niños
Sin embargo, el teórico plantea algunas limitaciones a ese derecho de propiedad. Para él, los bebés "poseen el derecho a la auto-propiedad, en virtud de ser una entidad separada y un potencial adulto". "Por lo tanto -sigue Rothbard- debe ser ilegal y una violación a los derechos del niño que sus padres lo agredan, mutilándolo, torturándolo, asesinándolo, etc".
Pero el problema no termina ahí. Como para Rothbard "en una sociedad libre ningún ser humano tiene la obligación legal de hacer nada por otro, ya que esto violaría los derechos del primero", los padres tampoco tienen deberes para con sus hijos. "Esto significa que un padre no tiene el derecho de agredir a sus hijos, pero también (énfasis del original) que el padre no debería tener ninguna obligación legal de alimentar, vestir, ni educar a sus hijos, ya que esta le quitaría al padre sus derechos", argumenta. "Los padres deberían tener el derecho legal de no alimentar a sus hijos, es decir, dejarlos morir", concluye, sin concesiones, el ídolo de Milei. Los derechos del niño, por lo tanto, se reducen a dos: no recibir violencia física directa y, como bien dice el pensador libertario, "el derecho absoluto a irse de su casa", que es "la expresión suprema del derecho a la auto-propiedad del niño, sin importar la edad".
La cosa, por supuesto, no termina acá. "Si un padre es dueño de su propio hijo (bajo los principios de la no agresión y la libertad de escapar), entonces también puede transferir esa propiedad a otra persona", planteó Rothbard. "Puede darlo en adopción, o vender los derechos al niño, en un contrato voluntario", agrega. Añadió: "Debemos enfrentar el hecho de que una sociedad libre va a tener un floreciente mercado de niños". Eso sí, guarda: "Una mirada atenta a esta idea va a revelar el humanismo superior de semejante mercado".
Coherente hasta el final, Rothbard se lanza a defender otra libertad fundamental de los niños: la de trabajar. "Las supuestamente humanitarias leyes de trabajo infantil han prohibido a los niños, de forma sistemática, su entrada a la fuerza de trabajo, privilegiando así a sus competidores adultos", propuso Rothbard, el ídolo de Milei, a quien homenajeó con su perrito.