No es la primera vez que un accidente se transforma en una tragedia, durante la grabación de una película o de un programa de TV. Los casos de Brandon Lee, o el más reciente de Alec Baldwin, son ejemplos del exterior. Sin embargo, en Argentina ocurrió algo similar en 1992 con el actor César Pierry.
Nacido en 1955, Pierry consiguió su máximo nivel de exposición en la televisión argentina durante la década de los 80, luego de compartir obras de teatro con artistas como Pepe Cibrián, Antonio Gasalla y María Fernanda Callejón. Entre 1987 y 1990 formó parte del elenco de “Matrimonios y algo más”, en el actual canal América.
Pero el 10 de julio de 1992, Pierry grababa un capítulo de la tira “Mi socio imposible”, continuación de la exitosa Detective de señoras, que había protagonizado el año anterior, cuando una granada de humo le explotó encima. El estallido le causó gravísimas heridas en la mano izquierda, en donde le tuvieron que amputar tres dedos y perdió el sostén esquelético de los otros. Sus compañeros, Fernando Lúpiz y Ricardo Morán que estaban a su lado, debieron ser atendidos con heridas leves.
Pierry permaneció internado en el Hospital Británico y fue operado 4 veces. El 29 de julio, 19 días después del accidente, cerca del final de lo que fue su última intervención quirúrgica, sufrió un paro cardiorrespiratorio que le ocasionó la muerte. Tenía 37 años.
Siempre se sospechó que la muerte de Pierry estuvo asociada a un caso de mala praxis, relacionada con un error en la medicación o a un exceso de anestesia, entre otras suposiciones nunca esclarecidas.
Su compañero de elenco Ricardo Morán, cuando se enteró del deceso, comentó: “Es muy difícil. Anoche lo vi, hablamos, estaba bien y hoy sabíamos que se iba a operar, estaba de ánimo. No tiene sentido lo que ocurrió, los padres estaban contentos, todos muy esperanzados. No entiendo nada, pero cuatro operaciones en 20 días es mucho”.
El 29 de julio, 19 días después del accidente, cerca del final de lo que fue su última intervención quirúrgica, sufrió un paro cardiorrespiratorio que le ocasionó la muerte. Tenía 37 años.
“Me afectó y me afecta muchísimo. Pero me dejó dos importantes enseñanzas: que no debemos creernos infalibles, y que si un efecto falla, debe fallar en los ensayos que realizamos en nuestro taller y no en un set”, había dicho en 2006 Eduardo Cundom, encargado de los efectos especiales en “Mi socio imposible”.