Por Carlos Fuentealba V.

Es la mañana más oscura del año en Berazategui y llueve a cántaros. Se corta la luz en la escuela de Policía Juan Vucetich y nada se detiene. Todo continúa en un ritmo más íntimo. Un grupo de uniformados desfila entre los árboles en un silencio sepulcral, muy matutino, que les entrega una dignidad marcial y, a la vez, cierto halo fantasmático. Es uno de esos días frágiles de septiembre en que ni los pájaros cantan y nadie quisiera molestarse con nadie.

En un oscuro salón junto a la vieja casona colonial desde donde se dirige el predio, se agolpa un grupo de instructores. Apenas cruzan palabras. Mecánicamente, recolectan los pulóveres y paraguas empapados y los dejan en un rincón. El silencio, sin embargo, no se hace incómodo. Hay café y bocados, pero nadie prueba nada.

Nos permite abordar un tema que siempre fue dejado de lado en la Argentina: la salud mental y emocional del efectivo." (Lisandro Fiorino, oficial de la Dirección Halcón)

Entra una mujer a la sala y sin levantar mucho la voz, saluda a todos los alumnos que sigilosamente han desplegado sus mats en orden. Les pide que inspiren profundamente por la nariz, concentrados sólo en el aire fresco y húmedo que les llena los pulmones de vitalidad. Y luego que expiren al mismo ritmo, sintiendo cómo el silbido del aire que sale va relajando todo el cuerpo.

Afuera llueve cada vez más fuerte. Son las ocho de la mañana y acaba de comenzar la clase de yoga para policías.

Una necesidad cultural

Lisandro Fiorino tiene 43 años y es oficial de la Dirección de Seguridad Especial Halcón, aquella fuerza policial especializada de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que fue creada durante el gobierno de Alfonsín y tuvo su bautismo de fuego durante el copamiento militar de La Tablada.

Este año fue designado para formarse en yoga, aunque dice que de no ser así lo hubiese solicitado de mutuo propio. ''Había leído sobre otras fuerzas a nivel internacional que habían hecho esta experiencia en Canadá, Estados Unidos e India, con resultados muy positivos".

Se le nota entusiasmado con el curso. Es el primero en llegar a la mañana y el que se ubica más cerca de la instructora. "Lo veo muy bien porque nos permite abordar un tema que siempre fue dejado de lado acá en Argentina, que es el bienestar y la salud mental y emocional del efectivo", comenta.

Fiorino explica que muchas más veces de las que hubiese deseado, se ha notado a sí mismo y a sus compañeros pasados de rosca. "Es que el estrés en el ambiente policial es muy fuerte. Nosotros queremos cumplir la función lo mejor posible, pero los requerimientos del servicio son altos y uno no puede descansar lo que quisiera o necesita. Las circunstancias te obligan a pasar de una situación a otra y a tener que actuar con la misma entereza. Entonces estas herramientas son importantes para nosotros y para nuestras familias", explica.

Un grupo de uniformados desfila entre los árboles en un silencio sepulcral, muy matutino, que les entrega una dignidad marcial y, a la vez, cierto halo fantasmático.

Su visión del curso es corroborada por la directora de Capacitación y Entrenamiento Flavia Tello, como uno de los objetivos centrales de esta formación, que esta encuadrada en el marco de un taller enfocado en el bienestar y la salud psicológica del cuerpo policial.

"No podemos pedirle a la policía que nos cuide si ellos no son cuidados' –comenta–'por eso trabajamos esta formación desde una perspectiva de salud mental. En talleres anteriores estos instructores estuvieron con psicólogos y psiquiatras trabajando sobre el bienestar, las redes de contención que necesitan y algunas herramientas prácticas para lidiar con el estrés''.

No podemos pedirle a la policía que nos cuide si ellos no son cuidados". ( Flavia Tello, directora de Capacitación y Entrenamiento)

Según Tello, buena parte del trabajo que debe hacerse tiene que ver con deconstruir los prejuicios que las fuerzas policiales tienen sobre la salud mental. ''Tradicionalmente, para las fuerzas policiales el psicólogo o el psiquiatra es la persona que les puede quitar el arma, el que los puede dar de baja o trasladar a tareas no operativas. Hay un fantasma sobre el bienestar psicológico que los lleva a no querer evaluar el propio estrés en una labor que les exige salir todos los días a la calle a poner en riesgo su vida", explica.

Por eso este año, cuenta, en el marco de un Convenio con la Embajada de la India, se decidió incorporar el yoga, ''como una forma de hacernos cargo en conjunto de una transformación en la cultura de la institución enfocada hacia el bienestar''.

Vocación de servicio

''Desde el punto de vista del yoga el estrés es acumulativo'' explica Patricia Viaglio, la instructora a cargo de la formación. ''Uno lo percibe por síntomas corporales: tensiones, rigideces físicas, disfuncionalidades en el sueño, en el apetito. Ese estrés produce una interferencia en la toma de decisiones y es muy importante que lo aprendamos a manejar para que la toma de decisiones sea lo más inteligente posible''.

Viaglio es argentina, pero ha hecho formaciones en yoga en la India, Australia y Colombia. Fue designada para esta capacitación por la Embajada de la India en su calidad de representante de la Bihar School of Yoga. ''Yo hice un voto de servicio a esa escuela. Soy lo que se llama una sanniasin o renunciante. Esto significa que tomé un compromiso de difundir las enseñanzas con seriedad y sinceridad. Significa también comprometerme no sólo con lo que enseño, sino que conmigo misma, que esto que enseño también lo aplico en mí'', explica.

Según explica, en la India esta enseñanza se entrega habitualmente a la policía, al ejército y se da también en las penitenciarías. ''Yo acá me he encontrado con lo más hermoso que me puedo encontrar: gente con disciplina. Mucho respeto y amor a lo que están haciendo –comenta– porque al ser áreas muy sensibles y expuestas, necesitan herramientas para manejar sus tensiones y evitar que se produzca la reacción desde el descontrol''.

Una herramienta práctica

Flavia Tello explica que buscan un cambio cultural con esto y la idea de dar esta capacitación a instructores es que tenga un efecto multiplicador para que en el futuro ''en todos los destinos de la policía tengamos personal capacitado en estas técnicas'', pero no se pierden considerándolo como una panacea o solución a todos los problemas. "Es un área más de formación, que se suma a las tres escuelas de capacitación: entrenamiento, armamento y conducción'', aclara.

Me encontré con lo más hermoso que me puedo encontrar: gente con disciplina." (Patricia Viaglio, instructora)

''Acá las técnicas están siempre aterrizadas a lo que se va a encontrar un policía en la calle. Se les enseña como respirar cuando están muy cansados para levantar, lo que después de una guardia larga puede ser fundamental. O como respirar después de un episodio que los dejó muy excitados, para bajar. Eso es algo concreto que es de mucha utilidad para ellos", agrega.

Pero el yoga, además, se enfrenta a una barrera de entrada, que tiene que ver con su lejanía cultural y los prejuicios que puedan existir. Según Lisandro Fiorino, esta barrera se está sorteando entre los instructores. '''Yo no sabía cómo lo iban a tomar, pero a todos les ha gustado. Todos han sentido una diferencia. Pensé antes en que quizás me iba a encontrar por ahí a gente sin interés que venía porque le tocó. Pero no. Ha sido una sorpresa grata porque todos han demostrado interés y ganas de que esto continúe''', dice.

Y para que así sea es necesario que la sociedad avance en el conocimiento de esta tradición y deje de lado ciertos prejuicios, ''muchas veces fomentados por los mismos instructores que no están formados ni tienen idea lo que están enseñando'' acota Viaglio. ''Tenemos que romper con el prejuicio del misticismo; de creer que el yoga es una religión o una forma de controlar algo de alguien. El yoga es un estilo de vida que te lleva a un equilibrio, nada más''. Ni nada menos.