Por Alejandro Tellería, desde Catamarca
En la provincia de Catamarca, a casi 2.600 metros sobre el nivel del mar, se erige la estructura de lo que fue la mina de Bajo de la Alumbrera, hoy en proceso de cierre por el agotamiento de los recursos. Con la operación de la empresa canadiense Yamana, el Proyecto MARA (Minera Agua Rica Alumbrera) buscará la explotación de la mina de Agua Rica, aprovechando las instalaciones de la anterior, para extraer cobre, oro y molibdeno.
La compañía, preocupada por el cumplimiento de las normas provinciales para el cuidado del medioambiente y la preservación de la flora y la fauna local, desarrolló un proyecto para la creación de pequeñas montañas artificiales (botaderos) con el material extraído por la explotación de la mina.
Qué son los botaderos
En los años 90, cuando se realizaba la exploración y la primera explotación de La Alumbrera, la empresa minera ya iba separando el material estéril (así se denomina a la tierra y a la piedra que no contiene valor económico) con el que se iba a realizar este proyecto. Sin embargo, encontraron que, cuando el agua de lluvia penetraba en este terreno, se acidificaba y contaminaba.
Aquí se realiza un proceso de revegetación “único en el mundo”, con el fin de reducir la huella ambiental y que la zona recupere gran parte de las condiciones previas a la intervención del hombre.
Tras diversos análisis, hallaron que este fenómeno químico sucedía cuando el agua entraba en contacto con el oxígeno y con la pirita. Por lo tanto, decidieron cubrir este material estéril con una capa de material benigno, que no genera acidificación.
Cabe aclarar que el grosor que debe haber en la parte horizontal del botadero no es el mismo que en el talud, es decir, la parte más inclinada con el ángulo de descarga del material. “El espesor que nos garantiza que la humedad de la lluvia no penetre, en talud y en la horizontal, en el peor escenario posible, es de tres metros”.
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El ingeniero aclaró “en el peor escenario posible” porque Catamarca tiene una precipitación anual de 1.200 milímetros, pero una evaporación de 1.400, lo que ocasiona un desbalance hídrico que se evidencia en la aridez de la zona.
Recrear el paisaje
Ezequiel Rivas, ingeniero agrónomo catamarqueño, es uno de los encargados de la generación de los plantines que cubrirán las escombreras en el proceso de cierre. Gracias a la selección de semillas de plantas autóctonas –en su gran mayoría arbustos y plantas pequeñas– y fertilizante natural, se cultivan unos 2500 plantines de manera simultánea, explicó. Posteriormente se plantan en los botaderos, a raíz de 2500 por hectárea. Hasta el momento colocaron unos 14 mil y prevén que, para 2026, serán unos 700 mil.
Se hicieron análisis del suelo y de las especies nativas para la selección de la vegetación y se llegó a la conclusión de que la jarilla, el suncho, la retama y el romerillo, entre otros, son los más aptos para desarrollarse.
En ese sentido, comentó que un botadero tarda cerca de ocho años en estar totalmente repoblado con vegetación silvestre y con animales que no solo se acercan a alimentarse, sino que también anidan.
Un botadero tarda cerca de ocho años en estar totalmente repoblado con vegetación silvestre y con animales que se acercan a alimentarse y anidar.
“En 2013 hicimos la prueba en el primer botadero y hoy tiene un desarrollo que no tiene la fisonomía de un marco de plantación, sino que los plantines están distribuidos de manera aleatoria, porque las plantas que colocamos ya cumplieron con su ciclo vital”, añadió Elizondo y aclaró que, si no intervinieran ellos, la recolonización se daría de manera natural, pero “en tiempos mucho más largos”.
Los Programas de Control Ambiental, revisados por la autoridad de aplicación, están a cargo de las actividades de monitoreo y mantenimiento de la infraestructura. “En relación al plan de comunicación del proceso de cierre, en el año 2017 iniciamos mesas de diálogo con la coordinación de la Fundación Eco Conciencia de Andalgalá con un programa de Seguimiento y Monitoreo Comunitario del Proceso de Cierre mediante reuniones presenciales y actualmente virtuales, con énfasis en aspectos sociales y ambientales del cierre”, señalaron.