Con un largo pasado a sus espaldas, la ciudad vasca tuvo épocas de gloria, decadencia y resurgimientos varios. Los turistas del siglo XXI la encontramos en pleno auge, sin dudas el momento ideal para conocerla sin ninguna prisa.
Como aquel patito feo del cuento infantil, la antigua ciudad industrial pasó de ser un destino decadente a la estrella más brillante del turismo del País Vasco. Vanguardismo arquitectónico, una gastronomía excepcional y una población que recibe cálidamente al visitante, son algunas de las razones que hacen que hoy en día Bilbao se encuentre en el itinerario de millones de turistas.
Vanguardismo arquitectónico, una gastronomía excepcional y una población que recibe cálidamente al visitante.
Bilbao nos conquista, nos entusiasma y nos deja con esas ganas de que los pocos días que pasemos en ella siempre serán escasos y debemos prometernos volver. ¡Vamos a recorrer Bilbao!
El Casco Viejo
Si hablamos de que aquí se concentran las construcciones centenarias no nos estaríamos equivocando ya que está ciudad puede ostentar más de 700 años de desarrollo urbano. Claro que la longevidad le ha costado sufrir algunos inconvenientes y por mencionar sólo los más recientes no podemos evitar decir que durante la Guerra Civil española la ciudad de Bilbao y la cercana Guernica, cuya devastación pintó tan magistralmente Picasso, fueron bombardeadas por fuerzas franquistas.
Pasada la guerra la ciudad sería reconstruida, pero en pleno siglo XX, el 26 de agosto de 1983, una crecida inusual del caudal de la ría a causa de las intensas lluvias provocó la peor inundación del casco histórico llegando a alcanzar los cinco metros de altura (hito que hoy se recuerda en varios de los edificios de la ciudad) provocando un desastre sin precedentes.
El Casco Viejo logró resurgir y convertirse en una de las zonas más turísticas y comerciales de la ciudad. Desde hace muchos años toda la zona es peatonal, convirtiéndose en un figurado centro comercial de 240.000 metros cuadrados, con cientos de establecimientos comerciales, bares y restaurantes.
Algo que nos llama la atención es la limpieza que se observa en sus intrincadas y angostas callecitas. El misterio se resuelve al ver cada mañana como un camión pasa lavando las calles y veredas que la mantienen lustrosa e impecable.
Durante la Guerra Civil española la ciudad de Bilbao y la cercana Guernica, fueron bombardeadas por fuerzas franquistas.
El gusto de “perderse” lo debería llevar en algún momento hasta la Plaza Nueva (si se le puede llamar nuevo a un lugar con más de 150 años de existencia). Al estilo clásico de las plazas mayores de muchas ciudades de España, el espacio abierto está rodeado por sus cuatro lados por edificios con recovas y cuatro puertas de entrada. Debajo de las arcadas se ubican cientos de locales comerciales donde se venden recuerdos, artesanías, las clásicas “boinas”, y en donde se ubican esas maravillas de bares de “pintxos” que cada atardecer se pueblan de locales y turistas para confraternizar mientras se va de local en local probando estas maravillosas creaciones de la cocina vasca, que se pueden acompañar por una sidra local o un “txakoli”, un vino blanco frutado muy fresco.
Otros lugares imperdibles son la Plaza Miguel de Unamuno desde donde se llega hasta la iglesia de los Santos Juanes. Caminando por la Calle Somera se accede a la iglesia de San Antón que defiende la ciudad de las aguas, y de allí se camina hasta el Mercado de la Ribera, que con los vitrales que adornan sus puertas más parece un templo que un sitio donde encontrar una enorme cantidad de puestos donde se venden pescados fresquísimos, verduras, jamones, carnes y todos los ingredientes que forman parte de la gastronomía vasca.
El poderoso imán de un Museo
El gran emblema del “Nuevo Bilbao”, es el Museo Guggenheim, diseñado por Frank Gehry a la orilla del río Nervión, en la zona denominada Abandoibarra, donde el diseño moderno de sus edificaciones sorprende por lo impactante.
Se dice que el arquitecto exclamó: “Ese es el lugar”, tras observar una panorámica de Bilbao desde el monte Artxanda. Ese lugar eran los terrenos de la antigua Compañía de Maderas, sobre la margen izquierda de la Ría. Como el propio Gehry lo ha explicado, el diseño está basado “en el puerto que fue y la ciudad que es”, simbolizando un navío anclado. Tan diferente es que no tiene una sola superficie plana en toda su estructura, la que se está cubierta en su gran mayoría por placas de titanio, vidrio y una piedra caliza color crema.
Desde su inauguración en 1997, el museo ha recibido una media superior al millón de visitantes anuales, causando un impacto extraordinario en la economía y la sociedad vasca, impulsando el turismo en la región y promoviendo la revitalización de múltiples espacios públicos y privados en la villa, además de mejorar la imagen de la ciudad.
Los alrededores del Museo Guggenheim Bilbao se han convertido en un atractivo punto de encuentro donde disfrutar del arte, tomar un refresco, escuchar música en directo, hacer deporte o jugar en una zona recreo infantil de columpios vanguardistas que cuenta con una fuente interactiva que es un imán para los más pequeños.
La gastronomía
No es casual que varios de los mejores chefs del mundo sean de origen vasco. Y es que su cocina se basa en el uso de las mejores materias primas de acuerdo a cada estación del año. El resultado es una combinación de excelentes carnes, pescados y guisos, a lo que se unen suculentos postres, todo ello servido en raciones abundantes.
Los “pintxos” son fundamentales en la vida de los vascos, al igual que los amigos, y lo bueno es que ambos van muy bien juntos. En la Villa se entienda el picoteo como un acto de encuentro sin formalidad ni cita previa. Es decir, hay grupos de amigos que no necesitan citarse porque saben que todos los días del año, a una determinada hora, habrá un conocido tomando un pintxo en el bar que frecuentan con una fidelidad inquebrantable.
Los hay fríos y calientes y se pagan por unidad. Se hacen de todo tipo de pescados, tortilla de papas, pimientos rellenos, croquetas, hongos, etc.
No se ha estado en el País Vasco sin haber pasado por la ceremonia del “pintxo”.
El Metro
El transporte subterráneo es bastante reciente en Bilbao y las entradas a las estaciones fueron diseñadas por el arquitecto Norman Foster, convirtiéndose en todo un símbolo de la ciudad por su accesibilidad, su eficacia, su impecable diseño y sus característicos ‘fosteritos’, las bocas de acceso a las estaciones.
Sus dos líneas suponen no sólo la forma más rápida de moverse por la ciudad, sino también de acceder a playas y pueblos con gran encanto dentro del área metropolitana.
Se puede viajar en Metro usando la Bilbao Bizkaia Card (a la venta en las oficinas de Bilbao Turismo).
Puente Bizkaia
Hacia el final de la Ría, donde el mar se abre en toda su magnitud se encuentra una obra de ingeniería que marcó su tiempo.
El Puente Bizkaia fue inaugurado el 28 de julio de 1893, convirtiéndose en el primer puente transbordador construido en el mundo de estructura metálica.
Fue el primero de su tipo y uno de los nueve que todavía se mantienen en pie en el mundo, aunque, como en el caso del de la Boca, muchos de ellos ya no funcionan.