La asunción de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos dejó una enorme polémica a nivel mundial. La venia fascista que Elon Musk hizo frente a los seguidores del Presidente, muy similar a la que realizaban Adolf Hitler y Benito Mussolini, fue rápidamente repudiado por mucha gente, pero también justificado por quienes adhieren a sus ideas. Uno de los argumentos esgrimidos es que no se trata de un saludo nazi, sino que viene del antiguo Imperio romano.
El clásico saludo nazi consistía en alzar el brazo derecho por sobre el hombro con la palma extendida. Su origen, muchos creen, se rastrea hasta el Imperio romano, donde el mismo tenía un significado cívico o heroico, al igual que la ornamentación con águilas. Sin embargo, según historiadores, esto no es verdad.
El saludo romano que vinculamos al nazismo fue inventado por el escritor y político nacionalista Gabriele D’Annunzio, considerado precursor de los ideales y las técnicas del fascismo italiano. En 1914 escribió el guion de la película Cabiria, donde por primera vez aparece el gesto “como forma de glorificar el Imperio”. Otros directores lo repitieron, como Carmine Gallone en Escipión el africano (1937).


De esta manera, el fascismo adoptó este saludo, primero a través de Mussolini, y luego también de Hitler. Tras la Segunda Guerra Mundial, el saludo quedó estrechamente vinculado al nazismo, pero en los últimos tiempos se intentó desligarlo de la carga simbólica a la que quedó atada haciendo alusión a la supuesta costumbre milenaria de Roma.
De Mussolini a Hitler, el uso de simbologías del imperio romano
Mussolini fue el primero en basar su plan político en la idea de recuperar el esplendor del Imperio Romano. Su idea era expandir los dominios de Italia igual que los romanos llegaron a controlar el Mediterráneo 2.000 años antes. De esta manera adoptó varios símbolos de la antigua Roma, o que aparentaban serlo, como el supuesto saludo romano, que era obligatorio en todos los actos oficiales e incluso en eventos deportivos.
Otro símbolo adoptado fueron los fasces: una insignia que llevaban los cónsules romanos que estaba compuesta de la unión de 30 varas, atadas de con una cinta de cuero rojo, formando un cilindro que sujeta un hacha. Ese fue el origen del término fascismo. También tomó la idea de un emperador como Julio César para proclamarse como líder vitalicio; aunque en tiempos modernos, esto es más bien una dictadura.

Al momento de aparecer Hitler en Alemania, siguió los mismos pasos de Mussolini y su plan imperialista, cargado de influencias romanas. De hecho Reich, en alemá, significa imperio, como los que existieron hasta 1806 (Primer Reich), entre 1871 y 1918 (Segundo Reich), y entre 1934 y 1945 (Tercer Reich, la dictadura nazi). De esta manera, Hitler repitió la utilización de simbología como el saludo y los grandes desfiles militares, cargados de elementos estéticos que aluden al del Imperio Romano, como el águila imperial.
La ultraderecha moderna revivió los simbolismos
Después de la Segunda Guerra todos estos símbolismos quedaron desterrados, sobre todo el saludo nazi, debido a que quedaron fuertemente vinculados al horror del Holocausto. Sin embargo, los grupos de extrema derecha han empezado en el último tiempo a sacarlos del olvido para utilizarlos nuevamente como símbolo de fortaleza y hombría.
Lo hecho por Elon Musk hace unos días es un ejemplo concreto de esto. Hace pocos meses lo vimos en Argentina, cuando el Gordo Dan encabezó un acto donde los seguidores de Javier Milei lanzaron en el municipio de San Miguel la agrupación Las Fuerzas del Cielo, rodeados de una escenografía que aludía a los eventos que realizaba el fascismo, con la estética de las banderas colgando de fondo como el Imperio Romano. Acto donde, además, hablaron de ser "el brazo armado" del Gobierno.



En redes sociales se puede ver muy a menudo como los libertarios apelan a simbolismos romanos. Es común leer la frase "Ave Miller", donde hacen una mezcla entre el famoso "Ave César" de la Antigua Roma (un saludo similar al "hail" alemán, símbolo de devoción y respeto al líder) y un chiste interno de los seguidores de Milei por el que se le cambia el nombre por Miller. De hecho, muchos hacen referencia al presidente como "emperador".
Cabe mencionar un fragmento del libro "El mago del Kremlin", de Giuliano Da Empoli, en el que se hace referencia a este tipo de actitudes, donde se mezclan ideologías, unidas por un sentido estético y simbólico: "Lo que esos jóvenes quieren es huir de la banalidad, del aburrimiento. Hay una chispa de heroísmo en cada uno de ellos que solo espera ser avivada. La Tercera Roma, la Rusia imperial, Stalingrado, ¡qué más da! Lo esencial es apelar a algo grande. Si quieren subsistir, los pueblos deben creer que la salvación del mundo depende de ellos y solo de ellos, ¡que existen para mantenerse a la cabeza de las demás naciones".