El Blue Monday, ese famoso "lunes más triste del año", cae este 20 de enero de 2025, y como cada tercer lunes de enero, se celebra tras la temporada de las fiestas. La fecha intenta determinar cuál es el día más deprimente de todo el calendario, tomando en cuenta varios factores que afectan nuestro ánimo.
El concepto de "blue" hace referencia a esa sensación de melancolía y tristeza que suele acecharnos, y se relaciona especialmente con los fríos días de invierno en el hemisferio norte. Aunque no tiene un respaldo científico firme, esta jornada ganó popularidad hace casi 20 años y se instaló como una creencia común.
Cabe destacar que el origen del Blue Monday se remonta a 2005, cuando el psicólogo británico Cliff Arnall, de la Universidad de Cardiff, diseñó una fórmula matemática a pedido de la agencia de viajes Sky Travel.

Su misión era encontrar el día ideal para motivar a la gente a comenzar a planificar sus vacaciones de verano y, con suerte, aumentar las ventas. En el hemisferio norte, enero es pleno invierno, lo que da un tinte bastante diferente al que vivimos en el sur.
La fórmula de Arnall incluía variables como el clima, las deudas navideñas, la frustración por no haber cumplido los propósitos de Año Nuevo, la falta de motivación, y la cantidad de tiempo dedicado a actividades relajantes, culturales y a dormir. Como resultado de esta mezcla, determinó que el día más triste del año era el tercer lunes de enero, y así se dio a conocer el 24 de enero de 2005.
Algunas de las fórmulas ideadas por Arnall incluían las siguientes variables:
- Clima.
- Las deudas navideñas.
- El fracaso de los propósitos de Año nuevo.
- Falta de motivación.
- Tiempo consumido en actividades culturales.
- Tiempo consumido en relajación.
- Tiempo consumido durmiendo.
- Tiempo transcurrido desde Navidad.
Por qué Blue Monday nos afecta
Básicamente, el Blue Monday se debe a una combinación de factores. Primero, el clima en el hemisferio norte, con días más cortos, menos luz solar y temperaturas gélidas, influye en el estado de ánimo de las personas.

Segundo, el fin de la temporada festiva, cuando las vacaciones y las celebraciones se terminan y vuelve la rutina, muchas veces monótona y desmotivante. Y tercero, la necesidad de hacer frente a las deudas y responsabilidades acumuladas durante las fiestas, lo que suma presión y estrés.