La argentina está llena de frases que enriquecen nuestro lenguaje y nos da identidad nacional. En el habla cotidiana de los argentinos, la frase “hacerse una ensalada” se utiliza para referirse a cualquier enredo, confusión o situación que carezca de lógica y coherencia.
Esta expresión resulta familiar para muchos, ya que se vincula a la idea de una mezcla desordenada, tal como sucede con los ingredientes de la ensalada rusa. A través de esta comparación, se transmite claramente la idea de algo desorganizado, que no tiene un orden preestablecido, y que suele generar caos o desconcierto.
¿Cuál es el origen de la ensalada rusa?
Una receta popular en muchas partes del mundo, tiene una historia que se remonta a varios siglos atrás, con su origen más probable en Moscú, Rusia. Aunque algunos discuten sobre las versiones de la receta y sus ingredientes, lo cierto es que su nombre refleja una vinculación directa con el país eslavo, y llamarla ensalada rusa resulta legítimo y correcto.

En Argentina, se prepara generalmente con papas, zanahorias, arvejas y mayonesa, aunque con variantes regionales que pueden incorporar otros ingredientes. Lo que no cambia es su esencia: una mezcla de componentes que, al combinarse, forman un plato sencillo pero muy representativo de la cocina casera.
El uso de frases como esta
Cuando se dicen frases como "hacerse una ensalada" se utiliza para describir cualquier situación confusa o poco clara, sin especificar qué tipo de ensalada en cuestión. Sin embargo, cuando se hace referencia específicamente a una "ensalada rusa", la metáfora resalta aún más la idea de desorden.

En la cultura argentina, rara vez se utilizan otras denominaciones como "ensalada criolla", "ensalada César" o "ensalada con palmitos" para describir situaciones caóticas. La ensalada rusa es la opción preferida para ilustrar ese tipo de desorden que se da en diferentes contextos, ya sean personales, laborales o sociales.
¿Desde cuándo usamos esta expresión?
El uso de frases como "hacerse una ensalada rusa" en Argentina data de la primera mitad del siglo XX. En aquellos tiempos, la ensalada rusa comenzó a popularizarse en las mesas argentinas, y con el tiempo, su nombre pasó a ser una metáfora perfecta para describir situaciones caóticas o confusas, tan comunes en el día a día.
