En el lenguaje popular argentino, que incluye gran cantidad de frases, la expresión "cortar el rostro" ha cobrado relevancia en los últimos tiempos, aunque su origen es mucho más antiguo de lo que muchos imaginan. Aunque la frase se asocia comúnmente con situaciones de desprecio o enfrentamiento, tiene una raíz profundamente marcada en la historia carcelaria y en las tradiciones de represión social.
En el ámbito de las prisiones argentinas, el término "buchón" o delator siempre ha tenido una connotación negativa. La figura del "buchón", aquel que traiciona a sus compañeros, es tan despreciada dentro de los muros de las cárceles que la represalia por esta acción ha sido históricamente severa.
Una de las formas más tradicionales y temidas de castigo para un delator era "cortarle el rostro". Este tipo de represalia consistía en realizar un corte profundo y visible en la cara de la persona, un acto que no podía ser ocultado ni siquiera con barba o bigote. Este tipo de sanción servía no solo como castigo sino también como una marca indeleble, una forma de estigmatizar al individuo ante todos los demás.

Frases nacionales: ¿De dónde viene "cortar el rostro"?
Este tipo de "corte de rostro" no es exclusivo del ámbito carcelario. A lo largo de la historia, ha habido numerosos casos en los que personas fueron desfiguradas de manera similar por diversas razones, generalmente vinculadas a cuestiones de moralidad o castigos por actos considerados inmorales en determinada época o cultura.
De hecho, en diversas sociedades antiguas, cortar el rostro de alguien tenía como objetivo marcar a esa persona como un "desviado" o alguien que había cometido un acto inaceptable, dejando claro a los demás que no debían confiar en esa persona.

En la actualidad, el uso de "cortar el rostro" en nuestras frases ha adquirido una connotación algo más superficial en la vía pública. Aunque todavía conserva esa carga de desprecio, ya no siempre está relacionado con actos de traición o acusaciones encubiertas.
En muchos casos, estas frases se utilizan para describir situaciones en las que una persona muestra desdén o indiferencia hacia otra, sin la implicancia tan grave de la traición. En estos tiempos, "cortar el rostro" se ha convertido en una forma de rechazo o negación, pero sin la brutalidad de su origen.
