Andrés Vázquez, jefe de la Dirección General Impositiva (DGI), quien fue nombrado por Javier Milei en el cargo tras el anuncio de la disolución de la AFIP y la creación de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), dispuso el ascenso de su pareja, María Eugenia Fanelli, dentro del organismo, de manera tal de que obtuviera una suba en su salario.
El escándalo se conoce semanas después de que se supiera que Vázquez había comprado a través de sociedades en el exterior tres inmuebles en Miami valuados en más de 2 millones de dólares, sin haberlos declarado en la Oficina Anticorrupción, algo que es de materia obligatoria para funcionarios de su rango.
Fanelli se desempeñaba como jefa de una sección técnico jurídica y contaba con un salario que oscilaba entre 3,8 y 4,2 millones de pesos. Una vez que pasó a ser designada por su pareja al frente de la Dirección Regional Centro II de la Ciudad de Buenos Aires, su sueldo pasó a rondar los 8 millones de pesos.

Su ascenso se oficializó a través de la Disposición 182/2024, que se publicó en el Boletín Oficial el pasado 4 de noviembre y lleva la firma en solitario del jefe e la DGI. En el documento también se destaca el desplazamiento de quien ocupaba ese puesto, Luciano Botto Rostom, a quien designó en la Regional de Mercedes, donde a su vez desplazó a quien estaba en ese puesto.
La noticia trascendió a partir de una investigación que realizó el periodista Hugo Alconada Mon, quien se contactó con fuentes del organismo: "La decisión del jefe de la DGI implicó un beneficio notable para su pareja, 20 años más joven: saltó dos rangos, pasó a cobrar el doble de salario y otros beneficios, y quedó equiparada al 'grupo 26', el más alto para los funcionarios de carrera de ARCA", destacó el periodista.
Y añadió: "El ascenso fulgurante de la pareja del jefe de la DGI generó ruido dentro del organismo. Fue calificada como 'inusual' y 'anormal', y como un nombramiento que podría colisionar con el código de ética interno o constituir una 'incompatibilidad manifiesta'".