“Cuando una travesti ingresa a la universidad, cambia la vida de esa travesti; cuando muchas travestis ingresan a la universidad, cambia la vida de la sociedad”. Esta frase de Lohana Berkins, activista pionera en la lucha por la identidad de género a nivel regional, inspiró la creación del Bachillerato Popular Travesti-Trans y No Binarie (TTNB) Mocha Celis, la primera escuela de este tipo en el mundo. Con el tiempo, la institución se consolidó como una asociación civil, pero hoy enfrenta una situación crítica debido a la crisis económica y al desmantelamiento de políticas públicas.
El bachillerato nació en 2011 con el objetivo de ofrecer educación y oportunidades a un colectivo históricamente excluido. No obstante, es un espacio abierto y no excluyente: también asisten personas de otras comunidades, como afrodescendientes, indígenas, personas con discapacidad, migrantes y madres solteras. En 2020, la pandemia de COVID-19 puso en evidencia una cruda realidad: la falta de acceso a necesidades básicas como alimentación, vivienda y empleo. Frente a este panorama, en la “Mocha” comenzaron a organizarse y establecieron redes de apoyo para satisfacer las carencias más urgentes.
Desde 2021, la “escuela de la ternura” —como la llama su alumnado— se transformó en un espacio integral de contención. Uno de los primeros programas que surgió fue “Teje Solidario”, al que le siguieron diez iniciativas más, enfocadas en brindar acompañamiento en áreas como salud, empleo y acceso a derechos.
Sin embargo, desde 2023, la entidad, que hoy en día constituye una red de cuidados para más de 2.000 personas, enfrenta una serie de desafíos. Mientras que el bachillerato está bajo la jurisdicción del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como la Unidad de Gestión Educativa Experimental Número 16, la continuidad del resto de sus propuestas depende de la cooperación internacional y otras organizaciones que aportan recursos. Según explicó Virginia Silveira, egresada, docente y presidenta del comité de la Asociación Civil Mocha Celis, en declaraciones a Diario Con Vos, de los más de 40 proyectos presentados recientemente, solo uno fue aprobado. “No solo en Argentina hay un retroceso en las políticas de género y diversidad, sino también en el mundo, especialmente en Latinoamérica", subrayó.
A su vez, el contexto político actual agrava aún más la situación del colectivo TTNB, según Silveira. En el marco de los recortes impulsados por la administración del presidente Javier Milei, el cumplimiento de la Ley de Cupo Laboral Travesti y Trans (Ley N° 27.636), promulgada en 2021 y que establece un mínimo del 1% de los cargos públicos para personas travestis, transexuales y transgénero, corre peligro.
De acuerdo con el último informe del Registro Único de Aspirantes Travestis, Transexuales y/o Transgénero "Diana Sacayán-Lohana Berkins", hasta agosto de 2023, 955 personas trans estaban empleadas en el Sector Público Nacional. No obstante, en abril de 2024, el Observatorio Transindical de Trabajadores TTNB reportó la desvinculación de 100 de ellas.
Estudios internacionales, como el realizado por estudiantes del University College London (UCL) en colaboración con la asociación Impacto Digital, documentan las desigualdades laborales que enfrenta el colectivo trans en grandes ciudades de Argentina. Según la Red Latinoamericana y del Caribe de Personas Trans (RedLacTrans), el 78% de las mujeres trans depende del trabajo sexual como su principal fuente de ingresos. Por su parte, la organización Contratá Trans, que promueve la inclusión laboral, advierte que entre el 80% y el 90% de las personas trans, travestis y no binarias no tiene acceso al empleo formal, y que muchas enfrentan violencia durante los procesos de selección.
En América Latina y el Caribe, las personas travesti, trans y no binarias continúan viviendo en un ciclo de exclusión, violencia y discriminación, con una esperanza de vida promedio de 35 a 40 años, según indica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. “Durante más de 30 años, Lohana Berkins, Marlene Wayar, Diana Sacayán y otras compañeras estuvieron luchando por nuestros derechos. Nos encontramos en un momento muy difícil y necesitamos seguir protegiendo este espacio de resistencia y de lucha”, señala Silveira.
Además, destacó que la falta de representación en los órganos legislativos sigue siendo una demanda histórica: “Nosotras también somos ciudadanas con derecho a participar en las decisiones que nos afectan”, cerró.
Bachillerato Mocha Celis: la historia de su nombre
La institución, fundada por Francisco Quiñones Cuartas y Agustín Fuch, lleva el nombre de Mocha Celis, travesti tucumana y compañera de calabozo de Berkins, quien trabajaba como prostituta en la zona del Bajo Flores. Mocha no terminó el secundario y, según escribió Lohana en una columna publicada en el suplemento SOY, tampoco sabía leer ni escribir. “Cuando nos detenían, ella siempre me pedía que le leyera”, relató Berkins. Durante uno de esos episodios, Lohana propuso a las demás detenidas: “Aprovechemos que estamos acá adentro y enseñémosle a Mocha. Pero hagámoslo de manera que ella no se sienta mal, que no se sienta menos”.
Mocha murió en 1996 tras recibir tres disparos en circunstancias nunca esclarecidas, aunque en ese momento las investigaciones apuntaron a la policía de la comisaría 50ª, ubicada en el mismo barrio. Sus compañeras, ni bien se enteraron de su muerte, llenaron de velas la puerta de la comisaría para homenajearla y pedir justicia. Su historia, marcada por la falta de acceso a derechos básicos como la educación, refleja la realidad de muchas personas travestis, trans y no binarias en Argentina.