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Política

"Al peronismo le cuesta ver que Maduro está mucho más cerca de Milei que de Chávez"

Alejandro Boscán fue viceministro de Comunicaciones en el último gobierno de Hugo Chávez. Tras su muerte, consideró que Nicolás Maduro traicionó a la revolución bolivariana y dio un paso al costado. Migró a Buenos Aires y desde su taxi, hoy, intenta comprender un país que, por propio, no puede dejar atrás.
Boscan Maduro

Alejandro Boscán suele tomar algunos recaudos antes de largarse a hablar sobre Venezuela. Y es que no es fácil abordar el tema de manera superficial para alguien como él, que le ha dedicado la vida a su tan golpeada nación. “Pero tampoco es posible profundizar”, aclara, consciente de ese limbo que provoca la migración.

Se mueve principalmente por Olivos, San Isidro y Vicente López como chofer de una aplicación de transporte de pasajeros. Duda, tantea y lo piensa dos veces cuando un pasajero reconoce su acento y quiere saber su historia ¿Le creerá, acaso, si le dice que llegó a ejercer por tres semanas como ministro de la República Boliviariana? Y si le cree, viene lo más difícil: ¿Entenderá qué quiere decir cuando se dice chavista y maldice a Nicolás Maduro en una misma frase? ¿Vale la pena inmiscuirse en esos territorios en una simple carrera? Esos son los dilemas que a diario enfrenta Boscán, el bolivariano incombustible en su exilio.

Durante los últimos meses, sin embargo, la situación política de su país- la emergencia de una nueva oposición de izquierda al régimen- y su conciencia, lo han llevado a retomar la palabra y la necesidad de organización.

-Veamos, ¿Cuál es tu prontuario en el Estado venezolano?

- (Se ríe) Tengo amplia experiencia en distintos niveles, entonces comprendo un poco lo que es gestionar lo público, con una formación vinculada a movimientos sociales y populares.

Trabajé en la Comisión Nacional de Comunicaciones, donde redactamos la Ley de Medios; en el ministerio de Trabajo; en la Defensoría del Pueblo; en el Consejo Nacional Electoral, luego en el ministerio de Comunicación; en PDVSA (la segunda petrolera más grande del mundo) y en el Ministerio de Turismo.

-¿Todo con Chávez?

-Sí, casi todo, alcancé a estar un año y medio con Maduro antes de decir 'basta, esta ya no es la Revolución Bolivariana'.

-¿Qué valoración tienes de Hugo Chávez Frías?

-La mejor, siempre. Yo siempre digo que es muy distinto trabajar para Chávez que trabajar con Chávez, sintiendo la presión de 'su látigo en la espalda'. Nunca uno lograba alcanzar el nivel que tenía Chávez. Muy superior a todos en sumatoria. La experiencia de trabajar con él implicaba mucha presión, muchas horas. Yo creo que lo peor de la gestión de Chávez fuimos todos nosotros y lo mejor fue él. Por eso yo digo que cada vez que quieren responsabilizar a Chávez de la situación actual de Venezuela, quieren culpar al mejor de todos nosotros, porque está muerto y no puede responder.

Cada vez que quieren responsabilizar a Chávez de la situación actual de Venezuela, quieren culpar al mejor de todos nosotros, porque está muerto y no puede responder

-Por tus palabras, entonces, me imagino que sufriste mucho su muerte...

-Es una de las peores cosas que me pasaron en lo personal. Y fue el golpe más duro que ha tenido este continente en los últimos 20 años. No digo Venezuela, sino el continente… y tal vez el planeta. Un episodio muy doloroso... porque era el tipo que estaba tensionando más la relación de la política con los poderes hegemónicos. Eso implicaba la construcción de otro polo que desde entonces se vino abajo. La muerte de Chávez es el fin de la revolución bolivariana. Cuando Nicolás Maduro toma el poder se inicia el desmontaje de la revolución, progresivamente, al comienzo y luego a pasos agigantados. Un desmontaje total, porque hoy no hay un solo elemento que persista como existía cuando estaba Chávez.

-¿Y cómo sales del gobierno?

-Yo ceso mi actividad con el Estado en noviembre de 2014 porque nada de lo que proponía era decidido, de ninguna forma. Durante los dos primeros años de Maduro no se decidió nada que no fuera construir su propio esquema de poder. Una segunda razón fue el abandono de la política de Chávez: el resultado de la política era diametralmente opuesto a los lineamientos que estaba emprendiendo antes de eso.

-Una cosa es salirse del gobierno y otra dejar el país...

-Sí, fue un proceso. Pasé dos años trabajando por mi cuenta y decidí venirme acá con mi familia. Me vine porque me di cuenta que venía una crisis política grave en Venezuela. El gobierno perdió las elecciones de la asamblea nacional y el gobierno pretendió voltear el juego, impidiendo que esa asamblea tuviera rango de acción. Chávez había instaurado el referéndum y la posibilidad de voltear ministros, como una forma de que las mayorías pudieran incidir en la política pública. Eso significó una escalada de conflictividad frente a la cual yo, que estaba fulminado, decidí tomarme un recreo.

-Y del recreo pasaste a la oposición, ¿No?

-Sí, el recreo duró dos años. En el 2018 Nicolás decide reelegirse porque los resultados de 2014 a 2018 hablaban por sí solos: una ola migratoria salvaje, una pauperización muy grande de la vida de la gente. Cuando él decide ir a la reelección y suprimir cualquier mecanismo de decisión interno, yo rompo abiertamente con su gobierno y pienso que hay que enfrentarlo.

-Pero ya estabas en Argentina con una vida nueva...

-Si, es lo que yo decidí. Había venido varias veces por trabajo y por turismo. Me parece un país maravilloso, con una construcción social interesantísima. Mi hija ya vivió ya la mitad de su vida acá y eso me alegra.

La verdad es que me ha ido muy mal en términos profesionales, pero entiendo que es parte del combo de la migración. Lo comprendo por mi perfil. Soy sociólogo y analista, acá ya hay muchísimo de eso. Mi trabajo es bastante monótono y mi compañera trabaja en un call center. Nos da para vivir al día en las cuentas, sin tomarnos vacaciones. Si me preguntas si disfruto Argentina te digo que no, porque no puedo ir a ninguna parte, porque con la plata llegamos muy justos. Lo disfruta más mi hija que se inserta en la lógica de los adolescentes.

-¿Te es complicado explicar tu visión de Venezuela acá?

-Sí, es muy difícil porque en Argentina pasa lo siguiente: mi prontuario me hace impotable para cualquier sector que no sea el peronismo, pero el peronismo no quiere escuchar lo que los chavistas tenemos para decir sobre Maduro. Entonces uno termina siendo un paria. El peronismo no quiere dar el debate sobre Venezuela y no quiere reconocer que Maduro está más cerca de Milei que de Chávez. Al peronismo que lo ubicaron siempre más cerca del chavismo que de su oposición, le cuesta mucho reconocer que lo que sucede ahora no se parece en nada a lo que había antes y en esa duda, cae en muchas manipulaciones. Por otro lado, como Maduro tensiona con la derecha, nadie fuera de ese sector quiere salirle al paso.

Mi prontuario me hace impotable para cualquier sector que no sea el peronismo, pero el peronismo no quiere escuchar lo que los chavistas tenemos para decir sobre Maduro. Entonces uno termina siendo un paria.

-¿Por qué dices que está más cerca de Milei que de Chávez?

-Porque no me fijo en los discursos sino en las consecuencias de los gobiernos. En Venezuela se ha vivido una política recesiva de ajuste brutal, con un recorte de todos los derechos que con el chavismo se consiguieron. El Ejecutivo institucionalizó un movimiento muy grande, que empezó a responder a un mando centralizado. Maduro recortó la educación, la salud y destruyó toda la institucionalidad anterior para crear un esquema que solo le sirve para conservar su poder. Eso estuvo acompañado de una extensa política de represión en los barrios populares.

-¿Cómo ves el escenario de cara al 10 de enero, en que son dos las personas que dicen que van a juramentar como presidentes?

-Es Narnia contra Narnia. Por un lado, la Narnia oficialista que agita todo el tiempo el fantasma del enemigo externo y por otro, el de la derecha que dice que va a ir a juramentarse sin ninguna capacidad efectiva de hacerlo. Es la versión de Guaidó 2.0.

-Con la diferencia de que tiene los votos de la mayoría

-Sí, seguro que sí, porque el robo de las elecciones del 28 de julio es el más descarado de Venezuela. Pero debajo de eso, ahora, está el país real, harto, hastiado de la política, pero que tiene que construir una salida. Existe la posibilidad de que estalle todo, pero también de que no pase nada. Porque ya se robaron la elección y no pasó nada. Hubo tres días de protestas y parece que se impuso la represión. Ahora no hay posibilidad de planificar un escenario: solo hay dos fuerzas tratando de imponer su fantasía como única.

-Y en este contexto vos apoyás a una tercera fuerza...

Sí. La plataforma Comunes que se constituyó este año y que se está jugando la vida también frente a la dictadura. La característica particular que tiene esta nueva organización es que ellos no vienen de estructuras partidarias, sino que es mayoritariamente gente de movimientos sociales, sindicales y de derechos humanos. Gente que ha sido muy golpeada por el gobierno de Nicolás Maduro. En Venezuela el salario mínimo es de 3 dólares. Ni Haití. La ley orgánica del trabajo no opera porque nadie la cumple. Nadie hace nada en ese marco y el trabajo está completamente desregulado, como querría Adorni acá. Está paralizado todo el mercado inmobiliario, nadie vende ni alquila. Los movimientos de derechos humanos son perseguidos y asediados. Entonces este nuevo movimiento es un intento de aglutinación con riesgo real de represión.

-¿La situación sigue siendo apremiante, no?

-Durísima. Durante el acto de lanzamiento de este espacio les merodearon motos y policías de civil. Es un riesgo real de vida de la gente, porque en Venezuela mucha gente cayó presa y murió en la cárcel. Yo trabajé en PDVSA y hay más de 100 gerentes de la empresa que están presos. Te hablo de un régimen represivo que no tiene ningún miramiento ético y que castiga más a los chavistas que cuestionan a Maduro, que a los opositores de la derecha. Se reprime a ambos, pero a nosotros se nos ve como una amenaza mayor porque cuestionamos el escenario en que ellos se sienten cómodos.

Te hablo de un régimen represivo que no tiene ningún miramiento ético y que castiga más a los chavistas que cuestionan a Maduro, que a los opositores de la derecha

-¿Tienes alguna opinión sobre el caso de Nahuel Gallo?

-Eso es un circo. No tengo ninguna simpatía por el actual gobierno argentino, pero es absurdo creer que va a enviar a un gendarme a entrar por una frontera legal para conspirar. Cuando ingresaron los francotiradores que atacaron a Chávez, por ejemplo, lo hicieron varios días antes sin ninguna acreditación. Eran mercenarios. Por eso me parece raro. Es poco creíble que Milei se meta acá por interés propio, porque esto solo le es útil a Maduro. Él va a tomar cualquier elemento ahora para decir que hay una conspiración internacional.