En el ensayo "Lo raro y lo espeluznante", Mark Fisher, crítico cultural y social, manifiesta su extrañeza acerca de que él haya tardado tanto tiempo en pensar en estos dos términos. Y los relaciona con sensaciones, con una manera de lidiar al estilo freudiano con lo extraño. Mark Fisher ya no está entre nosotros y no pudo hablar de la Argentina, pero nosotros vivimos en 2024, lo impensado, lo espeluznante y lo raro dentro del cuerpo social.
Desde que gobierna Milei me entrevistaron desde Francia y de España y me preguntan cómo los habitantes de esta franja de la Tierra, los argentinos, las argentinas, nos hemos quedado quietos y en silencio, salvo ante el ataque a la universidad pública aunque con escasos resultados ante este gobierno antiderechos, inhumano, que vino a destruir el estado.
Si una nación es imaginada en cuanto a sus atributos consensuados, tal como una como una familia que se describe a sí misma como “somos todos estudiosos y tercos”, la Argentina es una nación de ciertos atributos reconocidos aquí y en el exterior: que los argentinos son cultos, hay muchos escritores y librerías, tienen un gran cine y buenos asados. Investigadores que resaltan y organizaciones sociales sólidas, derechos conseguidos y una triste pobreza estructural. Entonces la Argentina está viviendo un mundo doméstico, a excepción de la pobreza, que no coincide consigo mismo. En un desajuste respecto de lo que le es familiar.
Si existe un mundo exterior y uno interior, puedo aseverar que el exterior planetario es terrorífico en cuanto a crisis climática, guerras reales y potenciales, y en cuanto al interior, fue Freud, citado por Fisher, quien dio al término unheimlich el sentido de lo siniestro dentro de lo familiar. En lo doméstico Milei desarma todas las nociones que nos son comunes. ¿Se trata de convertir lo familiar, lo identitario, en extraño y siniestro? La sensación de lo erróneo que produce que Milei sea nuestro presidente, es, si me permiten, espeluznante. En cierta manera, inhumano. Es que si somos, este cuerpo social, lo que creímos ser, entonces ¿qué clase de agente como un rey león empuñando una motosierra ha actuado?
Mark Fisher lo relaciona con el capitalismo, algo que parece surgir de la nada y domina todo. Milei es un “escándalo metafísico del capital” con sus fuerzas del cielo y su judaísmo arcaico, su acercamiento a Elon Musk y Trump.
A un año de gobierno nuestro espejo se resquebraja. En el cuerpo social argentino lo siniestro, el unheimlich ha ingresado. Una sensación de lo erróneo y lo nuevo se conjugan dejando obsoletos los marcos anteriores. La desafección nos invade, y la pregunta que me hacen acerca de la “calma” se responde con el silencio del sepulcro.
En la literatura extraña lo terrible cautiva. La suspensión de una realidad llana y decepcionante, atrae lo desagradable y lo que sale de lo corriente, fascina. Pero al menos en la tradición de autores de relatos de terror y ciencia ficción como Lovecraft, lo más raro es esa misma fascinación, llama la atención un protagonista tan desagradable como cautivador que intenta traer dioses y fuerzas sobrenaturales, absurdos a la hora de la exterioridad real de la vida diaria de los trabajadores y los jubilados. Una integración catastrófica al interior doméstico del cuerpo social. En estas historias “raras” el protagonista termina mostrándose como un envoltorio engañoso, una farsa.
Lo abrumador de la ley ómnibus, lo sombrío de las derogaciones diarias de derechos, las desfinanciaciones de lo público, la “batalla cultural”. En definitiva esta irrupción de lo “raro y lo espeluznante” se introduce en el cuerpo social a la manera del unheimlich de Freud: hay algo equívoco, inhumano que desencaja lo conocido y encubre maniobras, deja vacíos inquietantes en la política y en la corte, e instala un silencio que, como asevera Freud, en algún momento deberá romperse como única estrategia para salir de lo “siniestro”. Feliz Navidad.