El martes 5 de noviembre se realizarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en la que los estadounidenses deberán elegir entre la vicepresidente Kamala Harris o el exmandatario Donald Trump. Se trata de una de las elecciones más ajustadas de la historia del país y todos los sondeos dan un empate técnico, por que la incertidumbre sobre quién será el ganador es enorme.
A diferencia de la mayoría de los países de América Latina, donde las elecciones se realizan los días domingo, en Estados Unidos la votación ocurre el día martes. Si bien este hecho podría parecer extraño, lo cierto es que se remonta a una larga tradición por la cual siempre se vota el martes después del primer lunes de cada mes.
La selección del día de las votaciones se dio en el marco de la sociedad rural y puritana del siglo XIX. Esto implicaba que por motivos religiosos se descartara el día domingo ya que era el día en que las personas asistían a la iglesia.
Al mismo tiempo, no se podía realizar el lunes 1 de noviembre porque los creyentes celebraran el Día de los Santos. Además, el miércoles tampoco podía realizarse ya que era un día importante para el mercado de los agricultores y ganaderos.
Por todo ello, en 1845 el Congreso de los Estados Unidos determinó el día martes como fecha para votar, con el propósito de unificar el proceso electoral a nivel nacional. De esta manera, los votantes podían viajar los lunes, tras la jornada laboral, y ejercer su voto al día siguiente. Además, el primer martes de noviembre contaba con buenas condiciones climáticas, lo que facilitaba el traslado a los centros de votación.
La particularidad de los martes como día de votación se asienta en fundamentos históricos y legales, pero lo cierto es que actualmente ese día es objeto de debate y controversia. Estados Unidos está lejos de ser la sociedad rural que era en el siglo XIX y varios dirigentes ya proponen mover la votación al primer fin de semana del mes para promover la participación electoral.