“Miren lo que hago, y no lo que digo”, dijo alguna vez Néstor Kirchner. Hoy, esa regla debería aplicarse con Javier Milei y su gobierno, por no citar el viejo refrán que reza “del dicho al hecho, hay un largo trecho”.
Esta semana, ocurrieron tres hitos que demuestran cómo La Libertad Avanza apela a supuestas soluciones para alimentar la confrontación, plantarse como los verdaderos enemigos de “la casta” y, así, dominar la agenda pública.
Como escribe Giuliano da Empoli en el libro que ya fue citado hasta el cansancio, Los ingenieros del caos, “el nuevo carnaval no atiende al sentido común, sino que despliega su propia lógica […], más centrada en la narrativa que en la exactitud de los hechos”.
Perder es ganar
Con la escalada del conflicto gremial, La Libertad Avanza le dio luz verde al PRO para que avanzara con el proyecto de Hernán Lombardi que declara a Aerolíneas Argentinas sujeta a privatizar. El tema había sido debatido en la Ley Bases pero, luego de no prosperar en el Senado, quedó afuera de la versión final.
Entre la sanción de la megaley y la firma de los dictámenes que se produjo esta semana “pasaron cosas”. Algunos de los votos que el oficialismo cosechó en aquella oportunidad, hoy ya no están. Ni los 12 radicales que se escindieron de la bancada que conduce Rodrigo de Loredo, ni el bloque que conduce Miguel Ángel Pichetto están dispuestos a darle un cheque en blanco al oficialismo. Quieren conocer el plan privatizador que el Gobierno tiene en mente antes de levantar la mano en el recinto. También habrá que ver qué hace el bloque Innovación Federal.
En otras palabras, los votos para darle media sanción y girar el texto al Senado (donde nada indica que, ahora sí los senadores acompañarían la privatización de la aerolínea de bandera) no están.
Al mejor estilo Alberto Fernández en las elecciones del 2021, para los libertarios, aún si la privatización de AA fracasara en el recinto, en la sesión que pretenden convocar para los próximos días, lo considerarían un triunfo. “Incluso si perdemos, ganamos”, le dijo un diputado del oficialismo a este medio.
Más que avanzar con la que entienden que es la solución para una empresa que “provoca la constante necesidad de realizar constantes transferencias de recursos públicos que ponen en riesgo la sostenibilidad fiscal”, buscan la confrontación en el recinto.
Es decir, aplicar el famoso “principio de revelación” para poner en evidencia quiénes son los diputados que defienden a la empresa y a los sindicalistas a los que tildan de “casta aeronáutica”. Por eso, se da por descontado que llevarán el tema al recinto aun a riesgo de perder, en lugar de acercar posiciones con quienes proponen una salida intermedia, y mejorar la calidad del servicio, además promover la competencia en el sector aerocomercial, tal cual fundamenta Lombardi en su proyecto.
Mucho ruido y pocas nueces
"Nosotros vamos a confrontar en tanto y en cuanto los gremios le compliquen la vida a la gente. Los gremios están para defender a sus trabajadores, cosa que no hacen […] porque lo que defienden son los intereses particulares. Cuando pasa así, siempre vamos a salir a rechazarlos y cuestionarlos", dijo esta semana el portavoz presidencial Manuel Adorni tras el paro de transportes.
Además, el portavoz aseguró: "Los privilegiados, lo que están haciendo con los paros, es perjudicar a los que quieren trabajar. A los que votaron por una argentina distinta, precisamente, para eliminar los privilegios de ellos, de la casta”.
Pero lo cierto es que LLA tuvo la oportunidad de ponerle un “freno” a la casta… y la dejó pasar. Semanas atrás, le hizo el vacío a Martín Tetaz horas antes de dictaminar el proyecto de democratización de los gremios que, entre otros puntos, le pone fin a la reelección indefinida de los dirigentes sindicales; los obliga a presentar declaraciones juradas de bienes a ellos y su familia y erradica las cuotas solidarias (que son compulsivas aun para los no afiliados).
Por lo bajo, en el oficialismo reconocieron que no es momento de pelearse con los gremios. Por eso, le soltaron la mano a Tetaz.
La conferencia que no fue
“17.30 conferencia de prensa del oficialismo en el Palacio. Importante anunció sobre el Presupuesto”, anunciaron el miércoles a las 15 desde los equipos de prensa de Martín Menem. 9 minutos antes de la hora señalada, avisaron que la conferencia se suspendía.
Los rumores, para ese entonces, eran que el oficialismo estaba dispuesto a dar mayores partidas presupuestarias a las universidades en el Presupuesto 2025, tal cual reclaman desde el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), a cambio de suspender las PASO y restringir el financiamiento a los partidos políticos. Es decir, sacarle plata a “la casta” para dárselas a las casas de altos estudios.
El freno al anuncio respondió a las presiones que ejerció el PRO. Por lo bajo, los amarillos habían negociado una partida intermedia entre la dispuesta por el Gobierno en el proyecto del Presupuesto y la que, oficialmente, pedían desde el CIN. Sumado a eso, los rectores estaban dispuestos a sellar un acuerdo para que las universidades sean auditadas por la SIGEN.
Desde el PRO interpretaron que la propuesta oficialista “no era para arreglar el conflicto con las universidades; era para echarle la culpa a la casta”. Los propios amarillos acusaron al gobierno de querer usar el tema de las universidades para plantarse como “los buenos” y aplicar el principio de revelación.
Minutos antes del anuncio, Cristian Ritondo y Silvana Giudici se reunieron con Menem y lograron desactivar la conferencia que iba a ser protagonizada por José Luis Espert.
Una vez más: ¿el oficialismo buscaba una solución frente al conflicto universitario que tan costoso le salió o aprovecharlo para impulsar un nuevo capítulo de confrontación con “la casta”?
¡Bienvenidos al nuevo carnaval!