Racing no solo es el único equipo argentino entre los cuatro que quedan en las finales de la Libertadores y la Sudamericana. Es también el único club no brasileño; el que impide, al menos por ahora, que la gloria continental quede toda en manos de un país.
Lo logró gracias a las grandes actuaciones de un colombiano y un chileno- Juanfer y Arias fueron figuras- y de todo el resto del equipo. Pero contó también con un inestimable apoyo que vino de las tribunas. Y es que, más allá del recibimiento y los cánticos, la hinchada aportó concretamente en el gol de la clasificación, de una manera increíble.
Corrían 39 minutos del primer tiempo y el Cilindro era una caldera, tras el empate que había marcado Juan Fernando Quintero. Mientras en la cancha el partido era vibrante, desde la tribuna, algún hincha honesto devolvió un balón que poco antes había caído hasta allí. Su lanzamiento, sin embargo, fue muy fuerte, por lo que la pelota sobrepasó los carteles publicitarios y casi se mete a la cancha.
Advertido de la acción, el alcanzapelotas Martín Santoro, de las inferiores del club, saltó a la cancha para recoger la pelota con un timing perfecto: justo Corinthians rechazó un pelotazo que se fue por ese mismo sector. Santoro se avivó y se la pasó a Gabriel Rojas rápido, quien aprovechó que el equipo brasileño no se había alcanzado a reordenar para lanzársela a "Maravilla" Martínez, que pivoteó y dejó solo a Quintero.
De esta forma, Racing desniveló gracias a una doble asistencia- completamente legal- desde afuera de la cancha.