Una excabecilla montonera, inusual para la organización, por tratarse de una mujer, pasa a la clandestinidad y sale a la calle escondiendo un revólver de 9 milímetros en el pañal de su hijo de un año. Sus intentos de seguir en las sombras son inútiles, porque los militares la secuestran, la violan y torturan. Un militar la toma como amante, hecho que le salva la vida. Finaliza este infierno con la vuelta de la democracia, pero la sociedad y sus excompañeros de organización le hacen el vacío y la tildan de traidora.
50 años después, ese bebé ya es un adulto y se propone conocer la historia en su totalidad. Dennis Smith vuelve a subirse al escenario después de diez años de Boy Scout para encarnar a este hijo de desaparecida. Mi vida anterior, la obra que le da marco a esta historia, fue co-escrita entre Dennis y Teresa Donato, que trabaja hace años en un libro sobre el testimonio real de la sobreviviente exmontonera, Desaparecida dos veces, que saldrá en 2025 por Seix Barral.
El protagonista conoce y descubre la historia al mismo tiempo que el espectador, porque el ejercicio de hacer memoria es colectivo. "Yo como hijo fui metido en una exposición y un riesgo bastante fuerte. Vi y leí documentales de hijos criados en esta situación y me resulta interesante este gris", explica Smith para Diario Con Vos.
De montonera a traidora
La identidad real de Mariana, alrededor de quien gira la historia, está protegida. No quiso que se conociera su nombre. Tampoco brindó testimonio en los juicios de lesa humanidad para apresar a los torturadores de la última dictadura. Es una de tantas sobrevivientes que fueron perseguidas y estigmatizadas por sus propios compañeros de partido. Silvia Labayru es otra de ellas.
Lo que sí permitió es que su historia fuera adaptada a obra teatral. "Con Teresa Donato estábamos escribiendo una adaptación a guion cinematográfico de una obra de teatro mía y me contó la historia, que estaba escribiendo un libro sobre una historia real de una mujer que era montonera y que cuando tiene que entrar en la clandestinidad escondió un revólver de 9 mm en el pañal de su hijo y salió a la calle. Esa imagen me resultó muy atractiva y le dije inmediatamente a Teresa que quería hacerla", cuenta Smith.
El protagonista, para su unipersonal, se preparó consumiendo todos los documentales y libros que pudo sobre la dictadura y los crímenes de lesa humanidad de los '70. El que más le gustó fue M (2007) de Nicolás Prividera. "Él es bastante crítico de montoneros y sin embargo me pareció muy arriesgado cuando lo hizo porque pareciera que no se puede hablar sobre el movimiento porque vienen personajes de derecha a tratar correrte con el delirio de los dos demonios", puntualiza.
Cómo hacer ficción sobre el horror
A la hora de basarse en un testimonio real sobre una experiencia tan cruda, que tiene peso para la historia social y política internacional, es complejo saber qué ficcionalizar y qué conservar intacto. Para Mi vida anterior "ficcionalizar no ficcionalizamos nada, pasa por nuestra subjetividad porque nosotros lo escuchamos, lo escribimos y lo embellecemos o no. No hubo ficción sino que hubo un deseo de puesta en escena y de dramaturgia en el proceso", explica el actor, director y dramaturgo.
Lo que más le interesó, a la hora de abordar cómo traspasar la historia teatro, fue la posibilidad de tomar un marco temporal concreto, que va desde el día en el que Mariana queda viuda hasta el momento en el que finalmente, después de pasar por muchos episodios, logra exiliarse con su bebé en Brasil.
"Cuando gira el primer acto uno se pregunta, '¿Sobrevivirá o no sobrevivirá esta mujer?'. La conclusión de esta supervivencia es cuando logra tocar tierra firme en Brasil" pero la tensión de ese episodio acompaña toda la obra.
¿Qué te interesó de interpretar a un hijo de desaparecido?
—Fui cambiando puntos de vista. Primero decía que tenía que ser desde el punto de vista del hijo, después cambiaba y pensaba que tenía que ser desde el punto de vista de la madre y creo que que sean los dos es un equilibrio perfecto porque a cada uno lo coloca en un lugar distinto. Él está narrando en un entorno cuidado emocionalmente hablando, en algún punto está condicionado porque está dando una entrevista para un documental, y ella le está contando a él. Cuando cuenta cosas que son tremendas se cuida, porque hay que contar ciertas cosas. Hay una tensión emocional ahí todo el tiempo que me parecía interesante.
Creo que el tema de los hijos de montoneros o hijos de padres revolucionarios es complejo. Él dice "yo no elegí esto, es lo que me tocó" y me parecía interesante eso, porque son los primeros habilitados a criticar. Todos criticamos las decisiones de nuestros padres e imagino que hijos de padres que tomaron decisiones tan radicales sin lugar a dudas tienen un derecho más fuerte a decir "critiquemos lo que hicieron". Por lo general son personas compasivas con los padres por una cuestión de orgullo, porque defendieron sus ideales y trataron de encontrar un mundo mejor.
¿Creés que hay similitudes entre la construcción de la Memoria respecto de los desaparecidos y la construcción de este tipo de memoria para hacer ficción?
—Me parece que hay una memoria sobre los desaparecidos pero la obra habla de la memoria de los sobrevivientes, que no son vistos con mucho cariño. ¿Quién soy yo?, si yo no pasé por esa experiencia. Sobre una persona que fue secuestrada y torturada durante mucho tiempo y que sobrevivió, a mi no me cabería en la cabeza decir "sos un traidor". Sin embargo, así se los ve, aún. Retomando el documental de Prividera, que es bastante crítico con la conducción de montoneros y de los movimientos revolucionarios. Dice "todos estaban afuera y los que se quedaban acá eran todos los perejiles", entonces me resulta interesante porque en muchos casos las figuras más visibles son políticos pero los que ponen el cuerpo y los que viven las consecuencias son o civiles o personas que tienen una mirada más inocente del contexto. Me parece interesante esto, cómo siempre atacamos al más débil.
El lugar de la traición al que relegaban a las compañeras detenidas en dictadura fue denunciado muchas veces por ellas como un acto de misoginia. ¿Quisiste intervenir de alguna manera estos prejuicios aceptando este papel?
—Estoy absolutamente de acuerdo y quise intervenir y Teresa también. Que se cuente esto que nos llama mucho la atención, que 50 años después desde que empezó la historia de nuestra protagonista ella siga teniendo miedo y siga en un punto queriendo justificar que no fue una traidora, eso es lo que me parece más grave. Me parece un disparate descomunal que tenga que pasar por esto. Nuestra protagonista llegó muy alto en la escala de montoneros y para ser mujer era rarísimo. También había una cuestión de si se acostaban con otros hombres eran traidoras y así. Hay una cuestión conservadora de fondo.
El hecho de que la desaparecida haya sido montonera da tela para cortar, hoy más que nunca, cuando desde el Gobierno alimentan la teoría de los dos demonios. ¿Cómo eligieron trabajar esa ambivalencia?
—Yo creo que no tenemos que dar pasos atrás con conversaciones ridículas. La obra no abre ni un resquicio para pensar que hubo una guerra o alimentar esa teoría. De hecho quedan muy mal paradas en el espectáculo las fuerzas militares, pero porque es un documental. No aportamos ninguna opinión propia. Creo que el tema de la memoria completa que tanto se está exigiendo tiene que ver con que el accionar terrorista debería haber sido llevado a la Justicia, no hay más conversación posible. No me acuerdo a quién le escuché decir hace poco que tendrían que haber sido llevados a la Justicia y alguien respondió, "bueno, andá a buscarlos al río, a donde los tiraron". La obra al final trata sobre un ser humano al que le pasaron cosas horribles y me parecía interesante abrir hacia la empatía, porque desde la empatía se solucionan muchos más conflictos que de cualquier otro modo.
Mi vida anterior se presenta en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551) con solo cinco funciones los martes y miércoles. Las entradas se consiguen en la página web de Entradas BA.
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