En otra auténtica noche de Copa Libertadores, Peñarol batalló, venció, pero no le alcanzó para dar vuelta la serie ante Botafogo que, gracias a su gran actuación de la semana pasada en Río de Janeiro, se transformó en el rival de Atlético Mineiro en la final que se disputará el próximo 30 de noviembre en el Estadio Monumental de Núñez.
Los uruguayos, sin embargo, no se despidieron si plantar batalla. Tenían una misión aún más complicada que la de River: remontar un 0-5 sufrido en Brasil, por lo que tiraron toda la carne a la parrilla. Así, frente a un Estadio Centenario de Montevideo repleto, que recibió al equipo con un increíble espectáculo pirotécnico, el "Manya" se lanzó en busca de la hazaña.
Y tras media hora de áspero trajín, los uruguayos se ilusionaron a más no poder con un golazo de Jaime Báez, quien dominó con el pecho y clavó un misil al ángulo desde 30 metros. El Centenario se encendió y pareció que la remontada era posible, sobre todo porque dos minutos después Guzmán Rodríguez estrelló un cabezazo en el palo.
Botafogo, sin embargo, resistió el sacudón y estiró el desenlace al segundo tiempo, especulando con el contragolpe. El punto más alto de la ilusión "carbonera" llegó a los 20 del segundo tiempo con el segundo gol de Báez. Por un minuto y, a pesar de entonces ya estar con uno menos, Peñarol creyó que se podía.
Pero no. Botafogo, ya consciente de que le podían hacer daño, se cerró completamente y jugó a mantener su amplia ventaja. Así, el local se fue cansando y desmoralizando hasta que al final, Thiago Almada clavó el 2-1 que bajó el telón de la ilusión.
Sobre el final, Batista puso el definitivo 3-1 que dejó para los locales un sabor de dignidad en medio de la eliminación.
Botafogo, en tanto, se ilusionó con levantar su primera Copa Libertadores y aseguró, por otro lado, que el título lo levante un equipo brasileño por sexta vez consecutiva.