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Cultura & Espectáculos

Se estrena Simón de la montaña: "La película pone en juego una idea sobre la verdad"

En 2016 Daiana Travesani estaba charlando en la vereda del bar La Chamuyera en Rosario cuando desde un balcón alguien tiró una botella de vino cerrada con corcho y llena hasta la mitad y le pegó en la cabeza. El golpe la dejó inconsciente al instante y casi la mata. Cuando se despertó, después de que la operaran y estuviera en terapia intensiva, estaba cuadripléjica. La operaron de nuevo y pasó ocho meses en un centro de rehabilitación; aunque mejoró, el golpe le dejó secuelas. Ahora renguea.

Daiana escribió Me proclamo disca, me corono renga, un libro que recorre su experiencia y las diferentes teorías o enfoques sobre la discapacidad con los que se fue cruzando desde que tuvo que aprender a hacer todo de nuevo. En un manifiesto que integra el libro, dice: "Quiero que quede bien claro que no soy un ángel. Que no debo sonreír y agradarle a todo el mundo. Que no debo ser inocente y dulce eternamente, no me romantices". Los personajes de Simón de la montaña (2024), la ópera prima de Federico Luis, podrían decir lo mismo.

Simón de la montaña, más que un tratado que gira en torno a personajes con discapacidad, se enfoca en el camino de autodescubrimiento de Simón [Toto Ferro, el protagonista de El ángel (2018)]. La nueva película de Federico Luis ganó la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes y se estrena en cines el 31 de octubre.

Una coming of age "especial"

¿Todo se puede performar? parecería preguntarse también Simón de la montaña: la coming of age de Federico Luis protagonizada por un elenco de pibes con discapacidad que pone en foco la reflexión sobre sus subjetividades y sobre los rituales de pasaje entre la niñez y la adultez.

El encuentro con el sexo, con los adultos mayores que ofician (o deberían oficiar) de guías, con las drogas y con el corrimiento de los límites de sujetos nada convencionales para el cine. La clásica Forrest Gump (1994), con sus prejuicios y monstruosidades no dista mucho, narrativamente, de lo que se ha contado siempre sobre las personas con discapacidad: históricamente, la pantalla grande los usó de freaks, exaltando sus rasgos grotescos, para generar ruido en la historia, o para que simbolizaran algún tipo de corrupción moral.

Hay un antecedente reciente en las producciones argentinas, División Palermo (2023) de Santiago Korovsky, que también refresca la mirada del cine sobre las personas con discapacidad. Los personajes, caricaturizados por motu propio, llevan como corolario la regla básica del chiste de minorías: ser parte de una te permite hacerlo. Las caricaturas llevan a la hipérbole sus condiciones y existencias para construir el absurdo, incomodando a la audiencia políticamente correcta, que no sabe si reírse sería "ético".

Lo que los define y lo que los separa de otros es más que nada una sensibilidad extrema, una capacidad de ver y percibir el mundo y el tiempo de otra manera

El giro de la película de Federico Luis, entonces, no está en lo que se diga sobre la discapacidad en sí, sino en una reflexión para el otro lado, sobre la normalidad. ¿Qué es ser "normal"?. A primera vista, la discapacidad de Simón, un joven de 21 años que vive en un pueblo rodeado por la Cordillera de los Andes y trabaja de peón de mudanza, "no existe". O es una incógnita que nunca se resuelve.

La escena que le da apertura a la película y presenta los temas muestra a Simón gesticulando efusivamente, la "marca" de la discapacidad que lo acompañará durante toda la película y recién después se lo ve en respondiéndole a su amigo Pehuén (Pehuén Pedre), que lo somete a un interrogatorio de práctica con el objetivo de que Simón ensaye las preguntas y respuestas que le haría un profesional de la salud para tramitar el Certificado Único de Discapacidad (CUD).

Simón contempla y está fascinado con la existencia humana, observa, escucha, revisa, copia y aprende con el ejemplo. "Performa" la discapacidad hasta que se la cree, o hasta que la descubre en sí mismo. Se pone el audífono de una amiga, la remera y la campera de Pehuén y ensaya para hiperbolizar sus rasgos discapacitados pero solo para ser una mala "víctima", como pasar gratis al cine.

¿Qué es ser "normal"?

Incluso para sus pares, que saben que Simón debe "esforzarse" para parecer discapacitado, a diferencia del imperativo social que pide que todo el mundo se amolde a pasar como "normal", Simón no es lo suficientemente auténtico: "Vos sos un actor, vos no sos discapacitado" le dice La Colo (Kiara Supini) antes de chantajearlo para tener relaciones sexuales. Ella, otra mala "víctima". En esa línea, si se quiere, también hay una reflexión sobre la actuación de Toto Ferro.

Daiana, en otra parte del manifiesto, dice: "Yo también bardeo, me enojo, cago, río, lloro, amo, quiero, detesto, siento y no siento, deseo, me dejo desear, seducir y seduzco. También soy de carne y huesos, quizás un poco de plástico, metal, tuercas y algo más, pero eso no me hace especial, porque para ser especial debería tener tetas biónicas, visión de láser, superfuerza o doble de queso, algo de rúcula o palmitos". Tal vez el audífono que se implanta Simón lo puede convertir en un cyborg. ¿Por qué no?.

Entonces, la película, además de seguir a Simón en su viaje de autoconocimiento y forjar su identidad, gira alrededor del acceso al CUD, un derecho que le habilitaría un estilo de vida que hasta ahora le está vedado. Y ahí se disparan más preguntas. ¿La discapacidad es un gesto lingüístico? es decir, ¿es necesario que una autoridad anote en un papel que la discapacidad de una persona existe?. Además, ¿cómo nos relacionamos con las personas discas, si a día de hoy, en muchos contextos, continúan segregadas a la fuerza?.

Simón insiste en agruparse con lo que él entiende como sus pares, pero las autoridades -institucionales, familiares- pelean por ubicarlo del lado de la "normalidad". La negación, uno de los componentes más habituales entre los familiares de personas con discapacidad, aparece en la figura de su madre, que hasta le llega a decir "adelante mío no movés más la cabeza" después de ver a Simón con movimientos involuntarios -o no-. Simón, en un arrebato de sinceridad, una vez le confiesa: "Yo siento que siempre fui así"...

Simón de la montaña por Federico Luis

La película salió después del corto Cómo ser Pehuén Pedre, ¿la pensás como una secuela? ¿Es necesario el corto para "completar" de alguna manera la historia de la película?

Federico Luis: El corto fue más que nada un proceso de experimentación. No lo había pensado como un corto en realidad, sino que era solamente un video para probar algunas ideas sobre la actuación y fue solo después de que lo hice y lo edite para compartirlo con productores que lo vio un amigo director, Manuel Abramovich, y me dijo que estaba bueno como para terminarlo y que fuera una cosa independiente de la película. Sí están muy relacionados pero las considero obras independientes.

(El corto, Cómo ser Pehuén Pedre, muestra a Pehuén entrenando a dos compañeros actores, Toto Ferro y Agustín Daulte, para sacar el CUD. Un problema y una escena que también se ve en la película).

¿Por qué te interesó hacer una película alrededor de la discapacidad?

Para mí no es una película centrada en la discapacidad, tampoco es una palabra que me interese mucho usar para definir a un grupo de personas con distintas condiciones mentales y físicas. Hace un tiempo lo compartí con Fernández Musaco, que es otro escritor con el que suelo compartir, y pensamos en otro término para intentar buscar una definición para ese grupo humano. Es la hipersensibilidad. Como si fuera que lo que los define y lo que los separa de otros es más que nada una sensibilidad extrema y una capacidad de ver y percibir el mundo y el tiempo de otra manera

Yo creo que la película se acerca a ese grupo de gente en el afán de buscar definir la identidad de un personaje. Si yo puedo proponer una entrada a la película es más a través de pensar en la identidad de una forma transversal entre personajes con diversidad funcional o no, o neurodivergente o no. Este grupo de personajes me interesa más que otro porque tengo una sensibilidad más similar a la de ellos que a la de otros personajes de otras películas. 

Uno una vez que decide hacer una película dentro de ese género, como ¿A quién ama Gilbert Grape?, esas películas sobre este grupo humano son todas películas que yo sentía que tienen una idea de la representación que estaba muy antigua. Con la representación de otras minorías el cine fue actualizándose. Yo sentía que estos personajes con diversas condiciones mentales o físicas esa actualización no está hecha, así empecé a juntar varias razones para dibujar ese mundo.

¿Por qué elegiste a Toto Ferro para el personaje principal en lugar de a alguien con discapacidad? 

El juego que está proponiendo la película se basa justamente en tratar de pensar si realmente existe una diferencia entre alguien como Toto y alguien como Pehuén. Yo tenía que crear una diferencia entre este personaje, Simón, y el resto de los personajes. Un poco la película se propone entrar en este mundo de la diversidad funcional a través de un personaje que pueda ser los ojos del espectador, o un vehículo que lleve al espectador hacia este mundo como si estuviera yendo en un viaje hacia la luna. 

Contar la película desde la perspectiva de Simón le reconoce autonomía, además de que el resto de los personajes también son protagonistas en sí mismos en lugar de ser todo el tiempo tutelados. ¿Por qué elegiste mostrar la discapacidad de esta manera?

Creo que hay un problema bastante complejo alrededor de las personas neurodivergentes o con diversidad funcional que es que esa autonomía que vos decís que tienen en la película en general cuesta que la tengan en la vida real porque muchas veces con muy buenas intenciones las familias los sobreprotegen o los abandonan, hay distintas realidades. Sintiendo que es algo injusto, me propuse en la película intentar algo distinto. 

¿Por qué ubicar a los personajes en un medio natural en lugar de, por ejemplo, en una gran urbe? ¿Qué posibilidades le da a los personajes habitar una montaña? 

En el cine yo a veces siento que quizás no todo es tan racional. Voy a tener una respuesta no desde la razón sino que es más intuitiva o incluso imaginaria, la montaña es lo primero que yo sentí que había en la película. Después sí empezaron a aparecerme un montón de otras cosas, mientras iba armando este universo, la montaña me parecía un lugar que me hacía entrar en ese estado filosófico, reflexivo en el que uno entra cuando está en un lugar de esas dimensiones y se da cuenta la escala que uno tiene respecto de un montón de otras cosas. Ese escenario le daba un aura un poco más abstracto a la película, más de ficción. 

¿Por qué casi no hay planos panorámicos de la montaña? ¿Por qué mostrarla con más cercanía? 

La montaña fue lo primero que hubo. Fue cuando yo ya logré definir un poco más a los personajes, cuando ya tuvieron actores, cuando ensayaron conmigo, que se volvieron más interesantes que ella. Entonces, cuando tenía que poner la cámara, quería ubicarla cerca del rostro de los personajes. También porque es una película que pone en juego una idea sobre la verdad, sobre qué es verdad y qué no en relación a lo que alguien puede decir sobre su propia identidad y esa identidad la podemos juzgar como espectadores cuando la cámara está muy cerca del rostro de los personajes. La montaña termina siendo como un marco del cuento, no me la puedo imaginar a la película cómo hubiera sido en otro lugar. 

¿Qué te interesó explorar de las capacidades humanas/tecnológicas poniéndole a Simón un audífono que aparentemente no necesita?

El audífono yo creo que es otro de los elementos que Simón va descubriendo para intentar acercarse, parecerse a este grupo de personas a las que se está uniendo, es un elemento que él al tenerlo puesto puede sentirse parte. Un elemento identificador que haga sentir a uno un poco más legítimamente parte de ese grupo. Cuando ese objeto ya lo tiene incorporado lo empieza a profundizar y la idea de que él pudiese escuchar más también se relaciona con la idea de desde dónde está creado el personaje, es un personaje que sobre todo está escuchando todo el tiempo.

¿Tenés películas o libros en los que te hayas inspirado para hacer Simón de la montaña?

Muchisimas. Me gusta mucho el cine de Bruno Dumont, hay algo de sus personajes que se me impregnó bastante a la hora de pensar este personaje, o me inspiró para crear el mundo de estos personajes. Es un escenario natural, con unos personajes que una mirada normativa podría considerar defectuosos, y que a lo largo de la película pone en juego una pregunta sobre lo moral. Eso también es algo que a mi me interesó. Y también mis películas favoritas de siempre, La pasión de Juana de Arco de Dreyer y ET de Spielberg. Son películas a las que le encuentro bastantes similitudes, que podrían haber marcado lo que yo hice en esta película. Un actor que me gusta mucho es Jim Carrey, las muecas, las caras, me fascina y es algo que está en la película de alguna manera, aunque no fue consciente la búsqueda. 

El guion y las imágenes de toda la película son bastante naif. ¿Qué creés que le suma esa ternura a la historia? 

No lo pienso en términos de cosas que le sumen o le resten, me cuesta tratar de traducir algo del orden de lo afectivo o emocional. En ningún momento pensé en agregarle ternura a los personajes de un modo consciente y buscado. Que se trate sobre la ternura no es algo que yo pensé antes. Esto que me decís vos ya me lo ha dicho mucha gente también. Pero hay formas distintas de verlo, hay gente que piensa lo contrario... entro bastante a Letterboxd a ver los review que deja la gente porque me interesa siempre leerlos, sobre todo cuando es gente a la que no le gustó la película. Además, la película en sí misma intenta hacer ese ejercicio de observar la mirada otra, la mirada del otro. Hay mucha gente que dice que los muestra como unos freaks, que se burla de ellos. Yo para nada pienso eso, pero bueno, son las distintas lecturas. 

Foto portada: cortesía de prensa Silvana Waisberg.

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