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Opinión

Los 12 apóstoles del Radicalismo Popular

radicalismo
Por Alejo Ríos |Fundador de "La Runfla Radical"

Últimamente estoy frecuentando muchos compañeros justicialistas. Los motivos la verdad que no los puedo develar. Pero concretamente, hace unos días estuve en mi casa debatiendo con una “compañera” de La Cámpora. Más chicanas que debate debería decir. Hasta en algún momento ella ha pinchado tanto que ha despertado algún resquicio de gorilaje que queda en mi persona. En medio de este boxeo intelectual, nos acusó a los radicales de carentes de ideología y me dijo...ningún radical ya recuerda a Jauretche, el mejor de los suyos.”. Yo la miré y me daba bronca admitirlo; sin embargo, tenía mucha razón.

Es verdad, no tenemos estructura de pensamiento. Por lo menos en la actualidad. No se puede objetar que más de 130 años de historia han sido absolutamente ricos en construcción de republicanismo y democracia social. Sin embargo, ante tanto ruido de internismo, la UCR se encuentra, desde el punto de vista ideológico, en una esquizofrenia paranoide. Son muchas personalidades y ninguna suena como propia.

También es cierto que nadie recuerda a Jauretche. Probablemente porque migró al Justicialismo aquel 17 de octubre del 45´. Aun así, nadie resalta que con el Golpe del 55´ de la Libertadora y la posterior huida de Perón, Jauretche le manifestó al General su desilusión; textualmente le expresó lo que pensaba: "¡Hijo de puta, cobarde de mierda, nos deja solos!".

Arturo Jauretche, histórico pensador y político del radicalismo y del peronismo.

Fundador de Forja (Fuerza de Orientación Radical para la Juventud Argentina), polémico, astuto, agudo, punzante, irónico, Jauretche tiene bien ganado el título de “padre del pensamiento nacional”. Uno de los nuestros, la verdad. Como me decía mi amiga peruca: “...el mejor de los suyos.”.

Esa noche pasó y al día siguiente me quedé con esa desagradable conclusión que les acabo de reflejar. Ahora bien, lo que no pude avizorar fue que una noticia reconfiguraría ese derrotero en una incipiente esperanza.

El bloque radical finalmente se fracturó: 12 diputados decidieron separarse luego de que De Loredo rechazara la expulsión de los cinco radicales servilletas de los libertarios. La verdad que no la vi venir, dado que el aventurero cordobés evitó que se exigiera a esos cinco firmar un compromiso de votar en línea con el partido y, en su lugar, propuso abrir una mesa de diálogo con los disidentes. Sin embargo, la mesa de diálogo no llegó a buen puerto y se convirtió en una negociación relámpago que finalizó sin acuerdos. De allí, la ruptura.

Diputados del radicalismo con Javier Milei.

La verdad que me ha entusiasmado la noticia. Es indiscutible que en el radicalismo desde hace unos años se viene dando una reconversión identitaria. Ubicando interrogantes como el ¿Hacia dónde? y ¿Para qué?

 “La política es la historia del presente y la historia es la política de épocas pasadas", decía Jauretche. Esta frase sugiere una estrecha relación entre política e historia, destacando cómo ambas disciplinas se entrelazan para dar forma a la comprensión y manejo de la realidad en distintos momentos. Y subraya la continuidad entre estos dos términos: “la política de hoy será historia mañana”, y la historia de ayer continúa siendo relevante para las definiciones políticas presentes.

Es aquí donde la importancia de la conciencia histórica en la política es trascendental para enfrentar la orfandad cívica de los tiempos mileistas, sugiriendo que el aprendizaje del pasado construye identidad para evitar errores previos.

Esto último fue lo que se reflejó en el comunicado lanzado por los 12 apóstoles de la reconciliación del radicalismo con su historia. “Hoy el presidente del bloque y un grupo de diputados radicales decidieron sumarse como aliados al oficialismo. A esto, le debemos sumar la votación de aquellos diputados que ratificaron los vetos presidenciales contra el financiamiento universitario y contra el aumento a los jubilados, quedando como único camino construir una nueva alternativa”, argumentaron en el escrito. Pero lo más importante es que manifestaron que mantienen el “compromiso inquebrantable con la educación pública, los jubilados, el federalismo, el trabajo, las Pymes y el desarrollo del país”.

“Por fin”, fue lo que me dije a mi mismo al leer este bosquejo del autodenominado bloque “Democracia para siempre”. Sí señor, una muestra de que no todo se dobla y se deforma en la política actual.

Adiós al "fingir demencia y seguir para adelante", como dijo alguna vez De Loredo. Bienvenida sea la reflexión profunda sobre los valores que componen el mito fundacional del Radicalismo y el grado en que representa en las personas en su contexto actual. Este proceso puede implicar deshacerse de nociones obsoletas o poco funcionales, dando espacio a una revalorización de los propios principios a la luz de las dolorosas experiencias y aprendizajes de los últimos años.

Leandro N. Alem, uno de los fundadores del radicalismo.

Aquí y presentes han dicho estos 12 apóstoles. Hay ideología, hay pensamiento, y, en consecuencia, hay una idea rondando de identidad. Algo que el inefable De Loredo no pudo responder jamás.  Ni así mismo diría.

Y que no nos acusen los traidores de románticos. No somos unos fundamentalistas de la identidad. Pero sí está en nuestro vocabulario. La identidad política, más que una afiliación estática, puede entenderse como una brújula viva y adaptable que orienta nuestras decisiones y posturas. En lugar de ser vista como una lealtad rígida a una ideología, es útil verla como una estructura en transformación, nutrida tanto de principios firmes como de la capacidad de renovarse ante los cambios sociales y las experiencias personales. Así, reconstruir la identidad política no es necesariamente un ejercicio de volver a los orígenes, sino de hacer un balance dinámico entre tradición y adaptación, un equilibrio donde la experiencia del presente se cruza con la historia colectiva para proyectarse hacia el futuro.

Que se rompa, pero que no se doble.” Con esta frase, Alem expresa la voluntad de mantener la integridad frente a la presión, recordándonos que una identidad política sólida no implica rigidez ideológica, sino fidelidad a principios fundamentales que pueden renovarse ante los desafíos de cada época. Que la UCR pueda mirar hacia el futuro, sin olvidar de dónde proviene, es el reto que estos "12 apóstoles" parecen estar dispuestos a asumir.

Por Alejo Ríos (@larunflaradical)

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