Javier Gerardo Milei se graduó como economistas en la Universidad de Belgrano y luego realizó distintos postgrados. Se hizo famoso por sus participaciones en programas de televisión. Sus presentaciones en programas al estilo de “talk show” casi siempre versaron sobre economía aunque alguna vez haya cometido algún papelón como bailar de manera desacompasada la canción “bomba tántrica” junto a la cantante Daniela. Más allá de su apariencia muy particular y de sus modos, el Presidente supo y sabe ser referencia en materia económica, en definitiva su expertise. Sin embargo algunas victorias que el primer mandatario ha obtenido en el congreso y el apoyo que ha conseguido por parte de algunos Gobernadores peronistas hablan de otro Milei, el político.
Durante la campaña que lo depositó en la presidencia, Milei se ocupó de defenestrar y hablar en contra de la “casta”. El término puede albergar, según el criterio del Presidente y de sus seguidores, a todos aquellos que se enriquecen a costa del Estado. Siendo lo políticos que ocupan cargos dentro de la estructura pública los más “casta” de todos. A ellos llegó para combatir, para quitarle las prebendas y los negocios que según él desfinanciaron al país y llevaron a la Argentina a la pobreza. Así llego Milei a la presidencia, con ese espíritu anti política. Por eso, entre otras razones fue votado, para terminar con la política, como si eso fuera posible.
El 10 de diciembre de 2023, Milei dio su primer discurso de espaldas al Congreso en una clara señal: estaba dispuesto a gobernar sin el poder legislativo. En más de una oportunidad se refirió a los legisladores como “ratas” o “degenerados fiscales”. Esta última expresión tomó mayor relevancia las veces que las dos cámaras votaron en contra de los designios el ejecutivo, tanto en las leyes promocionadas por el congreso como cuando tocó dirimir los vetos del Presidente.
Más allá de todas estas peleas y desencuentros con el poder legislativo y a pesar de contar con muy pocos diputados y senadores propios el gobierno ha podido mantener en curso todas sus iniciativas. Es cierto que los dos vetos los ganó con solo un tercio de la votación pero no es menos cierto que logró los apoyos necesarios para poder salirse con la suya. El acompañamiento del PRO bajo la dirección del ex presidente Macri fue fundamental en los logros. Mucha rosca, mucho pasillo y el beneplácito de Santiago Caputo (ministro sin rango) lo hicieron posible.
A once meses de haber asumido la presidencia y más allá de los insultos y los improperios que ha dedicado a los ajenos, Javier Milei parece haber hecho un curso acelerado de cómo manejarse en política. Entendió a la perfección con quien debe llevarse bien y con quien tiene que pelearse. Supo tejer relaciones que le dieran sus frutos. Prometió mucho menos de lo que cosechó. Premió a los que lo acompañaron, por ahora solo con agasajos gastronómicos. El tiempo dirá si con algo más.
Su última hazaña fue haber re afirmado el veto al aumento en las partidas para la educación universitaria. Para ello contó con los gobernadores peronistas de Tucumán, Osvaldo Jaldo, de Catamarca, Raúl Jalil y de Salta, Gustavo Saénz. A ellos los invitó a cenar como antes lo había hecho con los 87 diputados que lo acompañaron con el veto a los jubilados.
Finalmente Milei aprendió a polarizar. A elegir a su enemiga política. Sabe que la pelea con Cristina Kirchner lo pone en ventaja en un ring que tiene una mayor visibilidad que a cualquier otro de los que se pueda subir. Milei se siente ágil, tiene la convicción que está rápido de piernas, de manos y de reflejos. Ser nuevo en la pelea le da esas dotes de destreza y encima ahora está aprendiendo a pelear y a tener cintura. Política.