Gisèle Pelicot, quien demandó a su exmarido y otros 50 hombres por sedarla y violarla en múltiples ocasiones durante años, volvió a presentarse como testigo ante el Tribunal de Aviñón, Francia. En su segunda declaración, recriminó ante su antigua pareja, quien se encontraba en la sala.
"¿Cómo pudo el hombre perfecto llegar a esto? ¿Cómo pudiste traicionarme hasta este punto? ¿Cómo pudiste traer a estos extraños a mi dormitorio?", dijo Gisèle Pelicot sin mirarlo.
"Siempre he intentado guiarte hacia la luz, hacia arriba, pero tú has elegido las profundidades del alma humana", continuó la mujer de 71 años. La víctima solicitó que todas las audiencias del juicio fuesen públicas, autorizando el acceso a la prensa para que pudiese narrar lo que ocurriese en la sala.
"La vergüenza tiene que cambiar de bando", sentenció. "No quiero que tengan miedo, nosotras no tenemos que tener vergüenza, son ellos", insitió la mujer, en referencia a la gran cantidad de situaciones de violencia que se ejerce dentro de los hogares y que no llegan a ser denunciados. "Tomé conciencia de que no tengo que tener vergüenza, no tengo nada a reprocharme: he sufrido 100 violaciones", exclamó.
El juicio que sacude a toda Francia
El comienzo del juicio, la posición de Gisèle fue clave. En lugar de preferir que su identidad se proteja, procedimiento que se suele aplicar para no revictimizar a la denunciante, Gisèle eligió que se lleve a cabo un juicio a puertas abiertas para que "sirva a una causa más grande y que ninguna mujer vuelva a sufrir una sumisión química", dijo cuando declaró.
La importancia de que se trate de un juicio público radica en que, así, la sociedad puede conocer las caras y los nombres de los culpables: 51 hombres imputados por violación, aunque fueron 83 en total, de entre 26 y 74 años. En palabras del propio Dominique, "de cada 10 hombres, solo 3 se negaban" a violar a Gisèle.
En el inicio del juicio, la denunciante se sentó junto al tribunal y vio las cintas de los 51 violadores. "Violación no es la palabra correcta, la correcta es 'barbarie'", concluye. "Es insoportable, insostenible. Francamente, para mí son escenas de terror". Los hechos de violencia se perpetraron en su propia casa, en la comuna de Mazan, al sur de Francia.
Una de las hijas de ambos, Caroline Darian, después de que en 2020 se enteró de los hechos, escribió un libro que tituló Et J’ai Cessé de T’appeler Papa ("Y dejé de llamarte papá"), donde cuenta el derrotero emocional y psíquico que sufrió cuando salió a la luz la violencia de su progenitor.