La producción porcina ha crecido incesamente en el país, casi sin deteniemiento desde el comienzo de este siglo, pero al mismo tiempo, la actividad se fue despoblando de productores, quedando en la actualidad solo un 34% de los que se registraron en 1996.
Así lo indica un estudio realizado por la consultora JLU, especializada en el sector. Según el informe, en dicho año se contabilizaban 5.500 productores que envíavan animales a faena, mientras en 2024 ese número se redujo a 1.882.
En el mismo período de tiempo, la producción de carne porcina pasó de 176.000 toneladas a 1.004.000 toneladas, lo que habla a las claras de un fuerte proceso de concentración de la producción, siendo los productores de pequeña escala aquellos que se vieron obligados a salir de la actividad.

Esta situación de salida de los productores del sector comenzó a acelerarse a partir del 2018. "A lo largo de los últimos 6 años vemos una disminución de los establecimientos que envían animales a faena. En situación opuesta, aumenta la cantidad de animales enviados y el peso promedio de los mismo", apuntó el trabajo.
"Desde hace años se ve una concentración del negocio porcino en todo el mundo y Argentina no está
siendo ajena a dicho proceso. Y dicha concentración no solo es dentro de un eslabón de la cadena, sino
entre distintos eslabones, como la producción, la faena, la elaboración, la distribución y la exportación", comentó Uccelli.
A esto, agregó que "Argentina tenía muchos productores, muchas plantas de faena, muchas elaboradoras de chacinados y muchos distribuidores, pero en todos los eslabones cada vez hay menos actores y algunos ya están integrados de punta a punta".
Escala, eficiencia y márgenes
Según Uccelli, este proceso de concentración en el sector porcino que responden a tres variables: la escala, cuestiones de eficiencia y márgenes acotados, cuestiones que deben mejorarse para que el número de productores porcinos no sigan cayendo.
Para Uccelli, la escala da la posibilidad de bajar costos por volumen al momento de la compra de insumos y normalmente mejorar precios al momento de la venta de los cerdos o los productos. "La única diferencia entre los productores grandes y pequeños es el poder de compra y de venta, por el
volumen que manejan", dijo.

Pero también remarcó que "la escala actúa de forma directa al momento de tener que realizar alguna inversión y por tal razón necesitar solicitar una línea de crédito".
"Muchos productores chicos no son sujeto de crédito y les es casi imposible salir de dicha calificación y en el caso que acceden a las mismas, los importes ofrecidos no alcanzan para poder hacer absolutamente nada y seguramente transformarse en un salvavidas de plomo que los termina hundiendo más, ya que la mejora no le permite pagar ni los intereses y menos el capital solicitado", sostuvo.
Por otro lado, Uccelli remarcó la necesidad de que los productores mejoren su eficiencia, pero consideró que para muchos en el sector hablar de esto "es casi una mala palabra".
"En muchas ocasiones el planteo era que la eficiencia no importa cuando el precio es bueno. Este es parte del problema por el cual muchos productores salieron del sistema", afirmó el director de JLU.