Queda en manos del lector definir si los 87 diputados que acompañaron el veto de Javier Milei a la fórmula previsional son “héroes”. O no. Pero lo cierto es que el asado en la Quinta de Olivos de esta semana, más que para celebrar la ratificación del veto, fue para festejar el tercio que La Libertad Avanza consiguió en el recinto de Diputados. Pero el festejo duró poco: en el mismo convite quedó a la vista que la barrera de contención que pudo levantar el oficialismo resultó ser efímera.
La semana anterior, los libertarios lograron superar los 86 votos que cualquier gobierno necesita en Diputados para imponerse ante un Congreso que le es hostil e, incluso, para frenar un juicio político contra el jefe de Estado. Pero el festejo duró poco. Y no porque los libertarios chayan caído en la cuenta de que era de mal gusto celebrar con un asado un nuevo ajuste para los jubilados.
Lo que le bajó el tono al encuentro no fue tratar de disimular que el oficialismo y sus eventuales aliados estaban –literalmente— comiendo delante de los pobres. Sino que quedó en evidencia que el número mágico, a una semana de la sesión, ya se había escurrido de las manos de Milei como agua entre los dedos. En tiempos de política atomizada, los acuerdos, los aliados y la oposición son –como diría Zygmunt Bauman– líquidos.
Es que fueron varios los diputados que pegaron el faltazo al convite. Por caso, una decena de diputados del PRO (entre ellos nada menos que Luciano Laspina y Silvia Lospennato, dos pesos pesados del bloque amarillo) y cuatro de los cinco radicales con peluca que dieron vuelta su voto. El único que dijo “presente” en el asado que contó con chinchus, choris, morcillas fue el tucumano Mariano Campero.
Desde el oficialismo no dejaron trascender el número total de comensales. “No hay un listado disponible”, le dijeron en Casa Rosada a Diario Con Vos. Las cuatro fotos que difundieron a la prensa apenas muestran a los popes del Gobierno y los rostros de algunos de los invitados. En ninguna imagen se ve a los héroes posando con el jefe de Estado. De haber sido así, hubiera sido fácil tomar asistencia.
“No me parecía una buena idea”, dijo alguien del PRO que optó por no asistir. Y consideró que no había nada que “celebrar”. “Yo voté lo que mi partido decidió, nada más”, acotó. Entre los radicales también consideraron que acompañar la postura del Gobierno no merecía festejo alguno. “En mi familia me enseñaron que no hay premiar por hacer lo correcto, al contrario, hay ver en qué se puede mejorar”, dijo un integrante del partido centenario.
La política en estado líquido
El faltazo de un puñado de “héroes” al festejo debería haber encendido las alarmas del oficialismo. Es que Milei no tiene garantizado el número mágico de 86, sino que fue una cifra alcanzada de manera circunstancial.
Es decir, ante un eventual veto de la ley de financiamiento universitario, por poner un ejemplo que podría producirse en los próximos días, no está del todo claro que ese tercio vuelva a estar. Uno de los cinco radicales con peluca le aclaró a Diario Con Vos que aún no tiene claro si insistirá con el proyecto que impulsó su propio partido (al igual que el de jubilaciones). Señaló que, a diferencia de la fórmula previsional, este proyecto sí aclara de dónde sacar los fondos para su financiamiento.
Así como los acuerdos, la oposición también es líquida. En algunos casos se ubica del lado del oficialismo. En otros, en la vereda de enfrente. Es por eso que el Gobierno no tiene nada que festejar. Y menos en la antesala del tratamiento del Presupuesto 2025.
“Se viene una pelea a fondo con los gobernadores”, avizoraron en Rosada. Y, ante la posibilidad de que las oposiciones no acompañen el proyecto presentado por Milei el último domingo, le restan dramatismo. “Que hagan lo que quieran”, deslizaron a este medio.
Ahora bien, ante un segundo año consecutivo sin hoja de ruta, que significaría una clara señal de falta de gobernabilidad, ¿qué pensarán los mercados, el FMI y los inversores si Milei no reúne los votos suficientes? “Las inversiones dependen del equilibrio fiscal”, aseguran en los pasillos de Balcarce 50.
La necesidad de los gobernadores de contar con un presupuesto sancionado para tener de dónde agarrarse a la hora de ir a reclamarle fondos al Poder Ejecutivo es, por ahora, la única garantía de que ese escenario no se concrete. Hay que seguir de cerca los movimientos de los gobernadores, que empiezan a aunar fuerzas en torno a puntos económicos, que hoy son más fuertes que los políticos.
Basta con ver la foto de esta semana que protagonizaron esta semana Gustavo Valdés (Corrientes), Leandro Zdero (Chaco), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Gildo Insfrán (Formosa) y Hugo Passalacqua (Misiones), con el objetivo de avanzar en la conformación del bloque de integración regional “Región Litoral”.
“Cualquier presupuesto es mejor que no tenerlo”, insiste un viejo zorro de la política, que imagina a los opositores aunando fuerzas para evitar un nuevo año sin hoja de ruta para que, una vez más reine la discrecionalidad. Habrá que ver si apelan al mismo recurso que con la Ley bases: aplicar la motosierra y dejar en pie solo aquello que les resulte “votable”.