Con el Congreso como marco, otra vez habrá un discurso enérgico, seguramente con gritos, con ataques a los “econochantas”, a la prensa “ensobrada” y a la casta. ¿Quién duda de que la inusual presentación del Presupuesto 2025 que se armó para este domingo a la noche, que obligó a posponer el debut de Susana Giménez en la tevé, no será otro show del presidente Javier Milei con todo a lo que ya nos tiene acostumbrados al borde del aburrimiento?
En ese contexto, el foco del mensaje tampoco será novedoso: se le dará la enésima vuelta de tuerca a la garantía de que esta administración podrá hacer cualquier cosa, menos poner en riesgo el equilibrio fiscal.
Se anunciarán reglas fiscales que intenten darle más fuerza a algo que ya está mil veces anunciado por este equipo económico, el tantas veces mentado en la historia argentina “déficit cero”, una política que este gobierno podrá decir, nunca anunció sino que cumplió a cualquier precio desde el minuto uno que pisó la Casa Rosada.
El gran tema, sin embargo, es que se está llegando al punto en el que sobreactuar la vocación fiscalista como respuesta a todo pareciera ya no dar resultados rápidos en materia de baja de la inflación, o al menos por ahora.
Según los últimos datos, asoma la pregunta de si un programa antiinflacionario no debía incluir algo más que lo hecho hasta acá, con perdón de los termos libertarios. Es un tema crucial para el oficialismo, que se ató a cada dato de la evolución de los precios para mostrar la fortaleza del primer mandatario.
El acting 24/7 tan cuidadosamente desaparramado por las redes sociales y los medios tradicionales de un outsider que llega contra todo y contra todos a resolver lo que nadie consiguió en el país durante décadas, es decir, la inflación, incluye posteos agresivos, retuits de elogios a sí mismo y hasta una serie megalómana hecha por un funcionario del Estado, pero no impide que silenciosamente surja una pregunta sin respuesta.
¿Alguien está pensando por qué hace cuatro meses el costo de vida que miden las estadísticas oficiales dejó de bajar? ¿Habrá chance de charlar con “el Javo” que algo puede estar fallando dado que además, hace tres meses que sube la llamada “inflación núcleo”, que era la que según el Ministerio de Economía había que mirar para ver los precios posta?
El 4,2% que marcó el Índice de Precios al Consumidor de agosto, le sigue al 4% de julio, al 4,6% de junio y al 4,2% de mayo, cuando se empezó a amesetar una dinámica de desinflación que se había iniciado tras el 25,5% de diciembre. El 4,1% de la medición sin precios estacionales ni regulados, la núcleo, después del 3,8% de julio, que había seguido a dos meses de 3,7%, completa el marco de dudas sobre el proceso en marcha.
Nadie diría que salir del cuadro que dejó el gobierno anterior iba a ser fácil, ni tampoco se trata de desconocer que se controló la situación de espiral alocada de remarcaciones del segundo semestre del año pasado bajo el mando de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.
Pero estamos en un punto donde los resultados discuten con el trayecto que el mismo Presidente y su equipo económico empezaron a señalizar cuando se alejaron de la idea más tradicional de recomponer precios relativos para luego lanzar un programa antiinflacionario clásico que además de darle centralidad a la política fiscal incluyera más medidas, como un acuerdo de precios y salarios para atacar la inercia inflacionaria, entre otras.
Regreso con gloria
Esa palabra, “inercia”, está teniendo su regreso con gloria al debate. Hace diez días, en la Convención Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), Milei aseguró que la inflación estaba persistiendo porque se había seguido emitiendo dinero producto de las compras de dólares a las que está obligado el Banco Central por la existencia de los controles conocidos como el cepo.
“Esos dólares están ingresando porque hay una regulación que lo impone. Entonces, eso generaba una expansión de la cantidad de dinero más allá de la demanda. Y por eso persiste la inflación, no porque hay mecanismos indexatorios, porque hay inercia inflacionaria, es porque pasó esto de que se emitía más que lo que se demandaba.
Entonces, para corregir esto pasamos a una fase más profunda del programa que es emisión cero”, explicó en otro stand up con imitaciones e insultos en lo que además había sido presentado como una “clase” para Cristina.
A propósito, cada aparición de la ex presidenta hablando de economía le da vida al experimento en curso, dado que lejos de reconocer el corazón de sus errores, sigue sacando comparaciones de la galera para defender su gestión, pero no las cosas buenas, sino los pifies macro que la llevaron a la derrota. En fin.
En esta instancia, algunos colaboradores de Luis Caputo en el Palacio de Hacienda y en el Banco Central empiezan a hablar off the record de otra forma sobre lo que estaría pasando con la inflación, porque además desde que a fines de junio se informó que se cerraban “todas las canillas de emisión”, la desinflación se cortó igual. Hay un rezago de las políticas que se aplican, recuerdan los técnicos, pero son los mismos que hablaban de un colapso de la inflación núcleo para estos días.
“Los precios de los bienes tuvieron inflación del 3% pero el ítem servicios estuvo por arriba, en 6,5%”, analiza la planilla del Indec un importante funcionario. “Y el capítulo de servicios viene de la mano de los salarios”, apunta. “Puede pasar que los salarios sigan recuperándose y eso te haga más difícil bajar los precios de los servicios”, añade.
¿Empiezan a aparecer posturas internas en favor de un plan más amplio para balizar un programa antiinflacionario que complemente el ancla fiscalista que garantiza la convicción al borde de la locura que exhibe el jefe de Estado en shows como el de esta noche?
“Los fundamentos como la emisión monetaria, la utilización de la capacidad instalada aún baja y un mercado de empleo que no luce indisponible de oferta, parecen elementos de argumentan hacia menor inflación”, apuntan de todas formas en Casa Rosada, donde además se la juegan por septiembre. “Debiera tener nuevos componentes con la estabilidad del tipo de cambio y la baja del Impuesto PAIS”, arriesgan.
La visión de economistas como Carlos Pérez, ex gerente del BCRA, hoy en la Fundación Capital, es diferente. “El ancla fiscal y el Presidente ratificando el compromiso en el Congreso es sin dudas clave, pero el freno en el proceso de desinflación obliga a repensar la estrategia”, opina.
En tanto, las financieras como Consultatio Financial Services le envían también a sus clientes reportes sobre el freno de la desinflación, que explican con distintos motivos: “la política monetaria no opera de manera restrictiva y las tasas de referencia se mantienen negativas en términos reales”; “los precios regulados” y “la inercia generada por ajustes retrospectivos, en particular de salarios”.
El adulto en la sala
La reconsideración de lo que se está haciendo también llegará ahora con el diálogo por un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El FMI actuó esta semana como el adulto en la sala, informó el desplazamiento del burócrata chileno Rodrigo Valdes de las negociaciones con la Argentina por las críticas del Presidente, que lo había llamado “zurdo”, y ahora -sin motivos para el berrinche- se concentrará en las observaciones de política económica típicas del organismo.
Es decir, como explica el ex director del Departamento del Hemisferio Occidental, Claudio Loser, se mantendrá el pedido de una devaluación del 30% antes de cualquier arreglo de fondos frescos, que según sus cálculos estarán lejos de los US$20 mil millones que se le atribuyen a cálculos oficiales y más cerca de los US$5000 millones.
Eso sí, Caputo está en modo “pasar la gorra”, por lo que habría que ver cuánto da la cuenta si otros entes como el Banco Interamericano de Desarrollo vuelcan US$1500 millones y un grupo de bancos arrima US$5000 millones más a través del siempre mencionado préstamo “repo”.
Todo sea por terminar de convencer a ese ente llamado “los mercados” de que el programa económico es sostenible al menos desde los principios económicos, por un lado, y la solvencia para el pago de deuda, por el otro.
Esta noche se insistirá en la obsesión fiscal, y en las próximas horas habrá novedades sobre la compra de los dólares que den por seguro el pago de los intereses de deuda en enero próximo. El objetivo es que el riesgo país, la sobre tasa que pagaría el país si volviera a endeudarse, se acerque otra vez a los 1000 puntos.
El otro interrogante tiene que ver con la consistencia política en el tiempo de lo que se va haciendo. Cuando La Libertad Avanza logra seducir radicales y quiebra los intentos de dejar en firme una ley que se había vetado, parece que le sobra muñeca. Cuando otra vez surgen mayorías de la oposición que voltean un DNU para apuntalar organismos de inteligencia o consiguen aprobar una ley para incrementar el presupuesto universitario, reaparecen las dudas sobre hasta dónde puede afectar cierta falta de cintura, porque no se puede disimular todo con activismo en redes sociales. La red X entretiene un rato, pero no gestiona.
Que Milei en sí mismo sea “el ancla fiscal” del plan es tan contundente como escaso, entienden en Wall Street. Que Cristina Kirchner, con la baja adhesión que genera, sea la única voz que se escuche enfrente, convence a esos mismos actores del establishment que por ahora nada pone en riesgo el nuevo consenso social de Estado chico y fomento de la iniciativa privada con el que el Gobierno se anima, por ejemplo, a escalar la pelea con los gremios aeronáuticos.
La Casa Rosada se ceba, y pareciera dispuesta a redoblar la apuesta aún cuando no está claro en qué momento el caos repetido de pasajeros varados en Aeroparque deja de ser atribuido a sindicalistas con mala imagen para pasarle factura a los que manejan el Estado, por más que digan que son topos que lo están destruyendo desde adentro.
Sería una paradoja que los capos de la canalización de la ira en beneficio propio, no vieran venir el movedizo momento en que el conflicto se les vuelva en contra. La demora en concretar el prometido fin de la inflación de la mano de un programa que indujo una recesión sin igual puede contribuir a que en algún momento todo problema se le achaque a la administración central.
La fragilidad general quedó expuesta esta semana en palabras de José Rolandi, el vicejefe de Gabinete, que en un seminario llamó a los empresarios a invertir ya mismo, ante el run rún que se empezó a generar respecto de que antes de jugársela querrían ver cómo salen las elecciones del año que viene.
Después de repasar las virtudes de la ley bases y el paquete fiscal aprobados en el Congreso, justamente para dar señales de reformas estructurales, pidió un paso al frente de los hombres de negocios. “Si no invierten, esto se cae”, sorprendió.