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Sociedad

La Fe Bahaí crece en Argentina: ¿Quiénes son, en qué creen y qué hacen sus devotos?

Aunque ya tienen casi 200 años, son una religión relativamente nueva para los tiempos proféticos. Nacida en Irán, hoy su fe está prohibida allí, pero crece en todo el resto del mundo, Argentina incluida.
Bahai

I

La vida de Miriam Sayaz estuvo marcada por la lectura de Khalil Gibrán. Había algo en las líneas de su clásica obra “El Profeta” que resonó con especial fuerza desde sus 15 años. Durante mucho tiempo lo atribuyó a sus raíces islámicas, ya que su abuelo sirio libanés llegó a Argentina hace un siglo, escapando de la guerra.

Por eso, quizás, se sintió tan atraída por una familia iraní que llegó a vivir a su casa contigua, años más tarde, en el pueblo de San Javier, Misiones. El magnetismo, sentía, era mutuo. “Por esos años sufría violencia de género de mi exesposo y sentía que estos vecinos me rodeaban, que se daban cuenta y me intentaban sacar de allí”. Fue entonces cuando empezó a interiorizarse en la fe bahaí, que la ayudó a salir de su calvario.

"Esta familia me abrió las puertas de su casa y la fe me lanzó al mundo. Años después, en España, intenté hacer lo mismo por otros y me di cuenta que yo era bahai. Llamé entonces a mis amigos iraníes y les conté, pero ellos me respondieron algo que me desconcertó: 'Miriam, vos sos bahai desde que te conocemos'".

Casa de Adoración Bahai en el Monte Carmelo de Haifa, Israel.

II

La nueva revelación de Dios que tiene la fuerza para unir y pacificar a todas las naciones en una sola gran Patria mundial. De eso, a muy grosso modo, trata el bahaísmo, que cuenta con más de 8 millones de fieles en todo el mundo, y que en Argentina ya cumplió su primer centenario.

Mucho menos conocidos que varias iglesias cristianas, los bahaí están en casi todas las provincias del país y desarrollan un planificado trabajo de crecimiento. Llevan a cabo trabajo social y transmiten el mensaje de Bab, recogido por su profeta Bahá'u'lláh. Se organizan en comunidades de oración y de estudio y creen en la indeclinable llegada de un tiempo de paz y seguridad mundial de la mano con la ciencia. Pero los bahai no son una iglesia, pues no son cristianos. No son una secta tampoco. Ni menos una rama islamista. El bahaísmo es una religión, con su propia cosmovisión y desarrollo teológico, que tiene como autoridad central a la Casa Universal de la Justicia, emplazada en la cima del Monte Carmelo de Haifa, Israel.

Casa de Adoración Bahaí en Wilmette, Illinois. Estados Unidos.

III

Hay algo de los bahai, sin embargo, que hace pensar en los relatos del cristianismo temprano. Quizás el entusiasmo y la liviandad de quien porta una verdad nueva. O la libertad de horizontes de quien siente que está todo aún por hacer, que no hay una tradición milenaria que defender ni un lugar objetivizado desde el cuál hablar.

Como Pablo Neruda en su poema Cristo Gautama, encontramos una huella que nos obliga a detenernos ante estas formas de nombrar a Dios. “Los levantamos con ternura porque nos recordaban / a los antecesores, a los primeros, a los que interrogaron, / a los que encontraron el himno que los unió en la desdicha”.

Casa de Adoración Bahaí en Kampala, Uganda.

IV

A sus 64 años, Miriam vive en Almagro y allí desarrolla su núcleo de oración con otras 11 personas. Es reconocida entre los bahaís por cocinar muy bien. El mes pasado, sin embargo, tuvo un encuentro que la conmovió. Fue mientras compraba la mercadería para preparar el banquete con que recibiría a sus correligionarios. Entabló una conversación muy cordial con el pibe del supermercado que la ayudó a llevar las bolsas hasta su casa. Intrigado por los símbolos y fotos religiosas que se veían en la casa, el muchacho quiso saber más. Y la conversación pasó de la cordialidad a lo profundo.

“Nosotros transmitimos así nuestra fe, de corazón a corazón. Y yo siento que hoy más que nunca los bahaís debemos redoblar esfuerzos para entregar un mensaje a los jóvenes... a todos esos muchachos que se matan trabajando para sobrevivir y ayudar a que los suyos sobrevivan, sin que nadie les entregue una esperanza”, comenta.

Y entonces cierra la idea sobre el Profeta de Gibrán: “Ese libro encendió algo que durante toda mi vida busqué y que encontré finalmente en la fe bahai. Me emocioné hasta las lágrimas cuando supe que Gibrán había escrito inspirado por su encuentro con el propio Bahá'u'lláh.

Casa de Adoración Bahai en Sidney, Australia.

V

El país con mayor población contabilizada de bahaís es la India, donde hay más de un millón. En Nueva Delhi está una de las Casas de Adoración más imponentes, que tiene forma de Flor de Loto.

No es seguro, sin embargo, que sea la mayor concentración. Porque el refrán que dice que nadie es profeta en su tierra cobra ribetes trágicos cuando hablamos de los bahaís. Pese a que el Bab y Bahá'u'lláh nacieron y difundieron su mensaje en la Persia del SXIX, los bahaís han sido sistemáticamente prohibidos y perseguidos en esos territorios, que hoy son Irán. Por eso no podemos saber cuántos son.

Esta histórica persecución se acentuó con la Revolución Islámica y según la relatoría de la ONU, en los ochenta sufrieron un genocidio. Organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional llevan décadas denunciando la sistemática violación de los derechos humanos de los practicantes del bahaísmo, discriminados, encarcelados y perseguidos “en todos los ámbitos de la vida” por razones meramente religiosas.

Casa de Adoración Bahai en Nueva Delhi, India.

VI

Maximiliano van Kruijssen tiene 21 años y estudia medicina en la UBA. La fe bahaí, en su caso fue una voluntad heredada. O por lo menos aprehendida desde la cuna: su padre y su madre son bahaís desde antes incluso de conocerse entre si. Siente, sin embargo, que recién hace seis años, cuando comenzó a hacer servicio social, se empecé a sentir bahai. “De chico me costaba más abrirme y conversar sobre la fe con otras personas. Sentía que me miraban raro a veces por creer en una religión de origen oriental que nadie conocía”, admite.

Con la experiencia y el trabajo en terreno, el pudor se fue. Pero le seguía pasando cuando tenía que explicar porqué no consumía alcohol o porqué no tomaba posiciones frente a la “grieta” política. En el primer caso, aclara, tiene que ver con el uso de la razón, que según explica, “es el don más sagrado que Dios nos dio y que no está bien alterarlo solo por ocio”.

En lo relativo a la política, asegura que los Bahai tratan de mirarla desde el bien común y nunca desde lo partidario. “El principio fundamental de la fe es la unidad y la política partidaria genera antagonismo, bipolaridad, lucha de unos contra otros”.

Casa de Adoración Bahai en Frankfurt, Alemania.

VII

La fe bahaí reconoce al progreso y a la justicia social como parte de la voluntad divina. La igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, en este sentido, ocupan un lugar central en las enseñanzas. Abdu’l-Bahá, hijo de Bahá'u'lláh y heredero de su mensaje, sostuvo que los privilegios masculinos no son debidos a la naturaleza sino a la educación, por lo que deben ser desterrados. “A la vista de Dios, ningún sexo es superior al otro. ¿Por qué, entonces, un sexo debe afirmar la inferioridad del otro, adjudicándose derechos y privilegios como si Dios les hubiese concedido Su autoridad para tal modo de actuar?”, escribió.

Pero no solo en este sentido es una religión “progresista”. Los bahaí creen también en el progreso teológico, que se produce a través de revelaciones conformes a la maduración de la humanidad. Proclaman que su doctrina es el aggiornamiento de los mensajes divinos anteriores, entre los que reconocen a Moises, Cristo, Mahoma y Buda, entre otros profetas, como portadores de una verdad divina para sus propios tiempos.

Casa de Adoración Bahai en San Miguelito, Panamá.

VIII

La línea sucesoria hacia Argentina es a través de Martha Root, una norteamericana que conoció a Abdu’l-Bahá en 1909, durante su visita a Estados Unidos. Diez años después y ya conversa, Root visitó Argentina y divulgó la fe por el país. Visitó los diarios La Nación y La Prensa; la revista Caras y Caretas, y se reunió con Elvira Rawson Dellepiane, la segunda médica argentina que por entonces presidía la Asociación Pro-Derechos de la Mujer.

Luego cruzaría Los Andes, cual San Martín, en una mula hasta Santiago de Chile.

Un siglo después, en esa ciudad, está enclavada hoy la Casa de Adoración Bahaí más grande de Sudamérica. Inaugurada en 2016, la impresionante estructura recibe a casi dos millones de visitantes al año y, entre ellos, los miles de argentinos que esperan algún día tener su propio templo.

Casa de Adoración Bahai en Santiago de Chile.

IX

El epicentro de los bahaí en Buenos Aires es una vieja casona que se encuentra en la calle Otamendi de Caballito. Además de las actividades propias del núcleo de Caballito, allí se reúnen los nueve núcleos del AMBA – Almagro, Caballito, Belgrano, Palermo, Boedo, Ciudad Evita, Vicente López, San Pedro (La Matanza) y Tres de Febrero- al menos una vez al mes.

No solo comparten oraciones. En sus reuniones hay mucho de estadística, metodología y discusión práctica sobre cómo expandir su mensaje; cómo incidir en los barrios y cómo tejer alianzas armoniosas. “Nosotros no tenemos sacerdotes, por lo que cada bahaí es un puente hacia la fe”, comenta Eric, un francés que alterna entre los roles de maestro de ceremonia y entretenedor de los niños que juegan entre los asistentes.

La decoración parece oriental, con muchas alfombras y signos arabescos en las paredes. Entre todos, en una pared, destaca una estrella de nueve puntas, que es uno de los pocos símbolos que utilizan. “El nueve es el número más elevado y representa la perfección y unidad de Dios”. Por eso, como única regla, los templos bahais del mundo tienen nueve lados.

"Con el favor de Dios, hemos crecido en número y en cantidad de actividades", evalúan. Y los números que comparten así lo avalan: durante el último año llevaron a cabo 372 actividades- entre las que cuentan reuniones devocionales, educativas y de ayuda social- en las que participaron más de 2200 personas. No es mucho, comparado con el arrastre que tienen las iglesias. Es un montón, si se considera el desconocimiento social que gozan. "Es lo que Dios quiere para esta etapa", prefieren asumir ellos.

Casa de Adoración Bahai en Tiapapata, Samoa.

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