La próxima campaña de maíz representará un gran desafío para el sector, sobre todo tomando en cuenta los contratiempos que sufrieron los productores en el ciclo pasado con la irrupción de la chicharrita y algunos problemas climáticos. Es por eso que una buena planificación por parte de los agricultores potenciará la posibilidad de obtener una cosecha exitosa y allí el nitrógeno jugará un papel preponderante.
El nitrógeno es un es un elemento esencial para el cultivo de maíz, requiriéndose en grandes cantidades para maximizar el rendimiento. Este es predominante en todas las estructuras de la planta, siendo el componente principal de la clorofila, proteínas, aminoácidos y ácidos nucleicos, todos fundamentales para el crecimiento y desarrollo del cultivo. En otras palabras, una campaña con una buena productividad depende, en gran medida, de este componente.
Su función fisiológica más importante radica en la capacidad de la planta para convertir la energía lumínica proveniente del sol en energía química, que posteriormente se transforma en biomasa, permitiendo así alimentar los granos, por lo cual una limitación o deficiencia de nitrógeno afecta negativamente la producción de clorofila, resultando en hojas cloróticas, cuestión que reduce la cantidad de carbono capturado por la planta, es decir, disminuye la energía incorporada en la planta.
Fertilizantes biológicos
Es por eso que será determinante que los productores se hagan de las mejores herramientas y soluciones para lograr un maíz con buen rendimiento y que, al mismo tiempo, sea rentable. Una de las firmas que puede aportar las tecnologías necesarias para cumplir con este objetivo, pero cuidando también al medioambiente con productos biológicos, es Stoller.
Esta firma reconocida a nivel mundial propone el Blue N, un fertilizante biológico compuesto por la bacteria Methylobacterium symbioticum, que contiene una cepa específica (SB23) de este género.
"Esta cepa es capaz de fijar grandes cantidades de nitrógeno, asegurando una provisión constante de este nutriente esencial para el rendimiento del cultivo", indicaron desde Stoller.
Una de las características distintivas de esta bacteria, aplicada de manera foliar, es su capacidad para colonizar y vivir en la planta durante todo su ciclo de crecimiento. Se alimenta de metanol, un subproducto generado por la planta durante su crecimiento activo.
Por un mejor maíz
"Los principales beneficios de la aplicación de Blue N en el cultivo de maíz incluyen un suministro constante de nitrógeno, mediante el complejo de la nitrogenasa. Este proceso transforma el nitrógeno atmosférico (N2) en amonio (NH4+), que posteriormente se convierte en glutamina, utilizada para formar las principales estructuras de la planta", sostuvieron desde la empresa.
Este mecanismo es controlado automáticamente por la bacteria, que detiene la producción de nitrógeno cuando la planta alcanza niveles suficientes, asegurando que el aporte de este nutriente se realice únicamente cuando la planta lo necesita.
"Es importante destacar que este tipo de fertilización nitrogenada es altamente sostenible. A diferencia de los fertilizantes químicos convencionales, que dejan una significativa huella ambiental, Blue N ofrece una alternativa con mucho menor impacto ecológico", explicaron desde Stoller.