En medio del revuelo que se generó en torno a la contratación de asesores, Villarruel busca calmar las aguas y a partir de este jueves el Senado empieza a utilizar un sistema de control de datos biométricos para entrar y salir del Senado.
El objetivo político de la medida de seguridad es controlar quiénes cumplen con su jornada laboral y detectar "ñoquis", esa condición que se creó para hablar de los contratados del kirchnerismo que ahora se demuestra que el Gobierno también generó, gracias al escándalo que protagonizó el presidente previsional del Senado, Bartolomé Abdala.
Abdala admitió que contrató a al menos veinte asesores con honorarios del Estado para que lo ayuden en su campaña electoral a gobernador de San Luis, de donde son algunos de ellos, por lo que no deben presentarse a trabajar en el edificio del Congreso. El escándalo crece porque el senador tiene dos causas abiertas por malversación de fondos públicos.
Pero no todo lo que brilla es oro: el sistema que impone Villarruel para controlar a los trabajadores tendrá un alcance limitado, ya que estarán exentos de registrar sus ingresos y egresos "los agentes de planta temporaria que cumplan funciones a las órdenes de un legislador nacional", una categoría en la que entrarían los veinte asesores de Abdala. Incluso, Villarruel autorizó a que, si no hay disponibles dispositivos de reconocimiento de datos biométricos que escanean el iris, las huellas dactilares o el rostro, se puede dejar asentado el ingreso de manera manual en una planilla.
Además, también están exceptuados del control biométrico personal autorizado por la Secretaría Administrativa; el de la Dirección de Relaciones Oficiales; los choferes oficiales y los taquígrafos.