Este miércoles muy posiblemente asistamos a una de las fotos más simbólicas del gobierno de Javier Milei cuando visite las oficinas del gigante del comercio electrónico Mercado Libre junto a su fundador, Marcos Galperin, y se pueda apreciar una síntesis de lo mejor y lo peor de la Argentina.
Por un lado, será el encuentro del político que, según el economista Miguel Angel Broda, se ha convertido en una celebridad para “los trillonarios del mundo” porque levanta las banderas del no pago de impuestos, justamente con un magnate que hace algunos años decidió mudarse a Uruguay, la meca de las grandes fortunas que ahí tributan mucho menos.
El abrazo y la recorrida que seguro harán por el imponente edificio de la compañía en Saavedra, además, se dará en el mismo momento en el que la administración nacional está llevando adelante un ajuste fiscal basado en la licuación de las partidas jubilatorias mientras despliega sin pruritos una batería de beneficios impositivos para los más ricos, todo al mismo tiempo.
Para ser claros, entre enero y julio, el ahorro del gasto público de 22,5 billones de pesos tuvo un aporte saliente: 6,2 billones fueron gracias a la pérdida de los haberes de la clase pasiva frente a la inflación, según muestran los trabajos del think tank Iaraf, que conduce Nadin Argañaraz.
“En este país, el que fuga es un héroe”, había dicho Milei en el hotel Llao Llao en abril en una cumbre de multimillonarios a la que había asistido también Galperin. Ahora, se encontrarán mientras está abierta la adhesión a la regularización de activos que, como dijo el ministro de Economía, Luis Caputo, en el flamante streaming que estrenó su cartera, es gratis sin importar el monto que se declare.
“Salvo que quieras pagar, está todo dado para que se blanquee sin costo”, explicó. “Antes había que esconderse, ahora ya no”, había dicho en un seminario días atrás. Es una manera muy positiva de presentar la resignación de recaudación sobre los más acomodados que vienen de evadir mientras el esfuerzo lo ponen otros. Todos los gobiernos han hecho planes de “regularización”, eso es real. Ninguno tan generoso. Eso también.
Las palmeadas que se darán Milei y Galperin, a su vez, serán una postal del momento de una de las decisiones más escandalosas en favor de los que más tienen en tiempos de malaria: la puesta en marcha del Régimen Especial del Impuesto a los Bienes Personales (Reibp), un mecanismo por el cual el Gobierno les permitirá a los más ricos adelantar el pago del gravamen al patrimonio con una alícuota más baja y blindarse de cualquier nuevo cobro hasta 2038.
Se trata de una hipoteca de la recaudación futura del Estado sobre los que tienen más capacidad contributiva que bien valdría un cálculo de esos que le salen rápido al Presidente cuando mide el impacto de un aumento de 20 lucas para los jubilados “a perpetuidad”.
El cónclave Milei-Galperin también será el encuentro de dos cruzados contra el progresismo que hacen gala de una verba encendida, agresiva y muchas veces basada en información falsa que se expanden especialmente en la red social X, sobre todo desde que la compró Elon Musk, el aspiracional ideológico de ambos.
Musk encabeza en este momento un combate contra el presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva por la decisión de la Corte Suprema de bloquear el funcionamiento de la red en el país dado que el dueño no quiere colaborar en la investigación de las cuentas que han contribuido con hechos de violencia. Será interesante ver cómo se pronuncia Galperin que anunció US$4 mil millones de inversiones y reposteó los elogios que le hizo Lula a Mercado Libre.
Como sea, Milei hizo así, a puro agite loco en Internet, su carrera de panelista de TV a la Presidencia, donde no dejó nunca límite por cruzar. Así representó el hartazgo de muchos que se pudrieron con razón de la política que no dio resultados y si forjó muchos tongos.
Pero ahora ya como jefe de Estado no deja de hacer cualquiera con mentiras, escraches y amplificación de punteros digitales en muchos casos anónimos y de financiación dudosa.
Galperin, que increíblemente había dicho a sus íntimos que elige la vida uruguaya para salir de los flashes y la intensidad del debate argentino, es capaz de alimentar cualquier barbaridad en sus posteos
Esta última semana usó el caso de un diputado acusado de pedofilia en Misiones para descalaificar a un legislador nacional que le había hecho observaciones técnicas a la decisión de vetar la mejora para los jubilados. Otras veces jugó con el Síndrome de Down o las violaciones para ir contra un gobernador. Todo le da igual. No hay reglas.
En tanto, Galperin, que increíblemente había dicho a sus íntimos que elige la vida uruguaya para salir de los flashes y la intensidad del debate argentino, pareciera que no registra que es un referente del establishment con 80 mil empleados y es capaz de alimentar cualquier barbaridad en posteos que ameritarían preguntarle ¿qué convivencia democrática querés, chabón? o, como dijo Mauricio Macri en 2015, ¿en qué te has convertido, Marcos?
Claro que el meeting también será un canto a la hipocresía en cuanto a la retórica anti Estado que ambos empujan también sobre todo en las redes.
Milei, que iba a prender fuego el Banco Central y decía que el cepo generaba un “daño monstruoso” a la economía, ha abrazado definitivamente el control sobre el dólar como corazón de su estrategia financiera forzando al máximo la baja de la inflación, al punto de inventar todas las semanas un nuevo requisito que habrá que cumplimentar para levantarlo.
Después de enumerar que había que tener superávit, terminar con la bola de Leliqs, sanear el Banco Central y tener inflación cero, ahora añadió que “la base monetaria tradicional” tiene que coincidir con “la base monetaria amplia”. Ese chino lo reflejaron en el Banco Central con dos líneas de puntos que se tocaron en un gráfico con la fecha “diciembre 2026”, una representación que al poco tiempo tuvo una modificación: le volaron las fechas.
Lo de Galperin es casi ridículo en este sentido. Su compañía, como el resto de los unicornios tecnológicos que ensalzan al libertario, ha podido crecer en el marco de una política de Estado que rige de 2004 hasta la actualidad con beneficios impositivos para el mundo del software que le cuestan mucha plata al fisco. Pero además, ahora mismo está acudiendo a la intervención estatal para dirimir un conflicto comercial.
Esta semana, Mercado Libre presentó una denuncia en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia contra los bancos por concentración y cartelización en la pelea entre la aplicación Modo, que desarrollaron 36 entidades financieras, yel líder del segmento, Mercado Pago, la espada surgida de la plataforma comercial.
Había una época en la que Milei decía que toda intervención estatal llevaba al socialismo y que no existen cosas tales como las fallas de mercado. No lo aplicó cuando acusó de cartelización a las empresas de medicina prepaga, es cierto. Tal vez tampoco apele a los postulados de su gurú libertario Murray Rothbard en este caso. ¿Hablarán de esto mientras caminen las imponentes escaleras de madera de la sede de la calle Vedia?
De todas maneras, sería un error quedarse únicamente con el encono que pueden generar los personajes en cuestión, porque más allá del hecho político e ideológico que supondrá el encuentro entre este presidente con el fundador de la empresa privada más importante, hay que decir lo obvio: ojalá hubiera muchas empresas como Mercado Libre en nuestro país. En serio.
Con todos los reparos que pueda haber, la compañía que acaba de pasar los US$ 100 mil millones de valuación en la Bolsa de los Estados Unidos es un caso de éxito de la política de incentivo a un sector generador de divisas, ayer conocido como industria del software, hoy parte del fenómeno de los servicios basados en la economía del conocimiento.
Emplea 12 mil personas en el país, tras incorporar este año de recesión unos 1800 más. Es cierto que por el tamaño de los mercados y también por las leyes laborales, el corazón de su expansión es México y Brasil, pero acaban de anunciar una inversión de 75 millones de dólares en un segundo centro de almacenamiento en el Mercado Central. Además, los empleados de Mercado Libre tienen sueldos muy por arriba del promedio de la economía y en algunos casos cobran bonos en dólares según el crecimiento de la empresa.
El mundo del software y los servicios basados en la economía del conocimiento genera hoy exportaciones por US$8000 millones y en el sector aseguran que, si se unifica el tipo de cambio, el ingreso de divisas por ese rubro podría hasta duplicarse y convertirse en otro maná de divisas detrás del campo, los autos o la energía. En Argencon, una entidad que nuclea a las compañías del ramo, comparan con Polonia, que con menos universitarios exporta US$30 mil millones.
En ese camino, cuantas más Mercado Libre o Globant, otro gigante del mismo palo hasta ideológico, mejor. Los programadores argentinos son menos de los que necesita el mercado pero muy buenos y demandados.
Los servicios que además se pueden brindar con profesionales de todas las carreras que hablan inglés, amplifican ese universo. Si en este berenjenal de inestabilidad se pudieron desarrollar estos jugadores, con todos los peros que puedan tener, imaginemos en un contexto de mayor normalidad.
A su vez, la irrupción de Mercado Pago terminó con el “hago lo que quiero” de los bancos durante tanto tiempo. Como en otros países del mundo, las fintech llevaron el mundo financiero más cerca de la población no bancarizada y acá la empresa del loguito azul con las manos popularizó la digitalización, que acarrea el ingreso de millones de personas al mundo del crédito y también de las herramientas para defender la plata de la inflación, delatando que las entidades financieras se cansaron de fondearse con las cuentas a la vista a costo cero.
Nada de esto es benevolencia, ni hablar. Con el 90% del mercado en algunos rubros, las comisiones son muy altas, totalmente, pero el surgimiento, la consolidación y el desarrollo de una compañía de relevancia global y raigambre popular como esta deberían generar orgullo y no enojo o bronca, aún cuando la partidización termo de su fundador te empujen a lo contrario.
El desafío de discernir entre ambas cosas volverá a plantearse sin duda esta semana, cuando Galperin sonría junto a Milei, y a alguno de los dos se le caiga más tarde un tuit de esos tipo: “para que lloren los zurdos”.