“Una forma de tratar de ofrecerle al inversor una Argentina normal” es la primera apreciación que hace Juan José Aranguren del recién reglamentado Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). En conversación con Diario Con Vos, el ex ministro de Energía y Minería y anterior presidente de la filial argentina de Shell descarta toda clase de preocupaciones vinculadas con el abastecimiento energético interno y los posibles daños ambientales.
Tras su aprobación en el Congreso, el Gobierno reglamentó el viernes pasado el RIGI, un régimen que ofrece amplios beneficios impositivos, aduaneros y cambiarios por décadas a las empresas que hagan inversiones desde los 200 millones de dólares. Entre los varios puntos controvertidos de la medida se cuenta el hecho de que, cumplido el tercer o cuarto año -según el caso- desde la fecha de adhesión, las compañías ya no tendrán que pagar ningún derecho de exportación. Además, gozarán de total libertad para importar.
Aranguren, ¿Cuál es tu evaluación general del RIGI?
Es una forma de tratar de ofrecerle al inversor una Argentina normal. Porque, en realidad, la parte más relevante está vinculada con qué hacer con el producido principalmente en la exportación, que es tener -a partir del cuarto año, o el tercero en el caso de aquellos que son inversiones de largo plazo- libre disponibilidad de divisas. Es una forma de lograr que las inversiones relevantes para poder monetizar los recursos naturales vengan a pesar de que la macro todavía no está arreglada. Lo veo en forma positiva y creo que puede llegar a darse un círculo virtuoso: doy condiciones para que grandes inversiones se concreten, tanto en producción energética como en transporte para poder evacuar esa producción, y, cuando esa exportación se produzca, va a contribuir con una mejora de la situación macro del país.
Previo al capítulo del RIGI, la Ley Bases modifica la Ley de Hidrocarburos para eliminar al autoabastecimiento de entre las prioridades de la política energética. Si la prioridad es, en cambio, maximizar las ganancias de las empresas, ¿no es posible que el autoabastecimiento -o como lo llamaban en tu gestión, la seguridad energética- se vea amenazado?
El autoabastecimiento es una traba ideológica que tenemos, es mirar en chiquito, mirarnos el ombligo en vez de mirar al mundo. Por eso nosotros empezamos con el concepto de que es más importante la seguridad energética, tener certeza de que voy a tener abastecido el mercado, no importa cómo. Es decir, si tengo exportaciones que me están dando una renta, puedo tener al mismo tiempo importaciones y en el producido, en el balance general, tengo una ecuación positiva.
El autoabastecimiento es una traba ideológica que tenemos, es mirar en chiquito, mirarnos el ombligo en vez de mirar al mundo.
¿Cómo será posible que la exportación nos dé "renta" para mejorar la macroeconomía y garantizar la seguridad energética si las empresas dejarán de pagar derechos de exportación en pocos años? ¿De qué manera van a entrar divisas al país si no es por la vía de las retenciones?
Bueno, (las compañías) dejan pago de impuestos, dejan empleo, dejan inversiones hundidas en el mercado interno. Para una Argentina que está conectada con el mundo, que dejen o no dejen de pasa a ser una anécdota. Si no tuviéramos cepo en Argentina, entrarían y saldrían capitales como en cualquier otro país del mundo. El problema es que, como tenemos una mente encepada y pretendemos cerrar puertas al vínculo con el mundo, nos alarma que a partir del cuarto o del tercer año las empresas tomen la decisión de que su producido pueda estar quedando afuera. Es al revés: si les damos oportunidades en Argentina, mucha parte de ese producido va a volver a invertirse en el país.
Entonces, para vos no es una posibilidad o un peligro que el régimen afecte la seguridad energética del país.
Para nada, es al revés. Además tenemos que ver esto dentro de lo que es el contexto de la transiciones energéticas que se están viviendo en el mundo. Si demoramos mucho en monetizar nuestros recursos naturales, que los tenemos en cantidad y calidad abundante, el problema es que a lo mejor en 10, 20 o 30 años, cuando ya no sean demandados, o sean demandados poco, el precio se va a caer automáticamente. Es mejor poder explotarlos y monetizar esos recursos hoy que esperar para continuar con una política que se resume en eso de vivir con lo nuestro.
En ese sentido, ¿no existe el peligro de generar consecuencias ambientales irreversibles? Algo que se le criticó al RIGI es que no contempla garantías de protección medioambiental.
La protección ambiental está dada por otro tipo de regulaciones que existen en el país. Cuando yo quiero invertir, tengo que hacer un estudio de impacto ambiental, tengo que tener una una estrategia sobre cómo realizar la inversión y una estrategia para salir de la inversión, ya sea una un cierre de mina o un cierre de pozo cuando esa inversión termine de dar sus frutos. O sea, el régimen no tiene por qué estar haciéndose cargo de la parte ambiental, la parte ambiental va por otro camino y ya está regulada en Argentina.
Volviendo a la eliminación de los derechos de exportación, ¿podés explicar mejor cómo ingresarían las divisas suficientes como para que pudiéramos importar energía si fuese necesario?
Por una cuestión muy sencilla, que es dejar actuar al mercado. Argentina tiene una barrera que no la puede cambiar, que es su ubicación geográfica. No está donde están los grandes mercados consumidores del mundo que demandan energía, estamos a miles de kilómetros de distancia, y por lo tanto existe una barrera. Cuando uno exporta, al precio de referencia tiene que descontarle el costo del flete para poder llegar a ese mercado. Y, cuando uno importa, tiene que agregarle ese flete para poder estar importando algo al país. Por lo tanto, ese doble flete actúa como un incentivo para (que) cualquiera que produzca en Argentina (desee) abastecer primero el mercado local y luego dedicar el excedente al mercado de exportación. En un país conectado con el mundo, con libertad, no veo que haya ningún tipo de de riesgo en la seguridad energética.
Saliéndonos un poco del RIGI y la Ley Bases, ¿Qué opinión te merece la política energética actual del Gobierno? Sobre todo en lo relativo a la quita de subsidios y la suba de tarifas.
Creo que la población ya sabe que esto hay que hacerlo porque los costos de no hacerlo son mayores que reflejar el real valor de la energía en la tarifa. Creo que lo que tiene que hacer (el Gobierno) es continuar en el camino y explicando por qué esto es más beneficioso que el mecanismo anterior de hacer populismo energético.
¿Es una política sostenible en un contexto de altos niveles de pobreza?
Uno de los grandes motivos por que la pobreza aumenta es la alta tasa de inflación, y la alta tasa de inflación también es consecuencia de un país que, como gastaba más que lo que le ingresaba, tenía que recurrir a préstamos del exterior. Cuando esos préstamos del exterior dejaron de existir porque ya somos un deudor de que no paga o que necesita refinanciar sus deudas, empezamos a emitir billetes sin ningún tipo de respaldo y eso provoca a su vez mayor inflación. Por lo tanto, esta administración está tomando la decisión de reducir drásticamente el déficit fiscal, es decir, que no se gaste más de lo que ingresa, y como consecuencia de eso se va a reducir el impuesto más distorsivo de todos que es la inflación. O sea que confío -y en un año más vamos a ver si se logró o no- en que, si se persiste en esta estrategia, la pobreza se va a ir reduciendo.
Sigue siendo necesario un régimen de subsidios, pero que no sea generalizado y que se aplique exclusivamente a aquellos que tienen una situación de vulnerabilidad.
Yendo a la transición energética, tengo entendido que durante la gestión de Cambiemos se implementaron algunas políticas en ese sentido...
Se invirtieron 7.500 millones de dólares en energía renovable no convencional y se aumentó en 5,3 Gigawatts la capacidad instalada de energía no convencional. Cuando llegamos había 1,2% de energía eléctrica producida por fuentes renovables no convencionales y ahora tenemos el 16%. Mucho se hizo. Tuvimos una subsecretaría de eficiencia de ahorro y eficiencia energética justamente para lograr concientizar sobre la relevancia de un consumo racional energético. Creo que hicimos mucho.
Hace ya más de seis años, señalabas que el 66% de la energía consumida en nuestro país provenía de “fuentes contaminantes” y pronosticabas que, para 2030, ese porcentaje descendería al 31%. ¿Podés sostener esa predicción?
En este momento estamos en 57%, ya se bajaron 10 puntos. Todavía no estamos en condiciones de cumplir con la Ley 27.191 que nos obligaba a tener 20% de energía eléctrica de fuente renovable no convencional, estamos en el 16. Yo pienso que 10 puntos más de acá al 2030, si se hacen las cosas bien, se pueden bajar. Para ser bien franco, y no quiero hacer de esto una discusión política, durante la administración que terminó el año pasado no se hizo absolutamente nada en materia de transición.
¿La gestión actual da señales de ir a continuar con esos esfuerzos?
En este momento no lo veo, pero quiero explicar por qué no lo veo, que fue una de las cosas que cuando a mí me echaron del Gobierno en el 2018 también estaba pendiente y no se terminó. Hoy, por la parte eléctrica, tenemos una restricción relevante que son los electroductos, es decir, el transporte de energía eléctrica. Los nodos están prácticamente saturados, no se puede agregar mucha más generación porque no tenemos capacidad de transporte. Es muy probable que en el futuro las inversiones que se hagan en generación de energía no contaminante se hagan junto con transporte al mismo tiempo. Probablemente el RIGI sea una respuesta: (puede que haya) inversores que pretendan darle energía a las mineras en el Noroeste y decidan invertir en generación solar y al mismo tiempo en transporte eléctrico y almacenaje, utilizando los beneficios que da el RIGI. Es una oportunidad que se puede dar.
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