Una empresa eléctrica que opera en Fukushima enviará un instrumento para analizar el interior del reactor nuclear que explotó hace trece años después de un violento tsunami.
La Tokyo Electric Power Company notificó que está en sus planes enviar una sonda nuclear al interior del reactor que explotó en 2011, propiedad de central nuclear Fukushima Daiichi. En la expedición, el artefacto recogerá una muestra de entre las 880 toneladas de residuos radiactivos, producto de la explosión seguida del fuerte terremoto y tsunami que afectó a la ciudad el 11 de marzo de 2011.
Según los cálculos, la sonda tardará una semana en descender hasta los los residuos radiactivos y en septiembre regresará con la muestra, que servirá para que los especialistas puedan dar cuenta del estado de los reactores.
La central nuclear fue clausurada tras el desastre, pero ahora se buscará avanzar en la gestión de los residuos radiactivos, para que esto no tenga efectos en el medio ambiente. Del mismo modo, estiman que las enormes obras de desmantelamiento de la central nuclear tardarán décadas en ejecutarse completamente.
El 11 de marzo de 2011, un tsunami azotó las costas de Fukushima, Japón, y tres de los seis reactores que estaban en funcionamiento se vieron afectados, porque la catástrofe destruyó los sistemas de refrigeración del reactor, en lo que fue la peor catástrofe nuclear desde Chernobyl 1984. Tras el accidente, unas 100.000 personas tuvieron que evacuar y abandonar sus hogares por el peligro de la exposición a altos niveles de radiación.
Entonces, en Fukushima, como en Chernobyl, con la falta de refrigeración, tres reactores explotaron y generaron un cúmulo de residuos, mezclados con el combustible, y como resultado se creó un material altamente radioactivo.
La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) autorizó a Japón a verter las aguas residuales al océano pacífico, pero esto generó conflictos con China y Rusia, que establecieron que no se importarían productos provenientes del país por la contaminación. Japón, en esta disputa, insiste en que no está contaminando con su accionar.
A día de hoy, según la Agencia Gubernamental de Reconstrucción de la ciudad, unas 26.000 personas todavía no pueden regresar a sus domicilios por haber estado emplazados en zonas que se tornaron inhabitables por su toxicidad.