“Mi hijo, cuando no está en el club, no está en la calle. Está en casa con el celular”. La madre que le dijo eso en una de sus recorridas por los clubes barriales del Conurbano le abrió los ojos. Meses más tarde, el senador Emmanuel Santalla presentó un Proyecto de Ley para limitar el uso de los celulares en las escuelas primarias de la provincia. Ansiedad, depresión, adicción, problemas físicos, dificultad para concentrarse y proyectar a largo plazo, exposición permanente a la violencia y ruptura de lazos sociales son algunas de las realidades que nos cayeron encima antes de que pudiéramos parar la pelota del avance tecnológico.
La organización Grooming Argentina calcula que niños, niñas y adolescentes acceden a su primer celular desde los nueve años y que pasan un promedio de seis horas frente a la pantalla. El teléfono es “una extensión de su cuerpo”, son “nativos digitales”, a edades tempranísimas cazan un dispositivo por primera vez y al rato ya saben perfectamente cómo usarlo. Los padres se maravillan: “Mirá cómo sabe, lo maneja mejor que yo”.
“Cuando empezamos a investigar un poquito sobre los riesgos que tiene (el uso excesivo de los celulares) fuimos a dar con neurólogos, con psicoanalistas, con pediatras, y nos empezaron a contar algo absolutamente alarmante”, reconstruye Santalla. En marzo, el senador bonaerense presentó un proyecto en la Legislatura provincial para prohibir el uso del celular en las aulas de las escuelas primarias, que todavía se debate en comisiones.
El legislador advierte que “estamos hablando de miopía, problemas auditivos, alteraciones en la conducta, trastornos de ansiedad, problemas posturales, obesidad, depresión infantil, bullying, grooming, ludopatía”, todo lo cual considera una consecuencia del "mal uso de las tecnologías".
Aislados y desconcentrados: el celular en el aula y en la casa
En la escuela, como en cualquier lado, los celulares en las manos son una constante, y no sólo para scrollear en redes. Son varias las docentes que pescaron a sus estudiantes en apps de apuestas deportivas y abundan los casos de varones que difunden imágenes de sus compañeras, como los cordobeses que crearon fotos pornográficas de las jóvenes de su curso con Inteligencia Artificial.
En lo relativo al desarrollo de conocimientos, la UNESCO advirtió recientemente que la intensificación del uso de pantallas que trajo la pandemia tuvo un impacto negativo en la educación, perjudicando la lectocomprensión y la concentración. En palabras simples, cada vez menos niños entienden lo que leen. Y no es sólo una cuestión de distracciones: el uso del celular desde edades tempranas parece estar afectando al neurodesarrollo, al punto tal que varios especialistas recetan “pantalla cero” al menos hasta los 3 años de edad.
“Los dispositivos, las redes sociales, los videojuegos y demás trabajan sobre un principio de generar recompensa variable. Es la misma lógica adictiva que generan las maquinitas de los casinos, esto de yo muevo una palanca y ya mi cerebro genera dopamina, que es lo que me genera la adicción, y estoy esperando tener una recompensa. Es lo mismo que pasa con el scrolleo de Instagram y TikTok”, ilustra Santalla. El resultado es “un tipo de concentración distinta al que después requerís en el aula, o para sentarte a armar un rompecabezas, donde vos no tenés una recompensa inmediata”.
Como si esto fuera poco, las consecuencias del uso acrítico del celular no se restringen al terreno individual: aislamiento, definición del valor de las personas en función de criterios superficiales como likes y seguidores y relaciones híper mediadas por las pantallas son algunas de las manifestaciones sociales de una situación que se extiende incluso al vínculo entre padres e hijos.
“Hay estudios que dicen que hoy en promedio un chico comparte con su papá o con su mamá no más de 4 horas por día. Hoy muchas veces un nene está llorando y en vez de darle un abrazo, de preguntarle cómo está, le dan la pantalla para que se calme”, expresa Santalla. En las casas, la intervención del Estado es más difícil, pero el legislador considera que actuar desde las escuelas y los clubes es un buen comienzo para plantear la reflexión sobre el uso de los dispositivos.
Contenidos violentos y estereotipos
La edad promedio de primer consumo de pornografía en varones ronda, hoy, los 8 años. En paralelo, las plataformas y los usuarios ofrecen cuantiosas recompensas a las imágenes de mujeres hipersexualizadas, que adoptan esas gestualidades desde edades cada vez más tempranas. El de las “niñas influencers” es un fenómeno que recorre el mundo y que ya despertó alarma, no sólo porque existan chicas de apenas 10 años mostrando cómo se aplican cremas “antiage” o posando en bikini. Además de enseñarles que su valor como humanas pasa primordialmente por ajustarse a estándares de belleza misóginos, sus padres las están exponiendo, posiblemente sin saberlo, a una alta cantidad de acosadores y pedófilos declarados, como detallaba un informe del New York Times publicado el 25 de febrero de este año.
“Las redes sociales son espacios que están construidos por adultos para adultos. Entonces hay comentarios violentos, hay publicidades que no son para sus edades. Todo el tiempo están expuestos a contenidos que no están pensados para ellos”, evalúa Milagros Schroder, de la organización Faro Digital, en diálogo con Diario Con Vos. Para la especialista, las plataformas son un terreno social más, con la particularidad de representar “una caja de resonancia muy grande” para cualquier fenómeno, estereotipos sexistas incluidos.
“Lo más grotesco que nos está pasando ahora son las apuestas online, pero tienen que ver con los estereotipos. Con los varones es esta cosa del macho, la adrenalina, el riesgo, proveer. Pero tenés a las nenas con el skincare, que se están metiendo un montón de químicos para alcanzar un estándar de belleza, porque les decimos que tienen que ser de determinada forma. Después tenés a las más grandes, a las adolescentes, vendiendo imágenes sexuales en plataformas como Only Fans desde una mirada también de qué es el cuerpo y qué no es el cuerpo, con lo hipersexualizado como una estrategia de monetizar: vos valés si vendés tu cuerpo”, desarrolla.
¿Prohibir y nada más?
Emmanuel Santalla está seguro que detrás de los padres que aplauden la destreza tecnológica de sus hijos hay, en principio, falta de información. “Dicen ‘wow, mi hijo es un fenómeno’, pero que pueda manejar un celular no quiere decir que su cerebro esté preparado para poder asimilar el contenido. Entonces, cuando dicen ‘son nativos digitales’... No existen los nativos digitales, lo que estamos creando son huérfanos digitales”.
Las preguntas sobre posibles efectos dañinos del uso acrítico de pantallas terminan llevando casi inevitablemente a la responsabilidad de los adultos. En palabras del senador, “el problema no es el uso excesivo de celulares de los niños solamente sino el retiro excesivo de los adultos de al lado de los niños”.
Dicen ‘wow, mi hijo es un fenómeno’, pero que pueda manejar un celular no quiere decir que su cerebro esté preparado para poder asimilar el contenido.
Emmanuel Santalla
Entonces, ¿alcanza con sólo prohibir que usen el celular en las escuelas? Su respuesta es un no rotundo. El Proyecto de Ley es nada más ni nada menos que “dar un paso en la discusión”. En ese punto, desde Faro Digital coinciden con Santalla y proponen integrar el espacio digital con el resto de los ámbitos de la vida, en lo que llaman la construcción de una “ciudadanía digital”.
De esta manera, Milagros señala que “cuando vos a un chico le das la llave de tu casa o le das la Sube, eso no significa que puede irse desde Chacarita hasta Lomas de Zamora. Van a ser primero pequeños viajes y seguramente esos viajes los vas a ir acompañando. Con las redes sociales, con los videojuegos, con los dispositivos, lo que hacemos es entregárselos, les damos dos o tres consejos y listo, los dejamos que exploren solos. Hay un acompañamiento adulto nulo, escaso o torpe, y eso es lo que más vemos en todos los talleres con los chicos y con las chicas. En eso, los estamos dejando solos”.
La culpa y el silencio también son moneda corriente en el uso tecnológico de niñas, niños y adolescentes. Al encontrarse, por ejemplo, con pornografía no solicitada u otras formas de acoso -lo cual es sumamente común- “no lo hablan, no lo dicen porque los van a retar”, apunta Milagros. “Si el chico se toma el colectivo para el otro lado, ¿lo vas a retar o le te vas a decir 'uy, te voy a dar herramientas para que la próxima no te vuelva a pasar'?”, cuestiona y remarca que, por el contrario, cuando se trata del uso de dispositivos en vez de “abrazarlos los retamos”. En sus palabras, “los estamos dejando solos a la mitad de la calle a las 3 de la mañana”.
Faro Digital no se opone explícitamente a la propuesta de prohibición, pero tampoco la abraza. “Lo que no queremos es que por sacar el celular se deje de hablar de Internet o de este mundo ambiente, porque hoy por hoy nos informamos, compramos, hacemos todo a través de Internet y tampoco podemos tapar el sol con las manos”, explica Milagros. En cambio, destaca la posibilidad de acompañar, de “crear dispositivos pensados para determinadas edades” y de privilegiar a la escuela como “lugar para mostrar otros usos creativos” y “ponerle preguntas a cómo se construye ese espacio”.
La idea es que se vaya la violencia de esos espacios, no los chicos.
En igual sentido, Marcela Czarny, directora ejecutiva de Chicos.net, afirma que “este tipo de problemáticas van más allá de la prohibición, y que el foco tiene que estar en acercar herramientas en las escuelas para que chicos y chicas puedan hacer un uso crítico de los dispositivos, y que las familias puedan acompañar”.
“El riesgo siempre va a depender de las herramientas con las que cuente el chico o chica a la hora de usar el celular y los mayores riesgos no están vinculados estrictamente al medio, sino que se vinculan con problemáticas que existen desde antes que los teléfonos celulares o las tablets. El bullying, por ejemplo, hoy se vuelve una problemática 24/7 porque el acoso puede darse a cualquier hora del día a través de medios digitales. Lo mismo con el grooming”, añade.
Recomendaciones para el acompañamiento adulto
Chicos.net da una serie de recomendaciones para el acompañamiento adulto ante el uso de dispositivos, entre ellas:
- Hablar: “Lo principal es acompañar la vida digital de chicos y chicas tanto en la escuela como en casa a través del diálogo”, aseguran desde la organización.
- Usar versiones Kids y/o Lite de aplicaciones: “YouTube Kids o Messenger Kids, entre otras, son apps donde el contenido que aparece ya está filtrado para chicos y chicas”. En tanto, las versiones Lite suelen requerir menos datos y ser menos invasivas para la privacidad de los usuarios.
- Configurar aplicaciones de control parental: “Los celulares de Android tienen disponible la aplicación Google Family LInk, pero también existen otros controles como Kids Place y Kids Shell. Son útiles en la primera infancia y en la niñez. En la adolescencia te recomendamos que promuevas la autonomía y la autogestión”, aclaran.
- Activar apps de bienestar digital y generar consensos de uso: Chicos.net sugiere “instalarlas junto a tu hijo/a y dedicar juntos un par de minutos cada semana para revisar estos datos y consensuar en qué momentos se usa el celu y con qué fines”.
- Configurar la privacidad de cada aplicación para que no se compartan ciertos datos, como la localización.
- Promover la actividad física y los momentos libres de pantallas: en palabras de las representantes de la organización, “El objetivo es que construyan criterios propios que les ayuden a equilibrar por sus propios medios las actividades online y offline. Recomendamos consensuar momentos y espacios de desconexión de las tecnologías: puede ser en las cenas y almuerzos, antes de dormir, en las salidas al aire libre, cuando estamos con amigos/as, entre otras”.