En tiempos de imágenes de golpes y videos de intimidad en la Casa Rosada, todo vinculado al ex presidente Alberto Fernández, pasó inadvertida una foto de apoyo casi pornográfico de los principales empresarios petroleros del país al presidente Javier Milei.
Es impactante ver a figuras como Alejandro Bulgheroni (PAE) o Marcelo Mindlin (Pampa Energía) posando con los pulgares hacia arriba, en imitación del tradicional gesto del economista que asumió hace ocho meses el poder. Otros, con sonrisa a pleno, como Hugo Eurnekian (CGC-Corporación América) respaldando el rumbo que encima encabeza un ex ejecutivo de su compañía.
Los popes del negocio de la energía son parte del paisaje del poder real y no es extraño que aparezcan en reuniones o actos junto a quienes ocupan la primera magistratura con ese aplomo del que sabe que se presta para una formalidad, porque todos pasan, pero ellos quedan.
Sin embargo, el hecho de hacer un acting casi cholulo sino partidario con un gesto típico de Milei tal vez esté diciendo algo más sobre el momento que estamos viviendo como país, más allá de los escándalos políticos y personales de los Fernández, Alperovich, Espinoza.
Es que estamos en las puertas del sueño de la Argentina petrolera o, para ser concretos, donde el petróleo y el gas pasen a ser un bien central tanto en la acumulación de capital como de la balanza comercial, es decir, una fuente de riqueza para una parte de la sociedad y de dólares para una economía que en la próxima década no sea tan campo-dependiente en ese sentido.
Obviamente que el proceso está atado a Vaca Muerta, el yacimiento neuquino que hoy ya explica más de la mitad de los recursos hidrocarburíferos que producimos, algo que -vale recordar- se hizo realidad porque hubo más o menos una política de Estado desde 2014 para acá, con subsidios en todos los gobiernos y técnicos argentinos que fueron haciendo al sector cada vez más competitivo a nivel internacional.
Allí se mostró esta semana el propio Milei, enfundado en trajes con el logo de la empresa, casi todo un ypfiano, en imágenes que hacen olvidar sus diatribas contra el rol de lo público o aquello de que es el topo que va a destruir todo desde adentro.
Hoy la Argentina genera unos 700 mil barriles de crudo por día, de los que 520 mil aproximadamente se vuelcan al mercado interno y el resto se vende al mundo. La aspiración es que se pueda exportar un millón de barriles por día. Para eso no sólo hay que hacer más pozos, sino que es crucial potenciar la capacidad de transporte en oleoductos.
Lo mismo con el gas, aunque los proyectos para potenciar las ventas externas son más a largo plazo porque dependen, entre otras cosas, de la famosa planta de licuefacción de gas que se hará en Río Negro o también del desarrollo de otros ductos. El impacto más inmediato de la industria del gas, de todas maneras, sería permitir ahorrar en importaciones, porque hoy se producen 130 millones de metros cúbicos por día mientras que en el pico de consumo el país necesita 180 millones, un total que se completa con compras del exterior.
Un rol central en este proceso tendrá la YPF que comanda Horacio Marín, un hombre que ganó posiciones luego de justificar técnicamente la ubicación del proyecto de planta de Gas Natural Licuado en Río Negro y no Buenos Aires, algo que satisfizo la decisión política que la Casa Rosada ya había tomado en ese sentido para polarizar con el gobernador Axel Kicillof.
Pero Marín tiene ahora que demostrar que puede, como un Miguel Galuccio de otros tiempos, salir a hacer viable ese proyecto, es decir, conseguir quién ponga la plata, porque el balance de la compañía no da para salir a endeudarse sin golpear el precio de las acciones.
Marín buscará encantar otros productores, cuyos dueños o CEOs estaban sonriendo a su lado en la foto con Milei, para armar un polo exportador que los incentive a poner cada uno una parte de una inversión que a lo largo de los años puede implicar unos US$ 30 mil millones, la mayor de la historia argentina.
Otro plan es estructurar los contratos de ventas futuras de gas sobre los cuales luego convencer a los socios malayos de Petronas de que ellos vehiculicen la inversión. Como sea, se trata de un largo camino para tratar de aprovechar la ventana de oportunidad que abre el hecho de que Europa ya no le compre más el fluido a Rusia desde que invadió Ucrania.
Sin embargo, aunque los flashes se los llevó el debate político sobre la producción y exportación de gas, la conducción de YPF tiene bajo su órbita las obras que pueden generar en breve más exportaciones de petróleo.
A través de la compañía Oldelval, donde es accionista también junto al resto de las compañías petroleras, hay ampliaciones en marcha que pueden sumar 540 mil barriles por día desde marzo del año que viene (Plan Duplicar). En simultáneo, a su vez, está en gateras el desarrollo del oleoducto Vaca Muerta Sur, otra alternativa para ampliar las exportaciones de crudo que sería crucial esté operativo en 2027.
Como si fuera poco, YPF también aspira a quedarse con los activos de Exxon en la Argentina, ya que le compró los derechos para tener prioridad en la operación a la provincia de Neuquén y de esa forma podría dormir a uno de los mayores interesados, Tecpetrol, nada menos que la empresa donde hizo la carrera Marín. Ricardo Markus, CEO de la petrolera del grupo Techint, también sonreía al lado de Milei. Fue otro de los que levantó los pulgares.
A propósito, el accionista principal del Grupo Techint, Paolo Rocca, hace unos diez días había marcado una cierta preocupación por la demora en el avance de las reformas que estaba impactando en sus proyectos justamente en Vaca Muerta.
“Probablemente todos fuimos demasiado optimistas al pensar que esto podría hacerse en el corto plazo”, dijo y subrayó que no se trata de inconvenientes en los recursos de una de las mayores reservas de petróleo y sobre todo gas en el mundo. “El problema está en la superficie, en el entorno regulatorio”, marcó.
No sólo Marín es un ex Techint que está en YPF. Otro histórico de la T, Luis De Ridder, es nada menos que el subsecretario de Hidrocarburos de esta administración, mientras que Julio Cordero, ex gerente de Recursos Humanos de la compañía ítalo-argentina, es el secretario de Trabajo.
El sector petrolero ha sido uno de los más estimulados por la actual gestión. Al asumir, se produjo la actualización de un saque de los precios de la nafta y se eliminó cualquier obligación de abastecer primero al mercado interno antes de exportar.
Milei pareciera atarse a la inversión en recursos naturales como el crudo y el gas como una manera de conseguir la afluencia de dólares que le permita mantener el tipo de cambio a raya
Igualmente, algunas compañías van por más. Están pidiendo incluir en el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), con beneficios impositivos y cambiarios muy jugosos, los desembolsos que hagan en la perforación de pozos que igual ya vienen haciendo hace una década. Por ahora en el Gobierno se resisten, pero los canales de comunicación son varios.
José Rolandi, otro ex CGC-Corporación América, hoy vicejefe de gabinete, ya deslizó una negativa pero los pedidos se repiten. El desembarco de Daniel González, ex YPF, como secretario de Energía de facto ante un Eduardo Rodríguez Chirillo cada vez más corrido de ese cargo también abre esperanza en el lobby petrolero sin fin. González también estuvo en la foto de las sonrisas.
La consultora Economía y Energía proyecta que la balanza comercial energética para este año será positiva por primera vez en 14 años. De la mano principalmente del petróleo, aportará unos US$5000 millones a una economía que necesita divisas como el agua.
Milei pareciera atarse a la inversión en recursos naturales como el crudo, el gas o la minería como una manera de conseguir la afluencia de dólares que le permita mantener el tipo de cambio a raya, bastión último de la gobernabilidad esté quien esté.
Se trata de un objetivo posible pero que en cualquier caso no garantiza que los beneficios que genere la explotación del suelo se administren en beneficio de toda la población, ya sea porque no se desarrollan proveedores locales que generen trabajo, ya sea porque no se forme mano de obra capaz de aprovechar los empleos que se generen, ya sea porque los que estén en el poder se patinen las reservas para ganar elecciones manteniendo un dólar ficticio.
La advertencia más clara está ocurriendo a esta misma hora. Según la consultora Quantum Finanzas el Banco Central ya gastó US$200 millones para intervenir en los mercados paralelos y bajar la brecha cambiaria. El objetivo es contener los dólares paralelos para no devaluar y que no haya impacto en los precios, porque la inflación es la variable gana-votos del Presidente.
Las reservas del ente monetario, que en diciembre de 2023 eran negativas en US$ 11 mil millones y se habían recuperado hasta quedar en cero, ya están negativas otra vez en 3.600 millones según puntualiza el último informe de la firma Ecogo, de Marina Dal Poggetto.