En la audiencia de hoy en el juicio a “la banda de los copitos” por el atentado a Cristina Kirchner, Brenda Uliarte fue captada mientras hacía gestos extraños durante la declaración de los testigos. La joven acusada de ser partícipe necesaria del ataque a la exvicepresidenta se rio, bostezó e hizo otros ademanes mientras brindaba testimonio Diego Emiliano Bermúdez Bringue, secretario privado de CFK.
Los gestos de Uliarte ocurrieron durante la transmisión por zoom del TOCF N°6 y fueron advertidos por los jueces Sabrina Namer, Adrián Grünberg e Ignacio Fornari. La audiencia se interrumpió en dos ocasiones debido al extraño comportamiento de la imputada, y los magistrados luego llamaron a un cuarto intermedio. Al volver, le permitieron seguir escuchando la audiencia, pero sin video.
“Señora Uliarte, le pido que adapte su comportamiento al momento procesal que estamos atravesando”, fue el llamado de atención que recibió antes por parte de Namer le había llamado la atención. La acusada también hizo ademanes con su cabello e incluso acercó la cara a la cámara en algunas oportunidades.
Antes del debate, a través de un escrito, Uliarte introdujo la posibilidad de que el atentado a CFK haya sido planificado por otras personas de poder: “Yo no sé por qué ‘Nando’ (Fernando Sabag Montiel, autor del ataque) hizo esto, pero sí sé que él no es capaz de organizar y hacer todo esto solo. Claramente alguien está atrás. Y (Nicolás) Carrizo sabe todo esto, pero él va a cubrir a Nando, porque no quiere tener quilombo con los de arriba, saben que hay peso pesado”.
En la ampliación de su declaración indagatoria, Uliarte señaló que, según escuchó, el diputado Gerardo Milman le pagaba a personas que formaban parte de Revolución Federal para generar disturbios en la casa de Cristina Kirchner: “Yo nunca vi a Milman, pero decían que le pagaba a varias personas para que participaran en manifestaciones y con ello generar disturbios y violencia alrededor de la residencia de Cristina Kirchner”.
En el texto, que firmó desde la cárcel de Ezeiza y presentó ante el Tribunal Oral Federal N°6, explicó: “Había gente contactada al gobierno anti K, que pagaban para que vayamos a las marchas, y a los actos, en realidad le pagaban a él y él me llevaba a mí”. Durante el juicio, Uliarte no quiso hablar del tema. De hecho, la defensa buscó suspender el debate bajo el argumento de que tenía problemas de salud mental, que estaba medicada y solicitó pericias psiquiátricas para declararla inimputable. Sin embargo, el tribunal desestimó el pedido.
Declaró el secretario privado de CFK
Diego Bermúdez, el secretario de CFK que estuvo junto a ella el día que intentaron dispararle dos veces, fue el primero en declarar hoy. Él fue quien detectó que había un arma de fuego involucrado en el revuelo que se generó al momento del atentado fallido y rápidamente pidió a la custodia que saque a la entonces vice del lugar porque corría riesgo. Sin embargo, no le hicieron caso.
"La veo a ella bien y empiezo a buscar el fierro en el piso y había muchos pies juntos y no lo puedo visualizar. Yo nunca vi el arma hasta ese momento. Vuelvo, me acerco a ella y a la custodia y le empiezo a decir a ellos que hay que sacarla y que manden gente", explicó. Tras esa advertencia nadie reaccionó. Cristina Kirchner siguió caminando y firmando libros durante seis minutos hasta que ingresó a su domicilio.
Según su relato, cuando la exvicepresidenta se baja del auto al llegar a su domicilio empieza a saludar a la militancia y se le cae un libro. "Ella se agacha, yo también y en ese momento veo que una mano pasa por delante de la cara y siento como un 'plic', en ese momento diferencié que era el gatillo de un arma, yo sentí un 'clac'". describió.
“En ese momento vuelvo a mirar y veo a la persona que hizo esto que está retirando algo, no me doy cuenta que es un arma. A él lo llego a ver de frente, tenía un barbijo puesto, cruzamos miradas, vuelvo a mirarla a ella, nunca me doy cuenta que era un arma, veo que está bien pero que empezó a haber mucho nerviosismo en la gente que estaba alrededor y me doy cuenta en la mirada del hombre y por sus gestos que hizo algo malo", agregó el secretario.
Y agregó: "Yo lo que hago es palparlo en su cintura y no tenía nada, cuando lo agarro se le tiran varios militantes que estaban ahí y empieza a rumorearse que tenía un fierro". Tras ese episodio, Bermúdez le avisó a los custodios que "hay que sacarla", pero nada sucedió.
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